Mes del padre 2018
La novela que reivindica el papel del papá
En medio de un consejo de redacción, la periodista Paola Guevara recibió un mensaje de texto de su madre: "Fernando Lince vive en Cali y quiere conocerte. Acabo de darle tú número. Te va a llamar". Lo leyó. Mientras sus compañeros de trabajo debatían sobre las noticias más importantes del día, ella había recibido la que estaba esperando desde hace 34 años de vida
La novela que reivindica el papel del papá
Junio 29 - 2018
Por Christiam Chaparro
'Mi padre y otros accidentes', de Paola Guevara, narra la vida de una periodista que, luego de 34 años, conoce a su padre biológico. Historia basada en hechos autobiográficos.
En medio de un consejo de redacción, la periodista Paola Guevara recibió un mensaje de texto de su madre: "Fernando Lince vive en Cali y quiere conocerte. Acabo de darle tú número. Te va a llamar". Lo leyó. Mientras sus compañeros de trabajo debatían sobre las noticias más importantes del día, ella había recibido la que estaba esperando desde hace 34 años de vida.
Era 2012. Con una carrera, un esposo y su primer hijo a la edad de un año, Paola creía que su vida ya estaba gozando de las mieles del destino. No fue así. Aquel suceso provocó un quiebre en su entorno. En ese instante, esta periodista sintió la urgencia de comenzar desde cero. Es por esta razón que buscó el camino para encontrarse con su padre biológico, para –de alguna manera– llegar hasta la génesis de su ser.
'Mi padre y otros accidentes' (Editorial Planeta) es la obra literaria con la que Paola Guevara condensa estos hechos. Una novela con la que logra limpiar el pasado tormentoso de su infancia y, al mismo tiempo, traerlo al presente para –a través de la palabra– trazar un porvenir basado en la seguridad que proyecta una mujer de carácter indomable.
Decidida a salir de los parámetros de la noticia y el reportaje, Guevara apela a la libertad creativa que ofrece el género de la novela para relatar momentos íntimos de su vida. Toca las distintas anécdotas que vivió por la ausencia de su papá. En esta obra, la escritora desnuda las consecuencias que trae crecer sin la figura paterna en materia simbólica, psicológica, emocional y espiritual.
Paola vivió muchos años en Bogotá, en donde estudió Comunicación Social y Periodismo en la Pontificia Universidad Javeriana (PUJ). Ha trabajado como periodista de la Revista Cambio, coordinadora editorial de la Hoja de Bogotá y colaboradora de la Revista Cromos, Shock, entre otras. Ha sido Jurado Calificador en el Premio Juvenil de Novela Jóvenes Talentos.
En el 2006, Guevara regresó a Cali para trabajar como editora de Cultura, Entretenimiento y Tendencias del diario El País de Cali, la compañía en donde a diario pone su sello periodístico.
Hechoencali.com dialogó con la periodista y escritora para conocer de fondo los pormenores de esta obra.
¿A qué deviene el nombre de 'Mi padre y otros accidentes'?
El nombre de 'Mi padre y otros accidentes' tiene una profunda razón de ser, debido a que siempre nos han recalcado que los hijos son un accidente. En efecto, esta es una novela que subvierte todo el orden de la familia e invierte los roles que cada individuo cumple en la estructura del núcleo familiar. Así pues, con este título quiero sembrar la idea de que los padres son ese accidente del que todos salimos vivos y, a su vez, aniquilar ese pensamiento de que los hijos nacen producto de un accidente entre un par de adultos.
¿Cómo fue el proceso de construcción del libro?
Fue largo y tedioso. Haber construido este libro me tomó tres años. La materia prima de la novela es mi propia historia, que tiene momentos desgarradores. Entonces, hubo capítulos, por ejemplo, que tenían relación con la madre, y que eran demasiado difíciles de escribir, porque implicaba un retorno al sótano de la infancia, cavar en mi propia psiquis, para traer al presente recuerdos, conversaciones y así plasmar estos hechos de manera escrita.
Hubo muchas escenas del libro que fueron demasiado dolorosas. Mi editor dice, por ejemplo, que es osado, pero que en el fondo es una trampa, porque tiene momentos oscuros sobre las historias de las familias que son difíciles de condensar.
A nivel personal, ¿qué significó para usted el haber crecido sin la figura de su padre?
El epígrafe de mi novela es un pensamiento de Boris Cyrulnik, quien es el padre de la resiliencia. Él afirma lo siguiente: "Solo los niños sin padres tienen padres de ensueño". En efecto, la traducción que quiere decir es que, cuando uno no tiene padre, se construye un ideal sobre este ser.
Yo fui criada por mi abuelo, pero a mí me decían que tenía un padre que estaba desaparecido. Como la figura de mi papá no estaba de cuerpo presente para cometer errores, para tener virtudes humanas y para observar si tenía esos lados oscuros, yo creo que la niña que era llenó en ese espacio de arquetipo todas las cosas buenas de la vida: la justicia, la humanidad, la alegría y las destrezas físicas.
En ese orden de ideas, la niña que fui se valió de ese gran vacío arquetípico para tener ideas positivas con relación a la imagen de los hombres, que luego afectaron para bien mi vida interpersonal, porque siempre he tenido una visión amorosa sobre ellos. Por ejemplo, el lector podrá observar en mi libro el papel tan importante que desarrolló mi esposo en el proceso de descubrimiento de mi padre biológico.
Alguna anécdota que te haya marcado con algún lector...
Recuerdo que me advirtieron que los hombres no iban a leer el libro, porque es escrito por una mujer y, sobre todo, porque la tapa del libro es rosada. No obstante, los hombres han sido ese grupo que más se ha conectado con esta obra literaria. Varios de ellos encontraron –por primera vez– expuesta la paternidad desde el punto de vista constructivo, positivo y le abrieron la puerta al debate sobre la importancia que hace en la vida de los hijos la presencia paterna.
Uno de los aspectos destacados de la novela es que la narradora de la historia no tiene nombre, ¿por qué?
Mi nombre solo está en la tapa del libro. La narradora de la novela no tiene nombre, porque esta es una obra literaria dirigida y dedicada, especialmente, a todas las personas a las que nos fue robado el nombre. Siempre he recalcado que Paola Guevara es mi seudónimo, porque en realidad yo no sé cómo debería de haberme llamado. Nadie puede estar seguro de su nombre.
En ese orden de ideas, todos somos portadores de un seudónimo. El nombre es la primera propiedad de un ser humano. Por eso, las personas que han alterado el conocimiento sobre nuestros orígenes nos han violado nuestro derecho al nombre. Por ejemplo, yo me descubrí a mi padre biológico a la edad de 34 años. Es decir, todo este tiempo estuve desconectada de la otra parte de mi ser. Un lector muy avezado me escribió para decirme que este era un libro pensado incluso para los hijos que no nacieron. ¿Por qué? Porque ellos sí que no tienen nombre.
En el libro usted narra el momento en el cual usted desea decirle "papá" al hombre que descubriste que era tu padre biológico. Teniendo en cuenta esta escena, ¿cómo es la relación en la actualidad con tu padre?
Pronunciar la palabra "papá", cuando no las has dicho durante 34 años, significó un momento clave en mi vida. Fue como volver a nacer. Como cuando a un árbol le salen ramas y empieza a dar frutos. La palabra tiene poder creativo, curativo y regenerativo. En efecto, volver a decir "papá" fue una de las palabras más difíciles, pero al mismo tiempo la más hermosa y sanadora de mi vida. Hoy solo disfruto cada momento con mi padre.
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