Abril 15 - 2022
Por Laura Cruz
Juan Miguel Alvarez me dio su libro Verde Tierra Calcinada en una casa del barrio Miraflores de Cali y en su dedicatoria dice “Que este libro le sirva para llegar a un pais de color y sombras” y exactamente esa es la imagen que se pinta de Colombia en las 319 páginas que lo conforman dentro de las que también están las fotografías del reportero gráfico Federico Ríos. Pero en este trabajo no solo leemos y vemos el territorio entre colores y sombras, sino también quienes han sido victamarios en el conflicto armado . Juan Miguel nos trata de explicar el porqué de esta oscuridad.
Este libro es un viaje por Colombia en el que un reportero y un fotógrafo intentan sacarnos de la burbuja y mostrar cómo la guerra que escogió el campo como madriguera ha dejado miles de víctimas que muchos mandatarios se han negado a ver, o más que eso, han negado. Los viajes que enmarcan este recorrido surgieron cuando el Gobierno de Juan Manuel Santos estaba en plenos diálogos en La Habana con la guerrilla de las Farc y si bien el libro muestra casos que mantienen viva la esperanza, los hechos son narrados sin metáforas, ni arandelas sino con la voz de las víctimas. Narraciones que muestran las heridas que ha dejado la guerra, no solo en las personas sino en los territorios, como si la tierra también recordara que allí se derramó sangre.
El libro nos lleva a los solares de las casas de los campesinos, recorremos trochas y vemos los paisajes imponentes y, en medio de ellos, las huellas de la guerra. Verde Tierra Calcinada comienza en La Puria en el Chocó, donde se narra el retorno de los Embera Katío a su territorio y cómo, de alguna forma, el Proceso de Paz ayudó a que hubiera algo así como una esperanza colectiva. El autor no se queda solo en contar el retorno, sino también el desplazamiento que sufrieron, lo agreste de la ciudad para los indígenas y el abandono estatal del que siguen siendo víctimas.
El segundo viaje es por el cañón de Las Hermosas en el Tolima, donde el autor nos relata no solo el presente en el que viven sus habitantes y de la militarización constante que sufre la población de Chaparral, sino que nos devuelve a una de las regiones históricas para las Farc desde que se originó esa guerrilla. En este viaje conocemos el proceso liderado por mujeres que organizaron la Mesa de Transparencia, una instancia de debate público con la que campesinos en resistencia habían denunciado las violaciones de Derechos Humanos del Ejército y la Policía.
Una de las crónicas que más me golpeó fue la de El Arenillo, una vereda de Palmira que queda a hora y media de Cali y las preguntas que quedan son ¿Por qué no resonó en Cali? ¿Por qué nadie hizo nada? ¿Por qué el Estado no fue solo cómplice sino que estuvo involucrado?
En esta crónica el autor no sólo nos muestra la barbarie del bloque Calima de la Casa Castaño, de los militares, sino también cómo todos estos actores de guerra cohabitan el territorio y cómo en un espacio agreste, no por la naturaleza sino por los hombres, los campesinos tuvieron que aceptar vivir con la violencia e incluso, ayudar en ocasiones a los distintos frentes y hasta sentir pena por algunos jóvenes que hacían parte del conflicto.
El cuarto capítulo nos lleva a la Balsa en Tumaco donde un grupo de jóvenes de los barrios más afectados por la violencia forman el Teatro por la Paz, con el fin de denunciar la violencia. En este relato encontramos el polémico Plan Colombia y los cultivos de coca como la única economía posible para los campesinos, sumado a esto el abandono estatal. También vemos y leemos cómo la comunidad sigue resistiendo de una manera simbólica.
María Catalina Cobo Mahecha, una enfermera jefe, que fue a realizar su año rural en Calamar-Guaviare, es quien en este libro representa a las personas desaparecidas por los grupos al margen de la ley. Juan Miguel nos relata su vida, su trabajo, su desaparición y también la lucha de su madre, que es una lucha de tantas mujeres en Colombia por conocer la verdad sobre el paradero de sus hijas e hijos. Paulina madre de Cobo, cuenta cómo el dolor se ha mantenido a su lado, pero también cómo ha logrado una reparación simbólica y conocer la verdad del paradero de su hija.
Los otros capítulos nos llevan a Génova, Quindío, Guaduas y Chocó. Cada historia de Verde Tierra Calcinada, cuenta de una manera micro una parte de la realidad que vivió Colombia en una guerra de 60 años. Juan Miguel relata una parte importante de esa historia, muestra casos de reclutamiento y hace reflexiones de lo que es el reclutamiento. Nos habla del despojo pero también del retorno, de la violencia y de la resistencia, de la guerra pero también del proceso de paz. El autor es capaz de dibujar con sus párrafos el paisaje rural pero también el urbano y el humano.
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