Marzo 19-2015
Por Jorge Luis Galeano
Fotografías: Álvaro Márquez
En la tercera entrega de esta serie, viajamos al corregimiento de Zaragoza en Buenaventura para conocer qué ha pasado con las mujeres después del paso de la fiebre del oro por esa zona. Encontramos tres historias que reflejan las consecuencias, no solo de la minería sino del conflicto armado sobre ellas: las madres, hermanas, esposas quienes perdieron a sus seres queridos. Sus vidas trastornadas por la violencia, pero también su constante lucha por seguir adelante por ellas y sus familias. Son víctimas pero no han dejado que dicha condición, les quite su humanidad, sus nombres, sus saberes.
Cuando al corregimiento de Zaragoza en la Costa Pacífica vallecaucana, llegó el conflicto armado, esposos, madres, hijos se perdieron. Una tierra que en el pasado era pacífica, se llenó de guerra, se tiñó de sangre. Amenazas, desapariciones y asesinatos empezaron a ser parte de la rutina de los habitantes de este corregimiento de Buenaventura.
Y como sucede en otras zonas de Colombia a donde el conflicto golpea con fuerza, las mujeres de Zaragoza sintieron en mayor medida las consecuencias de la guerra. Conocimos a tres de ellas: Aracelly, Yolima y Carmen. Cada una con una historia triste para contar, pero también con la convicción de que la vida sigue y las suyas, han continuado a pesar de todo. Aracelly perdió a su marido, Yolima a su madre y Carmen a su hijo. Todos cayeron por las balas de algún grupo armado ilegal que decidió que sus vidas no valían.
Cada una comparte su historia no para revivir el dolor, sino para recordarle al país lo que la violencia deja: tristeza y tragedias, pero también hace que no quieran ser llamadas 'víctimas' porque todas tienen nombre: Aracelly, Yolima y Carmen. Personas que llevan consigo saberes ancestrales como las plantas que curan la mordedura de una serpiente o que saben cultivar papachina y guanábana. Mujeres que son parteras, matronas y que conocen cómo tratar al turista que visita su tierra.
La violencia las dejó marcadas, sin duda. Hoy todas procuran porque su futuro y el de sus familias, sea muy diferente al pasado que tantas lágrimas las hizo derramar.
Ser mujer más allá del conflicto, primera parte: Oliva
Ser mujer más allá del conflicto, segunda parte: las cicatrices de la guerra
Ser mujer más allá del conflicto, cuarta parte. El reto de ser mujer en Buenaventura
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