Está sentada en una silla de plástico. Al fondo la cocina y un letrero que dice Afrodes. Hay muñecas negras, timbales, materiales para trabajar. En la sala de esta casa hay más movimiento, más vida, de la que logro percibir este lunes festivo.
“Yo creo que la mitad de mi vida se perdió”, me responde Erlendy cuando le pregunto. ¿Qué cree que ha perdido con el desplazamiento? Estamos en la que antes era su casa, en la que dejó de ser una nómada en el mismísimo oriente de la ciudad y descansar de tanto trasteo. En esa casa en la que le hicieron un atentado, hoy recibe a los jóvenes del barrio que forman parte de un proyecto denominado Afrodes.
Tiene casi 50 años, dos hijos, ojos negros y transparentes como los ríos de su corregimento. Le ha hecho duelo a 14 familiares que la violencia le arrebató. Llegó a Cali con 300 mil pesos. Su mejor amigo fue Bernardo Cuero Bravo y a Cuero Bravo lo asesinaron el 7 de junio de 2017. Se tituló de abogada en la Universidad Católica. Es líder social, nombre meritorio y escrito a pulso con la labor que realiza en su comunidad.
Erlendy nació en un lugar que está atravesado por agua. Es un pequeño paraíso que hasta hace unas décadas estaba lejos de la violencia. El corregimiento 8 está ubicado a 45 minutos de Buenaventura, lo atraviesan varios ríos cristalinos como Sabaleta, San Marcos y Agua Clara. “De ese corregimiento sale el mejor chontaduro de Buenaventura”, mientras ríe. Erlendy Cuero Bravo nació allí en 1975. En una época en la que no había violencia o ella no la recuerda, pienso, pero luego reflexiono: la violencia no se olvida.
Su familia siempre se dedicó al comercio del chontaduro. Esa fruta es una de las que más se exporta en el Valle del Cauca y ocupa un 70% de la producción agrícola en Buenaventura, según el Plan de Desarrollo Distrital (2020-2023) Es, también, el sustento de muchas familias que viven de la informalidad, casi un 63 % de la población bonaverense. La madre de Erlendy murió en un viaje en el que intentaba abrir más espacios de venta.
Después de esa muerte, la vida de la niña y su familia cambió. Primero dejaron sus ríos, su ruralidad y se fueron a vivir al barrio Rafael Uribe Uribe de la comuna 12 en Buenaventura y en el que actualmente, según informes de la Policía, hacen presencia distintos grupos armados como los Chotas y Espartanos. La vida en el barrio Uribe Uribe comenzaba a tomar forma ya que estaban construyendo la casa que sería su hogar, sin embargo, en 1987, el padre de Erlendy fue asesinado de ocho tiros.
“Desde la muerte de mi padre ocurrieron asesinatos sistemáticos en mi familia. El último fue el 1 de enero del 2024. Cuando desapareció un primo y pusieron a su madre a buscar el cuerpo. Mi familia ha perdido más de 14 personas, todas asesinadas de forma violenta en Buenaventura”. Erlendy, además de afrontar estas violencias y la orfandad, sobrevivió viajando entre Cali y Buenaventura: una nómada atrapada en el Valle.
“Después de la muerte de mi papá me sacaron de Buenaventura, pero yo no me amañaba, entonces me devolví. Yo parecía una cosa loca”. A los 18 decidió quedarse en Buenaventura, terminando de construir lo que sus padres dejaron. En ese tiempo logró algo de estabilidad y, además, tuvo dos hijos, la parejita. Para este tiempo los victimarios ya habían mudado de nombre: ya no eran los paramilitares sino el frente 30 de las Farc, que lideraba, en ese entonces, alias Mincho.
Mincho me mandó una carta diciendo que tengo que entregar mi propiedad a otra persona” y como Erlendy, que siempre ha sido picada a loca como le dice su hijo, le respondió “hijo de puta”, y que no, que eso era de su familia. Entonces, Mincho dio la orden de que le desbarataran la casa y en el año 2000 debió salir de Buenaventura, esta vez, con sus dos hijos. Luego fue muy difícil reparar las tierras porque las comunidades afros, en su mayoría, no tienen titulación, porque ellos mismos marcan los linderos de propiedades de este territorio.
En pleno cambio de siglo, cuando la humanidad tenía la esperanza de un futuro mejor, Erlendy llegó desplazada “con una mano adelante y otra atrás” a Puertas del Sol, un barrio de Cali.
Como Erlendy, miles de familias desplazadas siguen llegando desde los departamentos de Nariño y Cauca. Según el registro Único de Víctimas (RUV), esta ha sido la realidad de 8 millones de personas que han sufrido de desplazamiento forzado interno desde hace más de un siglo y que supera a la población de Bogotá.