Fui hombre, soy mujer, soy Orlando: Virginia Woolf
Fui hombre, soy mujer, soy Orlando: Virginia Woolf
Enero 24 - 2021
Por Laura Cruz
Es casi irresponsable, precipitado y, por supuesto insuficiente, como si todas las reseñas no lo fueran, el escribir esta. El lenguaje nunca alcanza para expresarse así mismo, quizás de estos laberintos nos hablaba Borges, el laberinto siempre fue el lenguaje. Y digo que esta reseña es insuficiente porque Orlando exige multiplicidad de lecturas y, sobre todo, el libro exige una gama de escritos para poder vislumbrar, así sea desde una diminuta ventana, la obra que Virginia Woolf escribió hace casi un siglo en su pequeña cabaña, que quedaba a kilómetros de su amado Londres.
Orlando, publicado en 1928, fue la antesala para escribir Una Habitación Propia, donde Virginia deja muy claro que: «Una mujer tiene que tener dinero y una habitación propia para poder escribir novela». La autora hace una simbiosis del género y la escritura porque es uno de los campos en la historia de donde la mujer la han querido borrar. No podemos olvidar que Woolf afirma: "En la mayor parte de la historia, Anónimo era una mujer".
Hago referencia a Una Habitación Propia por la equidistancia que maneja con Orlando: en la escritura, en el género y en el contexto histórico, las dos obras tienen un puente con cimientos de palabras, sin embargo, la distancia que tienen también recae en el lenguaje, ya que el género narrativo cambia por completo. La escritora de Orlando, no es la misma que la de una Habitación Propia, La Señora Daloway o Las Olas. Orlando es irónico, contundente, valiente, profetiza debates feministas contemporáneos y se adelanta a muchos de los libros de Judith Butler, filósofa y autora del Género en Disputa y principal referente de la Teoría Queer.
Virginia saca a la superficie los estereotipos de género, derrumba la historia escrita con tinta patriarcal, nos propone un personajx subersivx, desafiantx, que no encaja en una categoría, y que la hace honor a los movimientos sociales, a los liderazgos, y a la otra historia escrita sin mesura y que lleva el nombre de mujer, mujer en plural. Así mismo, con aguda conciencia, nos muestra quizás el primer personaje trans de la historia y que será será una de los primeros escritos reconocidos sobre literatura trans.
Por otra parte, el libro es un sátira exquisita, perfecta y sutil a la literatura de la época y sobre todo al género biografía al que el padre de Virginia se dedicaba. También nos muestra que el lenguaje para describirse a sí misme no se basta, como si se mirara al espejo y no encontrara el reflejo de su rostro.
En esta novela Virginia iza todas sus banderas: las del amor, porque es un libro dedicado a Vita Sackville-West, de quien Woolf había estado enamorada, y fue una de sus primeras amantes. Vita, quien era una aristócrata escritora y estaba casada, dirá sobre el libro: "Has inventado una nueva forma de narcisismo —confieso— estoy enamorada de Orlando —ésta es una complicación que no había previsto". Años después, Nigel Nicolson, el hijo mayor de Sackville-West, se refirió a esta novela como "la más larga y encantadora carta de amor de la literatura".
Orlando es un joven de 16 años, aristócrata que vive en el periodo Isabelino, y que vivirá durante 300 años, no solo saltando en el tiempo sino de un género a otro. Orlando será poeta, conocerá el amor y la diplomacia, el poder y la discriminación. Además, estará en los momentos con mayor relevancia histórica de Inglaterra y el resto de Europa.
La historia inicia con Orlando hombre, sin embargo, resalta sus rasgos andróginos y su forma de vestir. Es el siglo XVI, en la época isabelina, Orlando verá a una reina poderosa, autoritaria y en el libro se alude al gusto de la reina por los jóvenes y la mentira de su virginidad, Orlando será el favorito de la reina que, aunque jamás se menciona es Isabel Primera.
Aunque parecería deliberado el año en el que comienza la historia, será un periodo clave para la mujer, sobre todo por quien dirige el futuro de Inglaterra. Isabel I, tendrá sobre sus hombros el nombre de su padre Enrique VIII quien además de ejercer el poder más absoluto, se casará seis veces. El nacimiento de Isabel fue decepcionante para su padre, quien tenía el arquetipo del patriarca y heredero, además porque es declarada hija ilegítima por una serie de normas que rigen la sociedad que Enrique, el clero y en síntesis el patriarcado había creado a su imagen y semejanza.
Virginia nos muestra a la reina Isabel, nos resume su historia, su vida, sólo dejando ver su mano "No vio en ella sino la enjoyada mano, pero eso bastaba. Era una mano memorable; una mano delgada con dedos largos siempre arqueados como alrededor del orbe o del cedro, una mano nerviosa, hosca, enfermiza; una mano autoritaria, también una mano que no tenía más que alzarse para que una cabeza cayera, una mano, adivinó, Orlando, unida a un cuerpo viejo... un cuerpo engualdrapado que se mantenía erguido pese a, quizá, los dolores de ciática; y que nunca flaqueaba, aunque lo ciñeran mil temores".
Con este párrafo, y una breve descripción de las propiedades de Orlando, de una obra basta de escritos del protagonista en pocos años, la autora nos muestra las ventajas de un hombre, y las diferencias de género ya que para la época una mujer no tenía derecho a tener propiedades ni a estar en la Corte.
También resalta por supuesto la templanza de Isabel y sus aportes a cambiar algunas normas de la época, a favor de la mujer a si fuera solo para las de su clase, ya que muchas esposas de generales pudieron entrar en la corte y la figura de las corsarias que fueron fundamental a la economía de Inglaterra toman un papel significativo. Aunque cabe resaltar que la mujer artesana sigue siendo artesana y la campesina, campesina.
Isabel misma es una figura que resalta, ya que se enfrenta a media Europa y al clero. Isabel ya no es la mujer medieval cuya ética se rige por el cuidado, o el amor, ya que tuvo que luchar con muchos hombres que por medio de su corazón querían llegar al poder, incluso a su más icónico amante Sir Walter Raleigh, lo envía a la torre.
Gracias a sus decisiones conserva el poder durante 43 años, logrando resignificar de alguna forma el rol que se le había asignado a la mujer, dejando a Inglaterra como uno de los países más prósperos, aboliendo la norma que solo entre nobles podrían casarse y evitando una guerra religiosa, cambiando la historia resignificando a la mujer en el poder.
Otro momento de la historia que es clave en el libro es cuando Orlando conoce a Sasha, aquí Virginia vuelve a desafiar las conveciones de género, el rol adherido al sexo no importa cuando de amor se trata, así describe a quien será el único amor de lx protagonistx durante 300 años. "...Cuando vio salir del pabellón de la embajada moscovita una- mujer o mancebo, porque la túnica holgada y las bombachas al modo ruso equivocaban el sexo, que lo lleno de curiosidad. La persona, cualquiera que fuera su nombre y su sexo".
Aquí Virginia, interpreto, nos habla de la bisexualidad, de los gustos, de que el sexo biologico, no define la identidad. Sasha es el nombre de este personaje mágico, que deja entrever que en ella conviven los dos sexos y una androginidad que comparte con Orlando. En las características de Sasha encontramos las de Vita Sackville-West, que es el símbolo de la diversidad de personalidades o rasgos, aparentemente excluidos sí.
Esta no es la única semejanza de la ficción y la vida, puesto que Vita una de las primeras amantes de la autora, como Sasha viaja a Constantinopla, sus antepasados serán gitanos y tendrá una enorme mansión. La autora salta entre la vida y la ficción volviéndolos una sola.
"Ni la menos sospecha tenían de que la vida y la realidad, están de algún modo ligadas a la brutalidad y a la ignorancia, o de hecho a la brutalidad y a la ignorancia de cualquiera de esas dos palabras".
Otro aspecto que se debe resaltar del momento histórico es que Woolf quien es una artesana del lenguaje toma «La gran helada», en el invierno de 1683 a 1684, donde Orlando se enamora de una princesa rusa, y esta lo abandona cuando el barco en que venía deja de estar atrapado en el hielo en el que se ha convertido el Támesis.
Mientras Orlando, es hombre según el sexo asignado la historia es lineal, el protagonista goza de solvencia económica y cargos diplomáticos, sin embargo, Orlando dormirá durante horas después de visitar Turquía en el siglo XVIII y despertará convertida en mujer. Teniendo que afrontar que debe dejar su cargo diplomático, y asumiendo que sus bienes no son sus bienes, puesto que una mujer no tenía derecho a tener una propiedad sino estaba casada, mostrando la autora así la disparidad en el género. A partir del momento en que Orlando es mujer la narración se vuelve entreverada y aún más anacrónica.
Lo más importante del cambio de identidad de género es que no se da de manera fantástica sino de manera natural, representa la relación entre los sexos, las equivalencias, las multiplicidades de seres que en él habitan. Hay una transición en Orlando, tomada con naturalidad, casi es lo más lógico, que Orlando después de vivir muchos años como hombre ahora sea una mujer, sin importar el imperativo con que se le nombre, porque el ser hombre es equivalente a ser mujer, dando paso a un género fluido.
El cambio de sexo bioloigico de Orlando a mitad del relato es una colorida hipérbole de esta afirmación, pero esa misma convicción impregna la irónica narración de muchas otras formas sutiles. Las estructuras sociales y lingüísticas sostienen la ficción de lo masculino y lo femenino como un conjunto de características mutuamente excluyentes: se es un "él" o una "ella". Pero cuando la mujer Orlando se viste como hombre y visita a una prostituta, "la muchacha lo miró (para ella era un hombre) con esperanza, con imploración..." (140; mis itálicas). El género de un pronombre personal proviene de un juicio de valor de quien hace el enunciado. Independientemente de su sexo biologico, la mujer Orlando es un "él" porque es percibida como un hombre por quien enuncia. Ser un "él" o una "ella" no hace referencia a una condición esencial; es, más bien, una categoría lingüística que ayuda a comprender y a clasificar. Woolf suele poner en ridículo la arbitrariedad de esas categorías.
La obra de la autora está llena de aciertos, el que más resalto es la elección del tiempo en el que Orlando salta, puesto que no es gratuito que Orlando despierte a una mujer en el siglo XVIII, donde se está dando el fenómeno de urbanización. Está terminado el capitalismo mercantil e iniciando el de industrialización, la manufactura se desarrolla, y la mujer se vincula al mercado industrial más que al hombre, es decir la mujer es la fuerza del trabajo de la economía de Inglaterra, ya que las mujeres son las principales empleadas junto a los niños, porque la explotación y la disminución en gastos de los empleadores está intrínsecamente ligado.
Orlando en la ficción será rebelde y desafiará las convenciones de la época, como lo hará. la Revolución de los Iguales, conformado por hombres, pero también por artesanas, pescadores y obreras, quienes exigirán ser representadas en el parlamento e incluidas en el programa político. En el resto de Europa también están iniciando otras revoluciones sociales, todo ese aglomerado histórico es representado de forma simbólica por la persona que protagoniza.
La historia de Orlando termina en 1928, donde Orlando es unx escritorx reconocidx. Si analizamos en detalle en 1928 se publicará la obra. En este mismo siglo las monarquías absolutas en la mayor parte de Europa desaparecen, también inicia el movimiento de las sufragistas que marcará el comienzo de lo que conoce occidentalmente como la primera Ola del feminismo y por supuesto de la historia.
Orlando es un viaje al género, a las transiciones a las luchas y triunfos de la mujer, a la historia. Adeline Virginia Stephen, el nombre de soltera de la autora y el que siempre debió llevar, no solo desafía la historia, el tiempo, sino la idea de toda Europa de las convecciones de que ser es mujer y ser hombre, invita a su personaje a transitar de un género al otro, donde conviva lo andrógeno y donde el sexo no defina la identidad que solo puedo definir el individuo por ser algo subjetivo que esta lejos de las normas de la sociedad y más cerca del ser.
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