Alejandrina es consciente de las problemáticas de su barrio, pero también sabe que un cambio es posible si de manera colectiva se construye. Quizás esa es una de las razones por las que estudia Trabajo Social en la Universidad Antonio José Camacho y es coordinadora del Semillero AFRODES que nació en el 2017, después de la firma del Acuerdo de Paz con las FARC. Nació como una iniciativa de los jóvenes afrocolombianos en el suroccidente colombiano para articularse en torno a varias líneas de trabajo: fortalecimiento de la identidad ancestral, formación en derechos humanos, perspectiva de género, y prevención del consumo de sustancias psicoactivas.
En la actualidad, el semillero está integrado por jóvenes víctimas del conflicto armado de las comunas 14, 15 y 21, provenientes del Pacífico colombiano: Buenaventura, Tumaco, Satinga y El Charco. Sus edades oscilan entre 14 y 28 años, y sus familias fueron reubicadas en la Urbanización Casas de Llano Verde en el año 2013 en el marco de la implementación del Programa Nacional de Vivienda Gratuita. El proceso de formación de la agremiación se ha llevado a cabo entre 2017 y 2020.
Según información suministrada por el Departamento Administrativo para la Prosperidad Social (DPS,2014), para el 2014 en Llano Verde se reubicaron 2416 jóvenes entre 14 y 28 años (1259 mujeres y 1157 hombres). A la fecha el 44,3 % se encontraba estudiando en educación media, 36,3 % cursaba secundaria y un 6,1 % primaria. Apenas un 8 % contaba con un nivel de formación técnica y tan solo el 1,2 % había alcanzado el nivel de formación de educación superior. Mientras el 66 % se encontraba estudiando, el porcentaje restante se ocupaba en otras actividades así: tareas del hogar (14,2 %), otras actividades (3,1 %), buscaban trabajo (14,8 %); o contaban con una incapacidad permanente para trabajar (1,4 %).
Uno de los principales objetivos del semillero es realizar dinámicas que les permitan conservar la cultura que tenían en sus tierras y que se ha ido perdiendo a causa del desplazamiento, ya que muchas de las nuevas generaciones no han nacido en el territorio, no recuerdan o bloquearon los recuerdos a causa de la violencia, lo que ha causado una desconexión total de sus raíces. Lo que ha provocado, por ejemplo, que muchas de las jóvenes del barrio sienten vergüenza por su cabello. “Tenemos las niñas, que muchas dicen que les da pena o no quieren tener el cabello que tienen, que quieren un pelo lacio. Esto es producto del desarraigo al que nos lleva la cultura occidental”.
A raíz de esta situación, desde el semillero buscan el fortalecimiento de la cultura propia y la incidencia en las políticas públicas que ayuden a tener herramientas para proteger a los jóvenes. También han buscado que los adolescentes ocupen su tiempo en actividades que les permitan aprender un oficio y sirva de puente para, de alguna forma, reconectar, un ejemplo es un taller de estampados que tiene un enfoque en la afro-educación.
Según Meneses la afro-educación debe pensar en cómo plantear soluciones a múltiples discriminaciones en los espacios educativos y revisar también que los efectos de la ideología del racismo complejizan las problemáticas sociales que han desencadenado los sistemas patriarcales y capitalistas sobre las mujeres afrodescendientes. Dadas las implicaciones del cuidado del otro en el hogar, se diseñaron talleres paralelos, a su vez, con los menores, para que las asistentes pudieran participar en todas las sesiones. De esta forma, se incorporaron al diseño del curso las necesidades planteadas por las mujeres afrocolombianas de AFRODES.
El semillero también ha logrado articulación con la academia, a través de diferentes universidades como la Javeriana, Unicatólica, Univalle, a donde los integrantes del grupo han participado en las escuelas de políticas públicas y, a través de lo aprendido, se han ido empoderando y tratando de construir una nueva vida.
El semillero, además, tiene una escuela de formación ancestral que tiene como objetivo retomar las prácticas culturales y recuperar todas sus costumbres. El trabajo que realizan en este espacio no solamente llega a los jóvenes de Llano Verde, sino también a las comunas 13, 14, 15 y 21 que son las localidades donde hay más población afro y en condiciones de mayor vulnerabilidad en la ciudad de Cali.