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La lucha pendiente por la verdad del Estallido Social

Reportajes

La lucha pendiente por la verdad en el Estallido Social


Abril 4 – 2025

Por Laura Cruz

En el Centro de Memoria Histórica de Bogotá se reunieron en rueda de prensa, más de 30 colectivas de todo el país, sobrevivientes y familiares de personas victimizadas en el Paro Nacional que este año tiene su cuarta conmemoración. Su clamor sigue siendo el mismo: justicia y verdad para las personas que fueron asesinadas por el estado en un ataque sistemático y de represión a las protestas durante el Gobierno de Iván Duque. 

En la rueda de prensa, los representantes de las víctimas desbordaron la mesa con telas pintadas con los rostros de sus familiares y mensajes que reclaman justicia, verdad y acción.  Señalaron que hay un subregistro alarmante de víctimas y que de estas acciones también son responsables: Diego Molano Aponte,  exministro de Defensa y Eduardo Enrique Zapateiro, Excomandante del Ejército Nacional. Según las colectivas “ellos ordenaron, de 2019 a 2021, sendos y horrendos crímenes que se tradujeron en asesinatos, intentos de asesinato, detenciones arbitrarias y tratos crules a toda colombia”. 

Se destacó la existencia de una carta dirigida al presidente Gustavo Petro, cuyo  principal propósito de exigirle que cumpla con su palabra, ya que el 10 de mayo del 2024 en el Coliseo del Pueblo de Cali, el presidente le ordenó al Ministerio del Interior crear la Comisión de la Verdad para esclarecer los casos de represión estatal que se presentaron durante el año 2021.

Se cumplen cuatro año del Estallido Social del 2021 y aunque el informe final de INDEPAZ señala que ese año ocurrieron 79 asesinatos en el marco de las protestas, las colectivas claman por la cifra de 169 víctimas; también lo hacen por un centenar de personas con heridas que dejaron secuelas como las lesiones oculares. De igual manera, reclaman justicia por los jóvenes que permanecen detenidos y “también por el número importante de personas dadas por desaparecidas que siguen clamando que la Justicia actúe para que la sociedad conozca los motivos de las agresiones.  Los sueños y búsquedas de las personas victimizadas, al igual que los responsables de dichos crímenes, los que nunca debieron ocurrir” aseguraron durante la rueda de prensa.

Los representantes de las diferentes colectivas también se reunieron con representantes de la Comunidad Internacional y  llegaron a varios compromisos, entre ellos, hacer escuelas políticas a nivel nacional. Luego en la plaza Bolívar durante la jornada de incidencia, cantaron y arengaron en compañía de la batucada.  

A la Casa de Nariño llegaron tres representantes de las colectivas quienes radicaron en la Secretaría de la Presidencia la carta en cuya referencia dice: “Solicitud de cumplimiento de compromiso con la creación de una Comisión de la Verdad sobre la represión estatal en el Paro Nacional 2019-2021 en Colombia”.  Declarando que:  “más que una expectativa ciega, es una acción de dignidad y presión política. La promesa de una “Comisión de la Verdad del Estallido Social” debe cumplirse. Las víctimas del estallido (más de 170 solo en 2021) no pueden quedar olvidadas, ni sus muertes archivadas”. 

David Medina, tío de Dilan Mauricio Cruz Medina, quien fue asesinado el 23 de noviembre del 2019 por un uniformado del Esmad, señaló que “Dilan era un joven de 18 años, hijo de Bogotá, un joven soñador que salió a las calles pensando en un mejor futuro y encontró la muerte a manos del Estado que debía protegerlo”.  También dijo que después de cinco años, el caso no ha tenido ningún avance, puesto que han habido diferentes dilaciones, por ejemplo, el cambio de los fiscales y que lo único que considera un avance significativo, es la llegada de una nueva fiscal en la Comisión de Derechos Humanos de la Fiscalía, quien abrió la expectativa de que esta vez sí se tengan en cuenta pruebas clave, como el peritaje de Forest Investigation.

“No hay justicia aún. No basta con conocer el nombre y el número de placa del uniformado que disparó. Exigimos que se procese no solo al autor material, Manuel Cubillos, sino también a toda la cadena de mando que permitió y ordenó el uso desmedido de la fuerza. Señalamos directamente al entonces alcalde Enrique Peñalosa, al secretario de Gobierno de la época y al entonces ministro de Defensa, Carlos Holmes Trujillo.”

Sandra Arazo Reyes, en representación del Tribunal Popular en Siloé, explicó que el Tribunal ha sido uno de los impulsores de la iniciativa, junto con Mevico y otras organizaciones de víctimas. Aunque la sentencia del Tribunal no es vinculante, ha servido como herramienta para fortalecer la exigencia de verdad y justicia, recordando además que el presidente Petro se comprometió públicamente en el Coliseo del Pueblo durante su campaña. Respecto al papel de la nueva fiscal en el caso, señaló que aún deben esperar respuestas, pero advirtió que los procesos en la Fiscalía han sido intencionalmente lentos y dilatados, contrastando con la falta total de debido proceso que sufrieron las víctimas durante el estallido social.

En representación de Memoria Viva Colombia estuvo Sandra Moreno, madre de Santiago Moreno Moreno —joven asesinado el 1° de mayo de 2021 en Cali, quien señaló el dolor emocional que siguen viviendo al cumplirse cuatro años del crimen y anticipó el difícil momento de enfrentar las exhumaciones, un proceso que consideran aún más doloroso que el primer entierro.

Sobre el avance judicial en el caso de su hijo, lamentó que no haya habido ningún progreso, ni para Santiago ni para otros asesinados por el Estado. Denunció las burlas y dilaciones en las audiencias, donde incluso funcionarios alegan excusas absurdas como no saber abrir un PDF.

Frente a la carta que entregaron al presidente Petro, expresó que esperan que cumpla su promesa de crear una Comisión de la Verdad para las víctimas del estallido social, y que escuche directamente sus voces y rostros, no solo a través de intermediarios.

En Cali, la violencia estatal durante las protestas se vivió en muchos sectores, siendo uno de los más afectados, Siloé en la ladera de la ciudad. Por eso les compartimos una versión corta de un especial que realizamos en 2023 y que cuenta la historia de ese barrio y una de las víctimas durante el paro.

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Guardianas del Jarillón: del desalojo a la Memoria y la resistencia

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Guardianas del Jarillón: del desalojo a la Memoria y la resistencia


Abril 14 – 2025

Por Laura Cruz y Jorge Luis Galeano

Los habitantes de algunos sectores del Oriente de Cali, en especial los que viven en el Jarillón del río Cauca, han estado en constante incertidumbre por los desalojos que muchos han tenido que afrontar. Estos desalojos reviven sus experiencias con el desplazamiento forzado y agravan la falta de empleo formal, la estigmatización, entre otras situaciones que vulneran sus derechos. Quizás por esta razón y porque ya intentaron de varias maneras, hoy reconocen que la mejor forma de reclamar sus derechos es en colectivo, tal como lo hace la asociación Mujeres Mayoras Dejando Huellas”, un espacio de lucha y reconocimiento para las mujeres del territorio.

Esta asociación nació gracias al proyecto Senderos de Paz, en el que encontraron un espacio de Memoria pero también un medio para crear en colectivo. La propuesta realizada por Alexandra Arango Salazar y Jennifer Arango Salazar, fue ganadora en la Convocatoria Estímulos Cali 2024 y propone un proceso de escritura creativa y recopilación de la tradición oral de un grupo de mujeres cuidadoras, lideresas sociales y gestoras de paz del sector Las Palmas en el Jarillón del Río Cauca en Cali, Colombia.

Entre estas mujeres se encuentran Flor Valencia, lideresa del grupo y defensora de derechos humanos; María Esperanza Acevedo, escritora y artista; Aleyda Giraldo, guardiana del territorio y defensora de la tierra y los animales, y Carmen Fides Angulo Quiñones, quien con seis mujeres más, fueron unidas por este territorio y su profundo compromiso con la comunidad, la cultura y la convivencia, además de la defensa de los derechos.  Estas mujeres que provienen de Tumaco (Nariño), Medellín y Cali no son solo lideresas sociales, sino también, madres que aportan a la construcción del territorio y de ciudadanía.

Senderos de Paz se desarrolló a través de un ciclo de talleres en los que las participantes exploraron la escritura creativa, poética y narrativa, compartiendo sus memorias autobiográficas, saberes ancestrales sobre plantas medicinales y conocimientos culinarios. Las actividades incluyeron ejercicios prácticos de escritura, comadreo y comitivas, que dieron forma al producto final: una cartilla que recoge sus poesías y relatos que preservan sus memorias y saberes tradicionales.

Este tipo de ejercicios permitieron a las participantes no solo recordar sus lugares de origen, sino reafirmar sus tradiciones y costumbres, para que sigan honrando la memoria de las mayoras y cuidando a los más pequeños a través de la asociación Mujeres Mayoras Dejando Huellas”, que aunque reconoce otros procesos como la Guardia Cimarrona y el Consejo Comunitario Raizales del Pacifico, se distingue por ser un espacio en donde habrán solo mujeres.

“Lo que más me gustó de este proyecto fue la oportunidad de escribir mi historia de desplazamiento y narrar mis vivencias. Esto me permitió mantener viva mi memoria y mi tradición, reafirmando mi identidad y la de mi comunidad. Valencia también señaló que el Colectivo de Mujeres nació como respuesta a la vulneración de sus derechos. “Decidimos conformar esta asociación para defender y fortalecer nuestra voz dentro del Consejo Comunitario”.  Flor Valencia.  

Derecho a una vivienda digna

Un dique artificial de 17 kilómetros de largo recorre el mismo camino que el río Cauca, construido en los años 60´s para resguardar a la ciudad de posibles desbordamientos y expandir las áreas de cultivo. En principio un muro de contención que evitaría que Cali se inundara, pero con el tiempo se convirtió en una línea invisible con un alto contenido simbólico que separa a la ciudad blanca, tradicional y elitista de la que  en los años 80s, poblaron los desplazados por la violencia y el conflicto que llegaban desde regiones como el departamento del Pacifico, del Cauca y Valle del Cauca, Tolima, Putumayo y Huila.

En la actualidad el dique artificial tiene el lomo cubierto por incontables casas, hechas de madera y adobe, con tejas de zinc, y materiales reciclados, que se abren camino hacia el lado opuesto del río. Desde el barrio Petecuy hasta el corregimiento de Navarro numerosas familias lo habitan en condiciones de hacinamiento, pues como una forma de enfrentar la pobreza extrema, se mudaron allí y comenzaron a criar gallinas, cerdos, hicieron lagos de pesca y fundaron una agricultura familiar a pequeña escala. Después incursionaron en el reciclaje, organizando bodegas que les sirven para llevar a cabo dicha actividad.

Unos años atrás, mientras el Jarillón protegía a Cali del río Cauca, la ciudad se desbordaba de migrantes que, debido a la parsimonia de las administraciones locales, el desconocimiento del fenómeno migratorio y la falta de planes de reubicación adecuados, optaron por asentarse en el sector del Jarillón.  Casi 7 mil familias ocuparon las áreas no habitables, so pena de exponer sus vidas a una situación de alto riesgo.

Después del invierno de finales del 2010, el río forzó a las entidades estatales a realizar un plan. Así, desde la Gobernación y la alcaldía nace el megaproyecto Plan Jarillón del Río Cauca y obras complementarias, que tenía como principal objetivo mitigar el riesgo de inundación y la reubicación de 8 mil 777 familias y el reforzamiento de la estructura para prevenir posibilidades de riesgo.

En octubre de 2016 Juan Diego Saa, el entonces gerente del Plan Jarillón, declaró que “sí o sí van a liberar el Jarillón, esto quiere decir que para el año 2018 deberán ser evacuadas las familias asentadas allí”. Lo que no tuvo en cuenta el señor Saa, es que en la ejecución del desalojo de 2 mil 500 familias víctimas del conflicto armado, no tuvieron en cuenta la construcción de viviendas con un enfoque diferencial. Como resultado, estas comunidades que ya vivían en la periferia y con escaso apoyo estatal, fueron nuevamente vulneradas, pues el proyecto no ha garantizado sus derechos. Por otra parte, el Plan Jarillón carece de un componente ambiental para la recuperación del río Cauca, sus afluentes, las zonas de inundación y la biodiversidad, ecosistemas que han sido degradados por más de 50 años debido a la agroindustria cañera.

El Consejo Comunitario

Una de las tantas personas que migró a este sector fue Flor Valencia, quien hoy es una de las habitantes que conforman el Consejo Comunitario: “Cuando llegamos aquí en el 2009, encontramos el territorio olvidado y marginado. Aunque el corregimiento de Navarro contaba con un corregidor, en nuestra zona no se hacía presente. Tampoco había presencia de la policía, ni de entidades como el Dagma o la CVC”.  

Después de varios desplazamientos y cuando vieron que en el sector vendían algunos pequeños lotes, decidieron establecerse. Con el paso del tiempo comenzaron a ver las necesidades que tenían como comunidad. Lo primero fue combatir la delincuencia, entonces la comunidad hizo su propia guardia para apoyarse entre todos y recuperar el territorio.

Sin embargo, en los años siguientes tuvieron que enfrentar los desalojos, ya que la Alcaldía argumenta que aquella era una zona de alto riesgo. El paisaje que tuvieron por mucho tiempo fue el humo del Esmad que cada semana desalojaba a la fuerza a los que antes eran sus vecinos, para lanzarlo una vez más a una situación de desplazamiento.

Dice Flor Valencia: “Venimos de territorios como Tumaco y Barbacoas en Nariño, así como del Cauca, donde conocíamos la importancia de los Consejos Comunitarios”.  Entonces, entre el  2016 y 2017, respaldados por la Ley 70 de 1993 que establece que las comunidades negras deben organizarse en consejos comunitarios para reclamar títulos colectivos sobre sus territorios ancestrales, conformaron el consejo.

Ante la amenaza de desalojo, la comunidad se organizó para defender el territorio. Enfrentaron la presión de las autoridades, quienes mediante el Plan Jarillón y el Fondo Adaptación, intentaron sacarlos con argumentos de alto riesgo.

Como respuesta realizaron una toma de la Alcaldía de Cali durante el gobierno de Maurice Armitage, exigiendo el reconocimiento del Consejo Comunitario Raizales del Pacífico, Algunos miembros hicieron huelga de hambre, pero la administración no cedió. En cambio, cambiaron el nombre del proyecto y continuaron con su estrategia de presión.

A pesar de la resistencia, algunos habitantes entregaron sus viviendas, pero el Consejo Comunitario se mantuvo firme. La comunidad identificó que el verdadero interés de la Alcaldía era la construcción de un puerto fluvial y no la seguridad de los habitantes.

Los desalojos dejaron terrenos vacíos que ahora están llenos de basura y escombros, lo que agrava la situación ambiental y social. La comunidad ha propuesto recuperar estos lotes para que funcionen como espacios recreativos y de seguridad alimentaria, pero enfrentan restricciones impuestas por el Plan Jarillón.

“Nosotros hemos tenido muchas barreras, pero como comunidades negras, sabemos que históricamente se nos han asignado tierras en zonas consideradas de alto riesgo, pues, por tradición, nos asentamos en riberas de ríos y orillas del mar”, dice Flor Valencia, quien sabe que en el marco legal hay varios artículos que protegen a los habitantes del Jarillón.

A pesar de que hay una normativa explícita, los derechos de los habitantes del Jarillón siguen siendo vulnerados porque hay muchas necesidades en el territorio que aún no son cubiertas. Ellos mencionan la necesidad de más apoyo a las familias recicladoras porque desempeñan un papel fundamental en la protección del medio ambiente, y tanto jóvenes como adultos mayores trabajan en esta labor y requieren ayuda especial. También les preocupa la seguridad alimentaria y consideran que es urgente contar con un territorio donde puedan cultivar y garantizar la soberanía alimentaria, y por último, quieren el reconocimiento como Consejo Comunitario, ya que sin la firma del alcalde Alejandro Eder, esto no será posible. A pesar de que han enviado en reiteradas ocasiones derechos de petición y han hecho llamados por todos los medios a la Administración Municipal, el Consejo Comunitario ha decidido realizar una Asamblea Preparatoria, convocando a las entidades competentes para exponer nuestras necesidades y exigir soluciones. Además que se respete un derecho primordial: el de una vivienda digna para una comunidad que no quiera afrontar un desplazamiento más.

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Acuerdo en Nariño y violencia en auge: los contrastes del conflicto colombiano

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Acuerdo en Nariño y violencia en auge: contrastes del conflicto colombiano


Abril 9 – 2025

Por Jorge Luis Galeano Bolaños

A corte del 28 de febrero de 2025, la Unidad de Víctimas reporta más de 9 millones de víctimas en Colombia por el conflicto armado. Entre los hechos preocupantes aparecen la vinculación y el reclutamiento de niños, niñas y adolescentes a grupos armados ilegales con 10.900 casos. Este delito es una constante y se sigue cometiendo en todo el país. 

Según la Justicia Especial para la Paz -JEP- más de 18.600 niños fueron reclutados y vinculados al conflicto armado por parte de las Farc entre 1996 y 2016 y el 68% de las víctimas acreditadas es menor de 15 años. Para 2023, la misma entidad registró 163 casos y hasta noviembre de 2024, ya habían 160. Los departamentos más afectados son Antioquia, Cauca, Valle del Cauca, Chocó y Huila.

Por la gravedad del hecho, la JEP abrió el Caso 07 para condenar a los culpables de este delito y en los avances muestra que de las más de 10 mil víctimas acreditadas, casi 9 mil pertenecen a pueblos indígenas, lo que confirma la vulnerabilidad de esta población a las acciones de los grupos armados ilegales. Por ejemplo, en el primer semestre de 2024, el 51% de niños, niñas y adolescentes reclutados era indígena, según reportó la Defensoría del Pueblo.

Buenaventura, la paz a tropezones

Tras la ruptura de la tregua entre las bandas Los Shottas y Los Espartanos a mediados de enero de este año, los índices de violencia se dispararon en Buenaventura. Todo esto, a pesar de los esfuerzos del Gobierno Nacional por mantener viva la mesa con estos dos grupos. La situación es grave desde inicios de febrero de este año, pero empeoró en marzo. Según la Fundación Paz y Reconciliación -PARES- en dicho mes hubo 20 asesinatos, una cifra que no se presentaba desde mayo de 2023. En total, en el primer trimestre de este año se presentaron 46 asesinatos, un número mayor al que se obtiene al sumar los casos del mismo período de 2023 y 2024. 

Esto hizo que la Gobernación del Valle, tras un consejo de seguridad, decidiera trasladarse temporalmente al Puerto para atender el caso de cerca. En ese proceso y, tras el recrudecimiento de la violencia, se conoció que ambas bandas delincuenciales están dispuestas a retomar la tregua, pues ya venían consolidando un pacto de no agresión. Eso sí, pusieron una condición: el reemplazo de Fabio Cardozo como jefe negociador por parte del Gobierno Nacional. Esta petición la hicieron tras una declaraciones del funcionario en las que afirmó que la tregua era aprovechada por ambas bandas para fortalecerse, lo que no cayó bien entre los integrantes de los Shottas y Espartanos.  

La población civil y los liderazgos sociales de Buenaventura piden y esperan que ambas bandas se comprometan a reiniciar una tregua que, en su período más largo, logró 19 meses de relativa tranquilidad para la gente del Puerto, pero cuyo rompimiento genera olas de violencia cada vez más grandes.

Violaciones al Derechos Internacional Humanitario

En marco de los enfrentamientos entre los distintos grupos armados ilegales que operan en Colombia, la población civil sufre las más graves afectaciones: desplazamientos forzados, confinamiento, exposición a fuego cruzado, entre otras. Dichas afectaciones han ido en aumento por la fragmentación de esos grupos armados, lo que incrementa los enfrentamientos entre ellos, además, las crisis en las distintas mesas exponen a la población civil a sufrir hechos victimizantes que significa la violación de las normas que rigen los conflictos: El Derecho Internacional Humanitario -DIH- En ese sentido, el Comité Internacional de la Cruz Roja -CICR- muestra un deterioro de la situación de la población no combatiente en muchas regiones del país. 

Entre lo que muestra el más reciente informe del Comité, es el uso que hacen los grupos armados ilegales de armas no convencionales como las minas antipersonal que dejó 709 víctimas civiles en 2024, pero también atentados contra misiones médicas, especialmente en el departamento del Cauca, en donde se pudieron registrar 67 de los 201 casos el año pasado. 

De igual manera, la creciente disputa territorial entre los grupos armados ilegales  somete a la población civil a estados de confinamiento que provocan graves vulneraciones a derechos como el de la seguridad alimentaria, la movilidad, entre otros. Para ese caso, el CICR pudo comprobar que 88.874 personas padecieron de este fenómeno en 2024, 36 mil de ellas en el departamento del Chocó, el más afectado.   

Por lo anterior, el Comité Internacional de la Cruz Roja hace un llamado a los actores armados (legales e ilegales) a cumplir con las normas del DIH, así no haya cese al fuego vigente entre las partes porque el respeto por dichas normas garantiza que no se afecte a la población civil, es decir, aquéllas personas no combatientes.

El Catatumbo

El más reciente hecho grave de violación de Derechos Humanos en marco del conflicto armad en Colombia, ha sido lo sucedido en la región de El Catatumbo, al oriente del país. Ahí se disputan el territorio el ELN y las Disidencias de las antiguas FARC. Dicha confrontación ha dejado un balance trágico entre la población civil: más de 97 mil personas afectadas, 21 mil con restricciones en la movilidad que les dificulta el acceso a bienes y servicios, además de 50 mil desplazados forzadamente. Además, se reportan 35 acciones armadas Tibú, Convención, Teorama y El Tarra, dejando a la población civil en medio del fuego cruzado, incluyendo niños y adolescentes.

Los graves hechos ocurridos ahí produjeron el congelamiento de los diálogos de Paz entre el Gobierno del presidente Gustavo Petro y el Ejército de Liberación Nacional. Un congelamiento que, para algunos analistas, es sólo una forma de decir que terminaron, sobre todo, por las recientes declaraciones de integrantes de la guerrilla, quienes han dicho que la paz no se podrá firmar antes del 2026.

Un respiro para la paz

En medio del panorama difícil de las negociaciones del Gobierno de Colombia con actores armados, se logró la desmovilización del grupo denominado Comuneros del Sur de Nariño, que en mayo del 2024 se apartó del Ejército de Liberación Nacional. Dicha desmovilización implica un respiro, no sólo para la Paz Total como proyecto, sino para la tranquilidad de los territorios en donde operaba esta agrupación.

Entre los acuerdos firmados está la creación de mecanismos para la recuperación de la memoria colectiva, el fortalecimiento de iniciativas comunitarias de memoria y la articulación con el Sistema Integral para la Paz, incluyendo la Comisión de la Verdad y la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas (UBPD), entre otros. Además se firmó otro acuerdo, pensado para la sustitución voluntaria de 5 mil hectáreas de cultivos de uso ilícito en diez municipios priorizados en Nariño. El acuerdo se firmó por parte de Carlos Erazo y Roger Garzón, como representantes de las partes y leído por la delegada del Gobierno para estos diálogos, Ángela María Robledo.

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Hacia un enfoque integral de protección para menores desvinculados de grupos armados

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Hacia un enfoque integral de protección para menores desvinculados de grupos armados


Abril 1 – 2025

Este reportaje fue publicado en Quira Medios y hace parte de la Alianza PANAL MEDIOS

Por Humanidad Vigente Corporación Jurídica (HVCJ)*

El reclutamiento forzado de menores sigue siendo una de las violaciones más alarmantes a los derechos humanos en Colombia. Según datos de la Defensoría del Pueblo, en 2024 se registraron 409 casos de reclutamiento de niñas, niños y jóvenes, con una mayor incidencia en el primer semestre del año, cuando se reportaron 267 casos, frente a los 142 del segundo semestre. Los meses más críticos fueron enero, con 62 casos, y marzo, con 58. El principal grupo armado señalado en estos reclutamientos es el Estado Mayor Central, vinculado con el reclutamiento de al menos 135 menores, evidenciando la persistencia de esta práctica en el marco del conflicto armado.

El departamento del Cauca ha sido el más afectado, concentrando el 70% de los casos reportados, lo que equivale a 300 menores reclutados en su territorio. A esta preocupante cifra se suma la alarmante afectación a comunidades indígenas, que representan el 51% de las víctimas. Más allá de la violación sistemática de los derechos de niñas, niños y jóvenes, esta práctica atenta contra la salvaguarda de los saberes ancestrales, la autonomía de los pueblos indígenas, sus sistemas educativos propios y su estructura de gobierno. La vinculación de menores a grupos armados no solo les niega su derecho al desarrollo y la protección, sino que también impacta gravemente el tejido social de estas comunidades, debilitando su identidad y su resistencia ante la violencia.

A la crisis en el Cauca se suman los departamentos de Nariño y Putumayo, consolidando al suroccidente colombiano como una de las regiones más vulnerables para la niñez y juventud en el país. La falta de medidas efectivas de prevención y protección por parte del Estado, sumada a la presencia de actores armados ilegales, ha convertido a esta zona en un escenario recurrente de violaciones a los derechos humanos de menores. Ante esta realidad, se hace urgente la implementación de estrategias de intervención que no solo respondan a la protección inmediata de las víctimas, sino que también ataquen las causas estructurales que perpetúan el reclutamiento forzado en el país.

El reclutamiento y la explotación de menores por parte de grupos armados en Colombia no responden únicamente a la lógica de la coacción directa, sino que también se sustentan en la profunda crisis social que afecta a la niñez y la juventud en el país. La pobreza extrema, la falta de acceso a una educación de calidad, la carencia de condiciones de vida dignas y la imposibilidad de disfrutar de una infancia libre de responsabilidades económicas o parentales prematuras han generado un escenario propicio para la captación de niñas, niños y jóvenes (NNJ). Estas condiciones estructurales obligan a muchos menores a asumir roles de adultos, privándolos de sus derechos básicos y exponiéndolos a dinámicas de violencia y explotación.

En los últimos años, los grupos armados han diversificado sus estrategias de vinculación, adoptando métodos más sutiles y manipulativos que van más allá del reclutamiento forzado tradicional. La manipulación emocional y económica se ha convertido en una herramienta clave para atraer a los menores a actividades delictivas. En muchos casos, estos grupos se aprovechan de la precariedad económica de las familias y de la ausencia de oportunidades, ofreciendo incentivos como dinero, motocicletas y dispositivos electrónicos. En el caso de las niñas y jóvenes, la captación se combina con estrategias de grooming y online-grooming, en las que los reclutadores establecen relaciones de confianza para luego involucrarlas en actividades ilegales, como el traslado de armas, la comunicación de mensajes y la explotación sexual. Esta última forma de violencia afecta de manera desproporcionada a las niñas, quienes representan el 24% de las víctimas en zonas de conflicto, según la Defensoría del Pueblo. Los efectos de esta violencia incluyen embarazos forzados, infecciones de transmisión sexual, traumas psicológicos y el estigma social que dificulta su reintegración.

Desplazamiento forzado y abandono estatal: una deuda con la niñez en Colombia

El desplazamiento forzado sigue siendo una de las principales vulneraciones a los derechos de la niñez en Colombia. De acuerdo con la Unidad para las Víctimas, más de 2.5 millones de menores han sido desplazados por la violencia, privándolos de estabilidad, redes de apoyo y acceso a derechos fundamentales como la educación y la salud. En zonas rurales, la falta de infraestructura y las barreras geográficas agravan aún más su situación, dificultando su acceso a servicios esenciales y aumentando su vulnerabilidad frente a la explotación y la violencia. La precariedad en la que crecen niñas, niños y jóvenes no solo es resultado del conflicto armado, sino también de una ausencia estructural del Estado, que no ha logrado garantizar condiciones dignas para su desarrollo integral.

Frente a este panorama, la protección de los menores desvinculados de grupos armados no puede seguir siendo una tarea pendiente. Se requiere con urgencia una respuesta estructurada que garantice su recuperación, protección y participación en la reconstrucción de sus proyectos de vida, evitando su revictimización y la perpetuación de los ciclos de violencia y exclusión. Sin embargo, uno de los principales obstáculos radica en la exclusión sistemática de niñas, niños y jóvenes (NNJ) de los espacios de toma de decisiones sobre las políticas que los afectan directamente. Este desplazamiento simbólico es reflejo de una concepción adultocéntrica profundamente arraigada, que no solo los priva de voz, sino que también refuerza la idea de que su presencia en los procesos de transformación social es secundaria. La exclusión y la minimización de su protagonismo perpetúan una visión en la que los menores son considerados únicamente receptores de medidas y no sujetos activos en la construcción de soluciones a su propia problemática.

Los NNJ no enfrentan una única forma de violencia, sino múltiples agresiones que se intersectan y amplifican sus impactos. Entre estas violencias está la cultural, que legitima su exclusión y normaliza la falta de oportunidades, pero también se suman el empobrecimiento sistemático, la desigualdad social y el clasismo estructural. Estos factores no solo marginan a la niñez y la juventud de espacios de decisión, sino que además los colocan en una situación de vulnerabilidad extrema, donde actores armados y redes criminales explotan su precariedad para manipularlos emocional y económicamente. En este contexto, el abandono social estatal no solo se traduce en la falta de infraestructura o en barreras geográficas que dificultan el acceso a derechos básicos, sino que refleja una desprotección estructural y sostenida, que deja a millones de menores expuestos a la violencia y sin opciones reales de desarrollo. Garantizar su protección requiere no solo medidas reactivas, sino estrategias preventivas que aborden las causas profundas de su exclusión, incluyendo el acceso equitativo a educación, salud y espacios de participación efectiva que les permitan ser protagonistas de su propio futuro.

Recomendaciones para la protección integral de la niñez y juventud en el contexto del conflicto armado en Colombia

Para garantizar una protección efectiva de niñas, niños y jóvenes (NNJ) en el contexto del conflicto armado en Colombia, es fundamental que el Estado adopte medidas concretas que reconozcan y prioricen su participación activa en los procesos de toma de decisiones que afectan sus vidas y derechos. La escucha de sus voces no solo es una herramienta clave para comprender su estado de vulnerabilidad y los riesgos específicos a los que están expuestos en sus territorios, sino también un mecanismo para diseñar estrategias de prevención y protección más eficaces.

En este sentido, es imperativo crear y financiar espacios culturales, artísticos y deportivos que promuevan el desarrollo integral de la niñez y la juventud. Estos espacios, concebidos como escenarios de fortalecimiento de la creatividad, autonomía y liderazgo de NNJ, deben contar con presupuestos adecuados, administrados con transparencia y bajo la veeduría de los propios menores, garantizando así que respondan a sus necesidades y expectativas reales.

Además, es necesario fortalecer y ampliar los espacios de participación política e incidencia ciudadana para NNJ, asegurando su representación en mecanismos como las plataformas de juventudes, los consejos de juventudes y otros espacios de toma de decisiones a nivel local y nacional. Se recomienda que, en escenarios de participación ciudadana como consejos locales, juntas de acción comunal, consejos comunales y comunitarios, y mesas de diálogo con actores armados, se establezca al menos una curul o representación específica para NNJ. Esta medida debe implementarse con un enfoque diferencial que considere factores de género, etnia, discapacidad, orientación sexual y otros elementos que inciden en la experiencia de los menores. Para ello, es fundamental que el Estado garantice recursos suficientes, fortalezca las capacidades institucionales y promueva un cambio cultural que reconozca a NNJ como actores legítimos en la construcción de soluciones y en la formulación de políticas públicas.

Asimismo, es crucial incluir la participación activa de niñas, niños y adolescentes (NNA) en los procesos y políticas de paz, asegurando garantías sólidas para la protección integral de sus derechos en estos escenarios. Su involucramiento no solo representa un reconocimiento de su agencia y protagonismo en la sociedad, sino que también desafía las estructuras adultocéntricas que históricamente han excluido sus voces de los espacios de decisión.

La integración de los NNA en los procesos de paz fortalece su sentido de pertenencia y empoderamiento, y permite diseñar políticas más efectivas y contextualizadas que respondan a las realidades que enfrentan en las zonas afectadas por el conflicto. Para que esta participación sea efectiva, es necesario garantizar condiciones de seguridad, espacios de diálogo inclusivos y mecanismos de apoyo que eviten su revictimización. Además, el diseño e implementación de políticas públicas en el marco de la paz deben priorizar el interés superior de los NNA, asegurando su acceso a la educación, la salud y la protección contra cualquier tipo de violencia o explotación.

La inclusión de los menores en estos procesos no solo contribuye a su protección integral, sino que también establece bases sólidas para una paz duradera, reconociendo que su bienestar y desarrollo son esenciales para la reconstrucción del tejido social en Colombia.

*Humanidad Vigente Corporación Jurídica (HVCJ) es una organización no gubernamental fundada en 1996, conformada por un equipo interdisciplinario de profesionales comprometidos con la defensa y promoción integral de los derechos humanos en Colombia, con especial énfasis en la protección de los derechos de mujeres, niñas, niños, adolescentes, jóvenes y víctimas del conflicto armado. A lo largo de más de 25 años, HVCJ ha trabajado en articulación con distintos sectores de la sociedad, formando parte del comité operativo de la Coordinación Colombia – Europa – Estados Unidos, la Plataforma Colombiana por el Protagonismo de Niñas, Niños y Jóvenes, el Fondo de Fortalecimiento y Protección (FFP), la Red Llano y Selva por la Defensa del Territorio y la Paz y el Movimiento Nacional de Víctimas de Crímenes de Estado (MOVICE). Su labor se ha enfocado en la incidencia política, el acompañamiento jurídico y la visibilización de violaciones a los derechos humanos, lo que le ha valido reconocimiento a nivel nacional e internacional, siendo finalista en 2016 del premio otorgado por Diakonia y la Embajada de Suecia por su compromiso en la defensa de los derechos humanos en Colombia. 

hvcj@humanidadvigente – netprensa@humanidadvigente.net

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Juventud y tradición en el campo del Cacao

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Juventud y tradición en el campo del Cacao


Marzo 25 – 2025

Texto: Laura Cruz Comunicaciones ICA
Fotografías: Nelson de Jesús Bedoya Ríos Comunicaciones ICA

En 2024, Colombia alcanzó un récord histórico en la producción de cacao con 73 mil toneladas cosechadas. Para ponerlo en perspectiva, esta cantidad equivale a llenar 49 piscinas olímpicas con granos de cacao. Pero este no fue el único logro del sector agropecuario, durante el segundo semestre de 2023 su crecimiento fue clave para impulsar la economía del país. Según la Unidad de Planificación Rural Agropecuaria (UPRA), actividades como la agricultura, la ganadería, la caza, la silvicultura y la pesca lograron un aumento del 10,2 % en su valor agregado, superando en 8,1 puntos porcentuales la variación del PIB nacional. Esta diferencia resalta el papel fundamental del agro como motor del desarrollo económico en Colombia.

Leyendo el párrafo anterior vemos solo cifras, pero estas metas alcanzadas son la suma del esfuerzo de los campesinos colombianos que, desde regiones apartadas e incluso jamás nombradas, trabajan para que a nuestras mesas lleguen alimentos de la mejor calidad.

Algunas de las manos que han hecho posible estos logros son las de Yosimar Maury Martínez, un joven que vive en Sucre en el corregimiento de El Coco.

“No sé exactamente por qué mis padres eligieron mi nombre, pero hay una historia curiosa detrás. Mis hermanos mayores eran apasionados del fútbol, y cuando nací, jugaban constantemente en el campo. Mis padres debatieron entre dos nombres: “Gareca” y “Yosimar”. Así, en algunos pueblos de Majagual me llaman Gareca, en otros, Yosimar. Con el tiempo, cuando inicié mi vida profesional, el primero quedó en el olvido, y todos comenzaron a llamarme solo Yosimar. Sé que mi nombre viene de un jugador brasileño, pero su elección sigue siendo un pequeño misterio familiar”.

Yosimar ha heredado de sus padres el color de los ojos, la forma de hablar y lo más importante: el amor por la tierra. Sus padres han hecho del campo una forma de vida, no porque no conozcan otra sino porque todos los días eligen cultivar la tierra, como un ritual, como una forma de estar más cerca de Dios.

“Mis padres son nativos del campo, ambos tienen 77 años y son del corregimiento de El Coco. Somos diez hermanos y, gracias al esfuerzo de nuestros padres, todos estamos vivos y trabajando, ya sea como profesionales o como campesinos. En mi caso, aunque soy profesional, sigo trabajando en el campo y compartiendo con los campesinos en el día a día”.

Yosimar forma parte de Jóvenes Rurales y es una voz importante en su territorio. Si alguien quiere ir al corregimiento de El Coco, debe viajar desde Sincelejo hasta Majagual, el recorrido en carro puede tomar hasta dos horas. Luego, debe ir a la zona de La Mojana, conseguir una motocicleta y atravesar por una hora la finca Las Pozonas hasta encontrar el hogar de Yosimar: árboles de roble, cedro, penique y uvero dan la bienvenida a El Coco, que de lejos parece un paisaje dibujado por un niño.

“Actualmente, me encuentro en el pueblo. Nunca he dejado mi territorio porque amo el campo y quiero vivir aquí toda mi vida”. Yosimar más que un joven rural es un líder social nato, una persona emprendedora, que ha salido del campo a estudiar, pero sin dejar su tierra, porque entiende que el campo se debe tecnificar (…) llevo tres años trabajando con el cultivo de cacao, manejando las especies CCN51 y CCN64, que son variedades híbridas. Como joven emprendedor, he estado regalando semillas a las comunidades y orientándolas en la creación de viveros, el lavado de semillas para asegurar su correcta germinación y la técnica de clonación, que en el campo llamamos injerto. También les enseño sobre el proceso de poda y la manipulación adecuada del cultivo de cacao”.

La clonación o injerto es un proceso que consiste en tomar una rama muy delgada de otro árbol de cacao más viejo, vigoroso y ejemplar. Luego, la rama se corta en el pecíolo, que es la unión entre la hoja y la rama. Posteriormente, en el árbol joven —que lleva aproximadamente seis meses o un año de sembrado— se realiza un pequeño corte en el tronco, se le hace una herida en la que se injerta la rama más pequeña, y finalmente, se cubre con una cinta para evitar la entrada de agua y proteger el injerto.

El árbol de cacao y la familia de Yosimar tienen muchas cosas en común: los troncos viejos, pero ejemplares, sus conocimientos sanan la herida de los próximos campesinos que harán del cultivo una forma de vida.

“Estamos promoviendo el cacao como un proyecto social sostenible, ya que es un cultivo que puede producir durante aproximadamente sesenta años. En nuestra región, en la zona de La Mojana, municipio de Majagual, hemos logrado que el cacao comience a producir en apenas dos años y cinco o seis meses, generando ya una rentabilidad para los campesinos.

Actualmente, en nuestro territorio, se vende a $20.000, el kilo y, con solo cinco o seis mazorcas, se puede obtener un kilo de cacao. Cultivar una hectárea de cacao implica una inversión máxima de entre un millón quinientos mil y dos millones de pesos, incluyendo el trabajo del campesino. Es una diferencia muy significativa respecto a otros cultivos”.

El ICA camina con los campesinos por el crecimiento del campo

Durante la vigencia 2024, el instituto desarrolló diversas actividades de protección fitosanitaria en el sistema productivo de cacao en el departamento de Sucre. Estas actividades se enfocaron especialmente en la región de La Mojana Sucreña, en los municipios de Majagual y Guaranda.

Además, se realizaron cuatro eventos de comunicación del riesgo con la participación de 103 personas. En estos eventos se abordaron temas fundamentales, como el manejo de Monilia, Phytophthora y Escoba de Bruja, así como la implementación de buenas prácticas agrícolas, aliadas en el mejoramiento de los sistemas productivos de cacao.

El ICA ha detectado que la mayoría de los cultivadores de cacao en la subregión de La Mojana son jóvenes que apenas inician su producción; jóvenes como Yosimar, que nunca piensa en irse del campo.

“En lo personal, nunca había tenido un contacto tan cercano con el ICA. En nuestra región, conocíamos esta institución solo cuando venían a vacunar el ganado. Sin embargo, ahora el ICA ha pasado de ser un ente regulador para convertirse en un organismo capacitador para los campesinos, brindándonos conocimiento sobre cómo trabajar mejor el campo. Ya no lo veo solo como un regulador, sino como un aliado en la formación de los productores rurales. Nos sentimos satisfechos con el apoyo del ICA departamental y de la doctora Catherine Duarte, quienes nos han brindado capacitaciones y asesoramiento en el manejo del cultivo. Antes de esto, trabajábamos el cacao de manera empírica en los corregimientos de El Coco, El Naranjo y Pueblo Nuevo. Ahora, estos tres corregimientos han implementado este cultivo con éxito y ya están viendo producción”.

Como Yosimar hay miles de jóvenes campesinos que, con un trabajo disciplinado y riguroso, hacen que el plato de comida que llega a nuestra mesa parezca producto de un proceso sencillo. No obstante, comer bien, sano y en abundancia son cosas que le debemos a la gente que se ha quedado en el campo. Ser campesino es una vocación en la que las manos y la tierra se vinculan como lo hace la familia:

“Yo tengo dos hijos. Uno tiene 15 años, está estudiando y trabajando en el campo. Su meta a futuro es ser ingeniero industrial, para procesar la materia prima que se produzca en nuestro campo. Mi otro hijo tiene apenas 22 días de nacido. Me gustaría que mis hijos se preparen, que se queden en el campo, para que la educación rural y la solidaridad con el campo no se pierdan. Porque, con sinceridad, nosotros, los campesinos, nos sentimos sumergidos en el yugo de no contar con la educación adecuada para seguir en el campo y trabajar. Sin embargo, el campo es la base fundamental para que nuestro país tenga lo que producimos aquí.

Me gustaría que mis hijos sean profesionales, mucho mejores que yo, y que no abandonen a los campesinos ni al campo”.

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La diversidad y la equidad están en peligro en los Estados Unidos

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La diversidad y la equidad están en peligro en los Estados Unidos


Enero 28 – 2025

Por Ximena Vélez Periodista
Especial para Hechoencali.com desde Nueva York

La nueva administración presidencial no ha tardado en realizar cambios que impactan profundamente la diversidad, equidad e inclusión (DEI) en los Estados Unidos. Una de las primeras medidas, la orden ejecutiva titulada “Ending Radical And Wasteful Government DEI Programs And Preferencing”, promulgada el 20 de enero de 2025, marcó un giro radical en la política federal al desmantelar los programas y posiciones relacionadas con la diversidad, equidad e inclusión en el gobierno federal.

Resumen de la orden ejecutiva

Esta orden ejecutiva argumenta que los programas DEI, creados por la administración anterior, fomentaron discriminación y un uso ineficiente de los recursos federales. La orden establece:

  1. Propósito y política: El documento acusa a los programas DEI de ser inmorales, ilegales y de haber infiltrado todas las esferas del gobierno, desde la seguridad aérea hasta las fuerzas armadas. La administración actual defiende una visión de “igualdad de dignidad y respeto” sin considerar factores de diversidad o equidad.
  2. Implementación:
  • Se ordena la eliminación de todas las oficinas y posiciones relacionadas con DEI, así como de los planes de acción de equidad y programas asociados.
  • Las agencias deben revisar y ajustar sus prácticas de empleo, contratos sindicales y capacitación, eliminando cualquier referencia a DEI o conceptos similares.
  • Los líderes de cada agencia deben presentar informes sobre el impacto y costos de los programas DEI y recomendar acciones para alinear las operaciones con la nueva política.
  1. Monitoreo y ajustes:
  • La Casa Blanca coordinará reuniones mensuales para supervisar el avance en la eliminación de programas DEI y evaluar el costo económico y social de estas políticas en el pasado.

Ataques adicionales a la diversidad y derechos fundamentales

El alcance de las medidas de la nueva administración no se limita a la eliminación de programas DEI. En pocos días, se han llevado a cabo acciones que también afectan a otras comunidades vulnerables:

  1. Eliminación de portales gubernamentales clave:
  • El portal sobre derechos reproductivos (reproductiverights.gov) y el sitio en español de la Casa Blanca (whitehouse.gov/es) han sido desactivados, lo que dificulta el acceso a información esencial para millones de personas.
  1. Ataques a comunidades inmigrantes, LGBTQ+ y a la equidad de género:
  • Una nueva orden ejecutiva limita el acceso a atención de afirmación de género, incluso para adultos trans menores de 19 años. Planned Parenthood denunció esta medida como estigmatizante, contraria a la ciencia y peligrosa para la salud de la comunidad trans.

“El futuro de la diversidad, equidad e inclusión en los Estados Unidos depende ahora de la resistencia de las comunidades afectadas, las organizaciones defensoras de derechos humanos y el poder de una sociedad civil que no está dispuesta a retroceder en la lucha por la justicia social”.

Reacciones de organizaciones y activistas

Organizaciones como Planned Parenthood han alzado la voz frente a estas medidas, señalando que la administración está propagando información falsa y atacando derechos fundamentales. Alexis McGill Johnson, presidenta de Planned Parenthood Federation of America, declaró:

“El presidente Trump no tiene el poder de despojar unilateralmente a las personas de sus derechos. Planned Parenthood seguirá respaldando a la comunidad trans, que merece la libertad de tomar decisiones sobre sus cuerpos, vidas y futuros. Todas las personas merecen ser tratadas con dignidad y respeto.”

Un futuro incierto para la diversidad y la equidad

Estas acciones representan un retroceso significativo en los esfuerzos por construir una sociedad más equitativa e inclusiva. Al desmantelar programas que buscaban abordar desigualdades estructurales, la administración no solo pone en riesgo derechos conquistados, sino que también perpetúa una narrativa que minimiza las luchas de comunidades históricamente marginadas.

El futuro de la diversidad, equidad e inclusión en los Estados Unidos depende ahora de la resistencia de las comunidades afectadas, las organizaciones defensoras de derechos humanos y el poder de una sociedad civil que no está dispuesta a retroceder en la lucha por la justicia social.

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“Ningún proceso de diálogo está a favor de la impunidad”

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“Ningún proceso de diálogo está a favor de la impunidad”


Noviembre 20 – 2024

Por Laura Cruz

Hablamos con el Ex Alto Comisionado para la Paz, Danilo Rueda sobre el derecho a la paz de los colombianos, de cómo han mutado los grupos criminales, del actual acuerdo, sus tropiezos y sus logros. Además de la importancia de hablar y llegar a consensos de la protección del medio ambiente en el marco del conflicto colombiano. También la importancia de haber logrado por primera vez un cese al fuego. 

Rueda se refirió a la diferencia entre negociar y dialogar, señalando que negociar se vuelve algo mercantil y que lo importante de la llamada Paz Total, es poder tener conversaciones que ayuden a la reparación. Así mismo, señaló que el negociar con varios grupos es fundamental porque en procesos anteriores no ha bastado sentarse con un solo grupo. También resaltó los avances que hubo cuando era comisionado con el ELN, Segunda Marquetalia. Por último concluyó que la paz es una decisión de los colombianos y que solo sucederá cuando el pueblo esté listo para afrontar lo que significa.

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El Mandato Popular y Comunitario en la COP16

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El Mandato Popular y Comunitario en la COP16


Octubre 30 – 2024

Por Laura Cruz

La Conferencia de las Naciones Unidas sobre la Biodiversidad celebrada en Colombia, que ha hecho que el mundo ponga los ojos en el país y ha logrado poner en la conversación nacional los temas de cuidado del medio ambiente, se ha desarrollado en Cali con un gran aforo, sin embargo, tan solo 33 países de 196 han enviado sus planes de acción para revertir la destrucción de los ecosistemas. La ausencia de mandatarios de países con gran responsabilidad medioambiental como Brasil, Indonesia, India, y de los líderes de potencias económicas como Estados Unidos, China, y la Unión Europea, preocupa porque pone en entredicho el futuro de acciones concretas y el compromiso real de fortalecer las iniciativas climáticas globales. 

En contraste, Organizaciones Culturales, Populares y Comunitarias del Oriente de Cali, Guardias Indígena, Cimarrona, Campesina y Populares, sectores juveniles de mujeres y organizaciones comunitarias urbanas se juntaron en defensa de la biodiversidad y la Paz con la Naturaleza y llegaron a la zona verde ubicada en el Boulevard del Río para compartir un Mandato Popular, elaborado durante la Asamblea Popular que se realizó el 19 de octubre de 2024 en la  Institución Educativa Nuevo Latir,  que busca fortalecer la unidad y la voz de los pueblos, partiendo de un enfoque diferencial, con las mujeres  Defensoras de la Naturaleza y la Madre Tierra, con Visión Espiritual y Cultural entorno a la Paz, orientados desde la autonomía, la defensa del territorio y los principios de solidaridad, sororidad, doloridad, hermandad y la dignificación de la VIDA.

En medio de bailes y músicas tradicionales de las culturas indígena, cimarrona y campesina, en donde líderes de las diferentes comunidades, leyeron el Mandato Popular, frente a la flor de Inírida, la Flor eterna que al secarse mantiene su estructura y no se deforma con el paso de los años. El Mandato Popular comenzó reconociendo el papel de los medios de comunicación alternativos, comunitarios y propios como ejercicios de resistencia que aportan a la notoriedad y posicionamiento de nuestro pensamientos, cosmovisiones y experiencias locales. Así mismo, fueron enfáticos en afirmar que reconocen la buena voluntad del gobierno actual en la distribución de la tierra en algunos territorios, sin embargo, señalan que se necesita con urgencia una política agraria que garantice economías que sustentan la VIDA, que interactúe con la naturaleza, que dignifique el campesinado y permita resolver el problema histórico de la tierra en Colombia. 

Las denuncias del Mandato Popular

  1. Las políticas públicas, modelos económicos y sectores de poder económico que desarmonizan los territorios, rompen los tejidos organizativos y profundizan conflictos entre pueblos como una estrategia que rompe la unidad y la hermandad de lucha y resistencia, con el objetivo de materializar intereses que destruyen la Madre tierra. 
  1. El modelo extractivista, el uso de químicos para la fumigación y quema de las plantaciones que destruyen bosques, selvas, páramos y montañas, que contaminan el agua, el aire y los suelos, arrasando con la salud, la vida y los ecosistemas. Sus empresas de seguridad amenazan a la juventud, tal como el monocultivo de la caña que no deja descansar a la Tierra, forzándola a la explotación, negando su derecho a recuperar la fuerza.
  1. Las falsas soluciones de las energías renovables porque reafirman los modelos de dominación y explotación de las grandes empresas. Los campos de energía solar y eólica que instalan las grandes empresas sin incluir a las comunidades, invadiendo los territorios con lógicas similares a las de los monocultivos. 
  1. Las políticas que destruyen a miles de personas, a la diversidad de especies de animales, de plantas y a los territorios de vida. Políticas que despojan territorios y formas de relacionamiento familiar, comunitario, natural y cultural y construyen edificios, ampliando la ciudad, ocupando viviendas y territorios, negando nuestros planes de vida.
  1. La deforestación, la minería legal e ilegal, los megaproyectos y monocultivos como la palma de aceite, la coca, el banano, el pino, los cañadulzales en la región del Cauca y Valle del Cauca, planteados desde el sistema capitalista y patriarcal, responsables directos del conflicto social y armado en Colombia, del despojo, de la ocupación de nuestras tierras, de la violencia contra las mujeres indígenas, negras, afrocolombianas, raizales, palenqueras, campesinas y urbanas.
  1. El racismo estructural y cultural que excluye, discrimina, estigmatiza y marginaliza a los pueblos indígenas y negros, afrocolombianos, raizales y palenqueros. Llamamos a consolidar una paz incluyente que garantice el derecho a habitar y transitar los territorios.
  1. Condenamos la guerra que afecta nuestras prácticas culturales, destruyendo familias, comunidades y territorios. Es esencial mantener una relación armónica con la Madre Tierra, respetar las prácticas culturales ligadas a sanación y la armonización fundamental para la Pervivencia de los Pueblos, respetar los saberes de Mayoras y Mayores para caminar descalzos, ombligar y danzar en el territorio.
  1. Denunciamos que el narcotráfico que destruye los territorios urbanos, rurales y a las comunidades, conduciendo a nuestros jóvenes a problemas de salud, desarraigo de la vida, profanando nuestras culturas, nuestros planes de vida y procesos organizativos. 
  1.  El sistema capitalista y el patriarcado que niegan oportunidades a las niñas, las jóvenes y las mujeres y ha convertido a la Madre Naturaleza en un objeto, así como a nosotras las mujeres; hoy tanto la Madre Tierra como nuestros cuerpos se encuentran lastimados y destruidos. Rechazamos que nuestros vientres sigan siendo colonizados desde la ciencia, nombrados y de propiedad por el poder masculino. 
  1.  Las prácticas religiosas que han llevado al exterminio de nuestros saberes propios, destruyendo las creencias ancestrales y nuestras espiritualidades. Invitamos a volver al origen a encontrarnos con nuestras propias raíces. Rechazamos las religiones que nos hacen pensar que tenemos un poder superior como seres humanos sobre la Naturaleza, destruyendo la vida de la Madre Tierra.
  1.  La de violencia institucional y reclamamos un comportamiento distinto de las autoridades policiales, especialmente contra las juventudes. La policía debe actuar en el marco del respeto y garantía integral de los derechos humanos. 

Luis Acosta,  Coordinador Nacional  de las guardias indígenas en Colombia (ONIC), señaló que estaban caminando con los sectores populares de Cali con la Guardia Campesina, la Guardia Cimarrona y la Guardia Indígena, como cuidadores legítimos del territorio que siempre han defendido la cultura, el arte, la biodiversidad y la vida, y que llegaron a la COP con el objetivo de que los asistentes a ese espacio,  conocieran a quienes siempre han cuidado los territorios y cuál es la realidad que se vive en los mismos. 

Exigencias del Mandato Popular

  1. La reparación integral de los daños causados a las niñas, a los niños, a las mujeres, a la juventud, a las Mayoras y los Mayores y a los diversos Pueblos, como comunidades populares y organizaciones sociales y comunitarias que han sido desplazadas y desterradas por las violencias dentro de las ciudades y hacía las ciudades desde sus territorios.  
  2. La reparación del territorio y la visibilización de hechos de violencia como las desapariciones forzadas, los asesinatos, las masacres, las violencias sexuales y otras violencias. 
  3. Exigimos al Estado colombiano un verdadero compromiso con el desmonte del paramilitarismo y la condena a sus promotores y beneficiarios.
  4. Exigimos profundizar y avanzar en las reformas y las promesas del cambio para las verdaderas transformaciones que requiere el Pueblo colombiano y nuestras apuestas por la conservación, protección y defensa de la vida, la paz y la Madre Naturaleza.
  5. La creación de espacios en la ciudad donde podamos contemplar, caminar y conectar con la esencia de la naturaleza; anhelamos gestar lugares de participación y construcción, donde las comunidades y los territorios se entrelacen para edificar una ciudad que respira espiritualidad y las cosmovisiones de quienes provenimos de la tierra y de aquellos que han florecido en los sectores populares. 
  6. Una nueva perspectiva de construcción de las ciudades desde las organizaciones populares, comunitarias y los liderazgos ambientales, proponiendo procesos de ordenamiento territorial popular que luche contra el concreto y edifique con “sentido del cuidado”, respeto y en armonía con la naturaleza. 
  7. justicia climática y ambiental en articulación integral con la justicia social que reclamamos para la dignificación de la vida y un buen vivir.

  8. Que se asuma por parte de las Instituciones Públicas estatales el manejo responsable de los escombros y de los desechos residuales en las ciudades, municipios y sus terrenos aledaños, porque están generando daños profundos a nuestra Madre Naturaleza, ambientes barriales y a las comunidades. 

Seguirán resistiendo en defensa del Territorio

El Mandato Popular reconoce al Gobierno Nacional actual, progresista y del cambio, como aliado de sus luchas como sujetos de derechos. Sin embargo, es enfático en afirmar que los procesos dependen de las organizaciones sociales, políticas, populares y comunitarias desde los Territorios. 

Seguirán caminando hacia el fortalecimiento de propuestas de educación propia, popular, ambiental, cultural y social, desde la música, el arte y la danza, así como la reivindicación de saberes: la partería, los rituales de armonización y ofrenda, y el autogobierno como parte de las identidades étnicas y culturales unidas al ombligo de la Madre Tierra. 

Reivindicando la juntanza que mantiene las luchas territoriales ancestrales a la luz del principio: “la tierra no se vende, se ama y se defiende”, y su lucha por el derecho de los pueblos a la consulta previa, libre e informada, entendiendo que la biodiversidad no puede desentenderse de la diversidad de nuestros Pueblos. 

Mandataron la descolonización de los saberes y las transformaciones estructurales que replanteen el modelo económico capitalista, responsable de la crisis y problema ambiental actual. En ese sentido, exigen procesos de economías circulares e incluyentes que permitan convivir en armonía y equilibrio con la Naturaleza y que generen poder popular y comunitario.

Defienden la memoria de sus luchas, de sus ancestros y ancestras y los guardianes espirituales que ofrendaron su vida por el cuidado de los territorios y los derechos de sus pueblos. Hicieron un llamado para salvaguardar los cuentos, los mitos, las leyendas, el fogón, el baile, el canto y la danza como herramientas imprescindibles para caminar y defender el territorio y todos los seres que lo habitan. Elementos esenciales para sostener la fuerza de las luchas y resistencias colectivas, que hoy se trenzan y tejen con todas las Guardias y los sectores populares urbanos. 

Destacaron el papel de las huertas y terrazas como propuestas de soberanía alimentaria, ambiental y organizativa que incluye el intercambio de semillas. Al igual que el papel de líderes y lideresas ambientales, quienes cumplen un rol fundamental de lucha contra la crisis climática, el consumismo y la globalización de las economías.

El Mandato Popular nos recuerda la importancia de que los pueblos campesinos, afros, raizales, indígenas, sigan resistiendo ante los gobiernos municipales, incluido el actual de Santiago de Cali, que ignora como se ha hecho por años, la lucha de comunidades como la de Playa Renaciente, donde intentan imponer procesos de destierro sin garantizar derechos y amenazan con desalojos sin ofrecer condiciones dignas. Las comunidades exigen vivienda digna y territorio.

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Mujeres defensoras del territorio

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Mujeres defensoras del territorio


Octubre 28 – 2024

Por Jorge Luis Galeano 

En marco de la Conferencia de las Partes de la Biodiversidad (COP16) que se realiza en Cali, ONU Mujeres organizó el encuentro Defendiendo a las mujeres que defienden el planeta, un espacio con dos objetivos: hablar de las estrategias de protección para aquellas que se han dedicado al cuidado del medio ambiente en Latinoamérica y escuchar las experiencias y demandas de quienes decidieron proteger a la Casa Común, la naturaleza. 

Lideresas de Colombia, Perú, Brasil  y otros países  describieron tanto lo que hacen para evitar la destrucción de bosques, playas, ríos, manglares, selvas, como las consecuencias que tiene ello para su seguridad e integridad. 

Según el reporte de Global Witness, 196 defensores y defensoras de la tierra y del medioambiente fueron asesinados en 2023 en Latinoamérica, de ellos 79 sucedieron en Colombia. Sin embargo, este crimen no es el único al que se enfrentan, pues el silenciamiento a través de amenazas y procesos judiciales suelen ser comunes a la hora de querer silenciar las luchas por la tierra y la naturaleza. 

Además, la crisis climática afecta de manera diferencial a ciertas poblaciones. Se estima que “las mujeres, las niñas y los niños tienen 14 veces más probabilidades de morir que los hombres cuando tienen lugar desastres climáticos principalmente a causa del acceso limitado a la información, a la toma de decisiones y a los recursos” según ONU Mujeres.

Entre las lideresas ambientales participantes del encuentro, estuvo Kelly Campo Becerra de la Organización Femenina Popular, que se dedica a la protección de las cuencas del río Magdalena en Colombia. Para ella, estos espacios son importantes y más, en marco de una Conferencia de la ONU, pero enfatiza en que todo lo que suceda ahí debe impactar en los territorios “Es un puente que existe, pero que debe fortalecerse” dice y una de las formas que propone para ello es la utilización de un lenguaje menos técnico para, por ejemplo, dar a conocer las implicaciones de los Tratados y decisiones que se tomen para las estrategias de protección. 

Esa distancia (lo técnico y los territorios) se debe achicar, pues las mujeres que viven en zonas rurales están muy expuestas  a distintas violencias “Nosotros estamos en el corazón del extractivismo” dice Kelly y asegura que son zonas con alta presencia de grupos armados que, muchas veces, se oponen a su labor lo que incrementa el riesgo para sus vidas. 

Lo que se espera

La Declaración de Inídira, que nació de la movilización de varias organizaciones de Colombia y que resume las ideas de cómo las agendas ambientales deben responder a las necesidades de las mujeres en los territorios y poner en el centro las experiencias de cuidado y protección del planeta de las mujeres cuidadoras de la biodiversidad, fue recibida por el Gobierno colombiano para incorporarla como un insumo en el proceso de la toma de decisiones de la COP16. Decisiones que, se espera, fortalezcan los mecanismos de protección y, por supuesto, los recursos que viabilicen proyectos de bienestar para todas las que se dedican al liderazgo ambiental.

La realidad latinoamericana

Las violencias en contra de las defensoras del territorio no sólo las sufren las mujeres colombianas. Es un problema de toda latinoamérica. Se estima que en 2023, el 85% de los asesinatos de lideresas ambientales sucedieron en este continente, convirtiéndolo en el más peligroso para esta labor. 

Casos y denuncias hay muchos. Fuera de Colombia recordamos el asesinato de la ambientalista Bertha Cáceres, sucedido en 2016 en Honduras o el desastre de Minas Gerais en Brasil o la lucha de una campesina peruana que, por años, se ha enfrentado a una minera que ha intentado sacarla de su vivienda para explotar la tierra. Y justamente para conocer de dichas tragedias y las mujeres detrás de la lucha por justicia, se exhibe, en marco de la COP16, la película la Ilusión de la Abundancia, dirigida por Érika González y Matthieu Lietaert. 

En Hechoencali.com conversamos con Máxima Acuña y Carolina De Moura Campos, dos de las protagonistas de la cinta. Máxima, que visitó a Cali desde el Perú, es una mujer campesina que vive en un pequeño pueblo de la zona de Cajamarca. Habla de su experiencia de resistencia de años contra las mineras Newmont y Buenaventura que pretenden la explotación de su territorio. Ella se ha negado a irse, lo que le ha generado amenazas, acosos y un proceso judicial que ya cumple 14 años. La acusan de ser invasora, aunque ella dice tener todos los documentos que la acreditan como dueña de la tierra. 

Pese a todo ello,  se ha mantenido firme. No se ha ido del lugar, no sólo por defender su casa, sino al medioambiente, a la tierra que tanto ama. “Mi vida está en riesgo. Todos estamos amenazados por la contaminación que puede traer la minera” dice con convicción. Su determinación no ha pasado desapercibida, tanto ha resonado su lucha  que en 2016 fue reconocida con el  Goldman Environmental Prize, el más importante premio medioambiental del mundo. 

Por su parte, Carolina pelea contra otra minera en Brasil. Una que, si bien no la quiere sacar de su casa,  sí parece querer destruir la Casa Común, la naturaleza. Eso dice ella con vehemencia “Es una explotación irracional” y que ya generó una tragedia inmensa.  En 2019, un dique de la empresa Vale (así se llama la minera) se rompió y mató a 270 personas y más de 250 mil resultaron damnificadas. 

Lo peor del caso es que la construcción de dicho dique había recibido el certificado de una cualificadora alemana. Carolina y el grupo de personas con el que trabaja, lucha por justicia, porque la empresa responda por los daños ocasionados y, además, se abra un proceso en contra de dicha cualificadora por otorgar el aval a una construcción que, dice ella, a todas luces era inviable.  

Esas luchas enfrentan a mujeres comunes y corrientes (Carolina enfatiza en ello) a grandes poderes económicos y delincuenciales y combinan la exigencia de justicia y la protección del territorio.

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El derecho a la salud mental en un país enfermo

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El derecho a la salud mental en un país enfermo


Octubre 14  – 2024

Por Laura Cruz

“Los antidepresivos no quitan la depresión, al contrario, generan adicción. Jamás me curaron de nada, todo lo contrario, me enfermaron de otras cosas”. Esto dice Jonh Maicol Cardona Jaramillo, de 32 años, después de intentar varios tratamientos para mejorar su salud mental. Desde los doce años asiste al psicólogo por fuertes dolores de cabeza y porque tenía problemas para la resolución de conflictos. La primera barrera que encontró en este camino, fue la demora en las citas; lo segundo fue que la mayoría de los psicólogos le parecían apáticos y nunca pudo confiar en ellos. “La atención en las EPS es nefasta, las citas son muy demoradas, la mayoría del personal médico funciona en automático, y no le dan la importancia al motivo de consulta, creen que simplemente es una pataleta de adolescente”, dice John. 

El otro obstáculo que tuvo que enfrentar fue cuando de psicología lo remitieron a psiquiatría. Allí el especialista le dijo, sin ambages, que padecía depresión, bipolaridad, estrés postraumático, y esquizofrenia. A los 17 años, John y su familia tuvieron que cargar con un diagnóstico que para él fue una condena, un rótulo. “Lo que he entendido en palabras normales es que yo estoy loco, no me dicen esas palabras, pero eso se sobreentiende. Encima me dieron como cinco medicamentos y entonces yo me volví dependiente, sin eso no podía dormir”. 

Para John Maicol las consultas por un largo tiempo consistieron en que le preguntaran ¿cómo está? Y dependiendo de eso le bajaran o le subieran las dosis, motivo por el cual abandonó la terapia psiquiátrica y dejó los medicamentos. Afirma que desde el día que dejó de medicarse se encuentra mucho mejor, que controla mucho más sus impulsos, es más responsable y es consciente de que tiene un problema. Para John el gran problema de las terapias a las que asistió, es que no lo vieron a él, al paciente, sino que simplemente le recetaron como si se tratara de una simple gripa. 

A John todavía se le complica dormir. Sigue lidiando con sus problemas emocionales. Aunque actualmente recibe terapia con una psicóloga particular, aún se le dificulta abrirse y confiar. “Yo no confío y siempre pienso que las personas usan las debilidades de uno en contra en cualquier momento. El lunes tengo terapia. Con Jenny (la terapeuta) apenas empezamos y aunque tampoco hemos tocado a fondo, ella sí me inspira un poco más de confianza. Yo estoy dispuesto a seguir”. 

El de John Maicol no es un caso aislado. Según una investigación en Política Nacional de Salud Mental del Ministerio de Salud, en colaboración con el Centro Nacional de Consultoría en 2023,  el 66,3% de los colombianos mayores de 18 años ha experimentado algún problema de salud mental a lo largo de su vida. Este porcentaje es significativamente mayor en mujeres (69,9%), con un aumento notable entre las jóvenes de 18 a 24 años. Lo grave de la situación no es que más del 50 por ciento de los colombianos padezca una enfermedad relacionada con salud mental, sino que pocos reciben atención oportuna como lo corroboró el Instituto Nacional de Salud, que señala que cuatro de cada diez personas que en Colombia sufren o han sufrido alguna enfermedad mental, han tenido algún tratamiento o atención y, para cuando realizan la primera consulta, ya han trascurrido aproximadamente ocho años de enfermedad.

Esta falta de atención se ve reflejada en las 49 mil 321 manifestaciones de inconformidad relacionadas con salud mental que recibió la Superintendencia Nacional de Salud entre enero y agosto del 2023. Inconformidades que fueron radicadas, mayoritariamente, contra Entidades Promotoras de Salud (EPS), tanto del régimen contributivo como del subsidiado. Las EPS con mayor cantidad de manifestaciones de inconformidad por problemas de atención en salud mental de sus afiliados son: Nueva EPS, Sanitas, SURA y Salud Total. Las quejas más frecuentes de los pacientes son: la negación de las citas o demora de asignación de estas, así mismo, la falta de especialistas en el campo y la no entrega o la entrega inoportuna de medicamentos.

Pero ¿Cómo repercute en los colombianos que no haya un buen servicio en la prestación de servicios de salud mental? Aunque no está comprobado que haya una relación directa entre la falta de atencióna la salud mental y el suicidio, es importante mencionar que según un informe del Instituto de Medicina Legal correspondiente al primer trimestre de 2024, se registraron 712 casos de suicidio, de los cuales 205 fueron cometidos por jóvenes entre los 18 y 28 años.

Cabe resaltar que el Derecho a la Salud implica, también, acceso a todos los servicios de salud mental “Todas las personas tienen derecho al más alto nivel posible de salud física y mental. Los países tienen la obligación legal de formular y aplicar leyes y políticas que garanticen el acceso universal a unos servicios de salud de calidad y aborden las causas profundas de las disparidades en materia de salud, incluidas la pobreza, la estigmatización y la discriminación”.

En el marco de la conmemoración del Día Mundial de la Salud Mental, que se lleva a cabo cada 10 de octubre, es importante saber  qué tanto se garantiza en Colombia el acceso de calidad a pacientes que quieren tratar su salud mental y dónde están las principales fallas. Para esto consultamos a dos psicólogos que tienen una amplia experiencia en la atención de pacientes.

Robinson Grajales, psicólogo de la Universidad de Antioquia, especialista en psicoanálisis,   señala que en Colombia siguen aumentando los reportes de personas con trastornos de salud mental. Más de 500 mil personas se han reportado en los últimos años con trastornos, pero el problema es que ni siquiera la mitad recibe diagnósticos en salud mental, en parte debido a que todavía existe cierta estigmatización. 

Para Grajales otro grave problema que enfrenta la salud mental en Colombia es que hay un déficit en esta atención, ya que se calcula que en Colombia hay alrededor  de 5 psiquiatras por cada 100 mil habitantes. Lo recomendable es que sean diez psiquiatras.  Esta situación no  solamente afecta la atención en las EPS, las citas suelen demorarse, y  además  la medicación usualmente no está disponible. Otro problema es que muchos de estos tratamientos deberían ser acompañados con psicoterapia, principalmente los que tienen que ver con ansiedad y depresión, y esto no es posible siempre. 

La psicóloga Andrea Muriel Benavidez, egresada de la Universidad Javeriana, quien lleva ocho años ejerciendo en este campo, dice que, al menos en su propia práctica, las enfermedades de salud más comunes son: cuestiones relacionadas con la ansiedad, ya sea trastorno de ansiedad, ataques de pánico, estrés crónico, depresión, trastorno depresivo como tal o generalmente tristeza o desesperanza, y el motivo de consulta más frecuente son las relaciones de parejas o relacionales. 

Para ambos psicólogos la principal falla de las EPS consiste en que las citas con psicólogos no se dan con la celeridad suficiente, y se dan con espacios muy amplios entre una y otra, cuando la psicoterapia requiere la mayoría de las veces, una atención constante. Como las citas son muy dispersas en el tiempo el paciente no puede hacer un proceso adecuado. Una de las principales causas de que las terapias no sean constantes es que los psicólogos toman el modelo de la atención psiquiátrica, es decir, medicar y controlar la medicación.

“Las EPS deberían procurar que haya citas oportunas con los psiquiatras, entrega oportuna de medicamentos, un acompañamiento de psicoterapia con una cantidad de citas suficientes para atender por lo menos ciertas crisis puntuales y hacer más cortos los periodos entre las citas con los psicólogos” sugiere la doctora  Muriel.

Los jóvenes y la salud mental

Para Robinson Grajales, las nuevas generaciones han tenido más oportunidades de hablar de salud mental, debido a que en los últimos años se ha hecho mucho énfasis en la definición de salud que da la Organización Mundial de la Salud y que reza:  “la salud es el bienestar completo físico, mental y social y no solamente la ausencia de enfermedad”. Este énfasis pone en el mapa, las enfermedades que no son visibles en el cuerpo, dice Grajales lo que  permite entonces, que las enfermedades del aspecto mental tomen importancia. “Se ha ido desestigmatizando poco a poco. Para la gente ya es más común hablar de su salud mental; al léxico cotidiano de la gente se ha incorporado conceptos que tienen que ver con cómo detectar la ansiedad, cómo manejar las emociones. Sumado a esto hay muchas campañas de las diferentes instituciones. Sin embargo, esto no significa que se garantice el acceso a la salud y  una consulta privada por lo regular es bastante costosa”

Dado el costo de las consultas psicólogas, ¿cómo hacen los jóvenes para acceder a un tratamiento? Según el ministerio de Salud,  en la población joven de entre  18 a 24 años, el 75,4% reporta haber enfrentado problemas de salud mental.  

Isabela Romero Castaño, quien cursa último semestre de psicología en la Universidad del Valle y hace sus prácticas en el área de psicología de la misma Institución Educativa,  señala que  muchos estudiantes de la universidad presentan quejas  respecto a la rapidez en la atención de las citas. Además la planta donde se presta el servicio de psicología, antiguos dormitorios que se dividieron y ahora se utilizan como consultorios, tienen paredes muy delgadas, que impiden la privacidad necesaria para este tipo de atención. Por último, muchos jóvenes se quejan de la calidad del servicio porque no es extenso y no se tratan todos los temas que llevan a terapia. 

“Hay mucha demanda, el personal trata primero lo que implique cualquier tipo de violencia o sugiera riesgo de suicidio”, señala Romero. “Es necesario informar mejor a los estudiantes sobre lo que pueden esperar del servicio de psicología de la Universidad, ya que muchos van con altas expectativas, creyendo que van a resolver todos los temas y cuando ven que esos temas no se abordan, llega la decepción y la verdad es que durante la consultan pueden abordar un área, la atención de la universidad nunca va a reemplazar la terapia normal”, concluye.

El conflicto armado y el contexto social

Otro factor que influye en la salud mental de los colombianos, según Robinson Grajales, es la historia de violencia que ha vivido nuestro país. “La violencia, la desigualdad y la inseguridad, efectivamente afectan la salud mental de las personas, en términos de producir incluso ansiedad, depresión y también otros aspectos sociales” Añade que el desempleo y  la inseguridad económica también afectan en estos casos, además, dice que la falta de educación para el manejo adecuado de las emociones, los roles sociales de hombres y mujeres que generan presiones para amoldarse a ciertos modelos en los cuales a veces no encajan muchas personas, se cuentan como factores que desestabilizan la salud mental.

Redes sociales

Para Andrea Muriel un factor que se debe tener en cuenta son la redes sociales y los medios de comunicación, ya  que pueden incidir en la salud mental, sobre todo porque “muestran fenómenos  cercanos a nuestra realidad,  y otros que nos pueden afectar, también cuestiones como de comparación, de reconocimiento de vida de otros, que puede generar ciertos efectos sobre mí, cuestionamientos, culpa, emociones o pensamientos que no sean tan favorables para afrontar la cotidianidad y que son lejanos” La profesional añade que  algunas personas deciden socializar más por las plataformas digitales y se alejan de sus círculos sociales, de sus familias y el aislamiento puede traer problemas de ansiedad y depresión.

Prevención del suicidio en Colombia

Según Robinson Grajales en Colombia hay unas políticas públicas para la prevención del suicidio, “el Ministerio de Salud ha venido realizando un seguimiento durante los últimos años a la problemática del suicidio y ha identificado unos factores de riesgo  para los cuales han generado estrategias de atención. Una tiene que ver con la satisfacción de necesidades básicas. Otra estrategia es el fomento de las habilidades socioemocionales, y campañas  para la reducción del consumo del alcohol o para prevenir el abuso de sustancias psicoactivas. Asi mismo, las instituciones tratan de controlar el  acceso a medicamentos u otros medios de suicidio y fomentan la intervención en crisis, no solamente a través de la formación de profesionales propios de la salud mental, sino también de otro profesionales que están en contacto con personas que están en riesgo, por ejemplo en los colegios y en las universidades.”

“También se forman docentes en intervención en crisis”, asegura Grajales. “Los primeros auxilios psicológicos también hacen parte de una política pública. Lo otro es cómo brindar atención también a las personas que tienen otros trastornos o problemas mentales, por ejemplo como la esquizofrenia u otros que también son parte del suicidio. Realmente parece que esas políticas han funcionado, porque en el último año han disminuido los suicidios, de hecho pasaron en el primer semestre de 2023 de 1833 a 1677 en el primer semestre de este año. Lo que implica una reducción de alrededor del 9%.”

“Esto no acaba del todo con el problema y van apareciendo otros factores que son importantes allí, por ejemplo, los suicidios se dan sobre todo entre los jóvenes, entre hombres y mujeres, entre 20 y 29 años sobre todo y el grupo poblacional que le sigue es de los 15 a los 20 años, lo que implica que nos pensemos, qué está pasando con este segmento de la población. Tal vez sea que están más expuestos a asuntos de riesgo como se mencionan  de la salud mental como son las redes sociales, la inseguridad económica, ciertas condiciones de habilidades socioemocionales. Se podría pensar que esta población es más vulnerable a esos factores de riesgo”, concluye. 

Las causas más frecuentes del suicidio

Las causas más frecuentes de suicidio son padecimientos como la ansiedad y la depresión, además de otras enfermedades mentales secundarias como la esquizofrenia.  Otras causas son las decepciones amorosas y las dificultades económicas, además de las causas asociadas al uso de drogas o del alcohol. Otros aspectos que tiene que ver con el suicidio y que distingue entre hombres y mujeres, según Grajales, es que “los hombres son los que usan métodos más definitivos y eficaces para quitarse la vida, mientras que las mujeres parece que intentan suicidarse más, usan métodos menos eficaces; los hombres parece que usan métodos más violentos mientras que las mujeres prefieren las sustancias tóxicas”

Acompañamiento

Lo recomendable si alguien cercano está en riesgo de suicidio es tomarlo en serio.Según Robinson Grajales, no importa de dónde provenga la situación el problema o su tamaño, “desde afuera se puede ver algo sencillo o una exageración, pero las personas cuando se suicidan no quieren quitarse la vida en sí misma sino acabar con un sufrimiento al que no le ven salida o del que no tienen ninguna esperanza de salir.”

En casos extremos, ante un intento de suicidio y/o de una crisis emocional muy fuerte, es recomendable acudir a los centros de atención mental, “pero básicamente es la compañía y también involucrar a esta persona en redes sociales de apoyo de diversa índole. Un dato que llama la atención en los suicidios, es que definitivamente aumentan los domingos, los fines de semana, entonces uno podría pensar que ahí las personas  están por fuera del trabajo, que están solas, que no tienen una vida social adecuada y eso puede ser identificado como otro factor de riesgo.”

“Otro aspecto muy importante es seguir concientizando a la gente de que acuda a los especialistas en salud mental, pues puede ser que para todas las personas no sea fácil acceder, pero con seguridad en muchas instituciones, en escuelas, colegios, universidades y en empresas tienen programas de atención en salud mental. Cada vez en las instituciones la gente está más atenta a estos rasgos y efectivamente yo creo que uno de los puntos que si pueden mejorar mucho la atención al suicidio, la prevención del suicidio, es precisamente que la gente pueda tener acceso a procesos de psicoterapia a través de un terapeuta especializado y que haya un acompañamiento constante de un psicólogo”, recomienda Grajales. Otro aspecto importante es insistir y concientizar en el pedido de ayuda, “ cuando sientan que no pueden manejar una situación emocional provocada por cualquier circunstancia de la vida por más insignificante que parezca”, es posible pedir ayuda.

Recomendaciones para una buena salud mental

Redes sociales fuertes,  acceso a especialistas. y prácticas de autocuidado como  una alimentación saludable, la práctica de algún deporte, el no abuso de sustancias psicoactivas, el ocio, el descanso y actividades de esparcimiento, son las recomendaciones mencionadas por los especialistas, todas válidas y avaladas por quienes saben de salud mental, pero de difícil aplicabilidad en ciertos contextos sociales. También se sugiere, debido a que la salud mental no suele presentar una sintomatología física o explícita, la prevención,“ los seguimientos, el antes, durante o después para concientizar más a la población, de por ejemplo, qué efectos puede tener la noticia de una enfermedad crónica que está recién diagnosticada” en lo que Robinson Grajales, menciona todavía no son fuertes las EPS.

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