Septiembre 18 - 2021
Texto: María del Mar Infante
Fotografías: María del Mar Infante y Roberto Cuero
Los orishsas, gobernantes de las fuerzas de la naturaleza y las deidades africanas del agua nos dieron la bendición, el 20 de abril, para iniciar el recorrido de la Caravana Fluvial Humanitaria por la Vida y la Paz en el Pacífico caucano. La Caravana, que comenzó en el Municipio de Guapi a ritmo de marimbas, cununos y guasá, acompañados de las voces potentes de las cantaoras del pacífico que a unísono clamaban por el respeto a la vida y a los territorios, visitó las comunidades de Limones, Timbiquí, Puerto Saija, Noanamito, Zaragoza, San Antonio de Chuare y Lopez de Micay para dejar un mensaje de paz.
Este recorrido, organizado desde el mes de febrero en Popayán con diferentes organizaciones étnico territoriales, sectores eclesiales, sociales, de la institucionalidad pública y de oganismos internacionales se realizó con el fin de articular sentires y pensares de la comunidad del pacífico caucano y del suroccidente como parte del Pacto por la Vida y por la Paz respondiendo a la grave situación humanitaria que atraviesa el territorio como consecuencia del conflicto armado por parte de actores ilegales, a la no implementación del Acuerdo de Paz, a la militarización de los territorios, al reclutamiento forzado y asesinato de niños, niñas y adolescentes, la persecución y asesinato a los líderes, lideresas y defensores de los derechos humanos y al olvido estatal que no promueve garantías ni protege los derechos humanos de las comunidades étnicas del pacífico y del suroccidente colombiano.
Laa caravana fluvial humanitaria se piensa como símbolo de compañía, de fuerza y de espíritu colectivo para arropar a las comunidades que habitan a lo largo la cuenca del Pacífico que está conformada principalmente por los ríos Guapi, Timbiquí, Saija y Micay; haciendo homenaje a una tradición sudafricana y de dicho popular “Ubuntu” que significa “soy porque somos” dejando esa voz de aliento en los territorios en manifiesto que no están solos.
Asímismo, en ofrenda a la esencia de la ancestralidad protectora se entregó a cada comunidad visitada un esqueje del árbol sagrado del matarratón junto con una cruz del mismo tronco como emblema protector para salvaguardar la vida tanto por el recrudecimiento de la violencia como del virus que afecta la salud de la población mundial. Y es que para las comunidades del pacífico es una tradición el uso de plantas medicinales para curar dolores, malestares, sanar heridas y prevenir enfermedades, es por esto que en el marco de la pandemia por el virus del covid ha sido el uso de esta planta la que ha permitido que la comunidad mitigue la enfermedad.
La gran diversidad natural embellecía el paisaje a la vez que emocionaban los encuentros repentinos con pequeñas poblaciones que alentadas por el paso de la caravana nos saludaban con banderas blancas que ondeaban a lo lejos. En las paradas los emotivos recibimientos en cada puerto estaban llenos de cantos, bailes y alegría por nuestra llegada removiendo inevitablemente emociones que iban entre la impotencia y la esperanza de no rendirnos en este duro andar de la defensa de la vida y el territorio.
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