Junio 1 - 2022
Por Laura Carolin Cruz Soto
En la historia de la democracia colombiana, la figura vicepresidencial ha sido cuestionada, deslegitimada y hasta abolida. En 1910 fue removida a través de una reforma constitucional y sólo 81 años después, en la Constituyente del 91, fue revivida.
Para muchos esta figura ha sido más un accesorio o una ficha que mueve al antojo del presidente de turno, que a su vez también es considerado como un acuerdo entre élites, tanto bogotanas como regionales.
Sin embargo, Francia Marquez que es una mujer negra, víctima del conflicto armado, perteneciente a una comunidad históricamente empobrecida y discriminada, defensora de derechos humanos, ecofeminista, además de ser abogada y ganadora del premio Goldman, considerado por muchos como el nobel que se entrega en homenaje a los líderes sociales que batallan por el medio ambiente y la preservación de ecosistemas, es la encarnación del discurso antiélites, y para muchas personas podría significar un cambio, justamente en la vicepresidencia de Colombia.
Así mismo, estas declaraciones de Gustavo Petro: “A la figura de la vicepresidencia hay que darle una función en el gabinete para que tenga un poder de ejecución en recursos de políticas públicas” podría darle un vuelco a dicha figura.
Además, en la contienda electoral también está Marelen Castillo, fórmula vicepresidencial de Rodolfo Hernández, que si bien es desconocida en el plano público, se destaca por su trayectoria académica, puesto que es licenciada en Biología y Química de la Universidad Santiago de Cali, también Ingeniera Industrial de la Universidad Autónoma de Occidente de Cali (1995-2000). Tiene, además, una maestría en Administración de la Universidad Tecnológica de Monterrey y un Doctorado en educación de la Universidad Nova Southeastern University en Florida (2013 - 2016), es decir, ella es, de lejos, mucho más preparada que el candidato Hernádnez.
No obstante, se diferencia de Francia puesto que sus convicciones son conservadoras y apelan a la moral cristiana, ya que Castllo se ha declarado católica, devota mariana y creyente de la Virgen de Guadalupe.
Es importante saber qué tipo de personas han ocupado uno de los cargos más importantes del país, ya que Colombia en los últimos 20 años ha tenido vicepresidentes de todo tipo. La más reciente es Martha Lucia Ramirez, que no tuvo mucha diferencia con los tres hombres que ostentaron este cargo antes.
Maria Teresa Rodriguez, comunicadora social periodista y magister en territorio y conflicto, dijo: “ La diferencia de Ramírez a los tres pasados vicepresidentes es la personalidad, porque pasamos de un Germán Vargas Lleras que era autoritario, que le gustaba pegarle coscorrones a la gente, a un Angelino Garzón, una persona que tiene problemas con el alcohol y que tampoco hizo nada. Y Francisco Santos Calderón, que es el típico gomelo inoperante que lo suben al poder por rosca o por tener prebendas políticas”.
Ramirez, a pesar de que algunos consideraron positivo que una mujer llegara al poder, en realidad representa a una minoría clasista, racista y con una moral a conveniencia. “Era una figura de adorno, una mujer que es la figura femenina detrás del poder masculino, porque realmente no tenía la incidencia que debía tener como la figura que quería mostrar. Está lejos de ser una mujer empoderada”. dice Rodriguez.
La actual vicepresidenta estuvo salpicada de escándalos, como su cercanía a Memo Fantasma, la condena de su hermano Bernando Ramirez por problemas de narcotráfico, entre otros. Para el politólogo Andrés Olivar “Marta Lucía Ramírez es la muestra de que quienes acompañaron a Duque en el poder no tenían las facultades éticas ni técnicas para el ejercicio del gobierno. Duque se rodeó de un club de amigos que jamás le cuestionaban decisiones”.
Cabe recordar que Ramirez asumió el cargo de la Consejería para la Equidad de Género, sin embargo, no dio el debate en temas progresistas que afectan directamente la agenda de las mujeres, puesto que el enfoque de género de este gobierno se basa en la tradicional visión liberal de “igualdad de género”. Es la típica visión blanca, liberal y hegemónica que no pone de manifiesto las inequidades en las relaciones de poder entre hombres y mujeres ni cuestiona la estructura machista.
En este contexto electoral, entre Marelen Castillo y Francia Márquez es importante preguntarse ¿Cúal sería el peso de la vicepresidencia? pero sobre todo ¿Qué tipo de vicepresidencia necesitamos las mujeres y, además, quién nos representaria?
Es decir ¿Qué significaría para Colombia que una mujer que es la antípoda al statu quo, llegue a la vicepresidencia? “Un cambio muy significativo para Colombia porque el país tiene un gran problema de racismo, clasismo, misoginia, entonces sería como romper con ese estereotipo. Sobre todo con la conciencia de clase” dice Maria Teresa Rodriguez.
Para muchos, Francia Márquez podría realmente darle un vuelco total a lo que representa la vicepresidencia para un país. Gustavo Petro ha afirmado en varias entrevistas que hay que otorgarle una importancia a ese cargo. Si esto se cumple, es posible que Márquez tenga la gran oportunidad de hacer algo diferente desde ahí porque es una mujer que realmente viene de caminarse un país, de conocer las problemáticas de la gente de a pie y que realmente ha trabajado y ha luchado por lo que ella habla.
Para Rodriguez, Colombia tiene un problema muy grave: “Como lo dijo Jaime Garzón en algún momento, en Colombia el rico se cree inglés, el de clase media se cree gringo y los pobres se creen mexicanos. Entonces no hay realmente una conciencia de clase y que llegue una Francia Márquez a realmente abrir los ojos y decir bueno, aterricemos, somos de tal procedencia, estamos trabajando por esto”.
Si bien ambas aspirantes a la vicepresidencia son mujeres y se reivindican afrodescendientes, con condiciones de exclusión histórica en la nación, es necesario detenerse más allá de los avatares de la imagen, pues en el pasado reciente han resultado engañosos. Una mirada a los proyectos concretos de país que representan ambas candidatas nos puede dar una certeza más alta de la calidad de ambas fórmulas.
Castillo ha izado las banderas anticorrupción en la línea de Rodolfo Hernandez sin aportaciones originales y ha defendido las soluciones tradicionales de represión ante las manifestaciones masivas de descontento de nuestra historia reciente, como el aumento del pie de fuerza del ESMAD. Ella encarna la continuidad del proyecto politico vigente que nos ha conducido a la quiebra fiscal, el aumento del desempleo, el desmonte del aparato productivo, el asesinato extrajudicial como mecanismo valido de represion estatal.
Francia Márquez por otro lado, posee una política de género propia que no es de inspiración personal de Gustavo Petro, sino que es el producto de las luchas por el territorio, el ambiente, los valores ancestrales de muchas comunidades y la justicia social que ha librado como lideresa social. Recoge también propuestas macroeconómicas respaldadas por reconocidos académicos y premios nobel con relación a la situación de la mujer: retribución monetaria del trabajo doméstico, la creación del ministerio de la mujer con un enfoque transversal al ambiente, la producción local y la superación de la desigualdad.
Si se pretende que la figura vicepresidencial tenga un peso político real dentro del ejecutivo y las decisiones de gobierno en general nos enfrentamos a un problema concreto ¿Es posible que dicho peso exista cuando la figura que encarna el cargo no posee experiencia real en la lucha política? ¿Si no defiende una agenda propia por encima del grupo de coalición al que pertenece? ¿Si no ha construido una base social propia en virtud de unas reivindicaciones que le otorgue influencia mediática y partidista? sin embargo, si la figura vicepresidencial es una mujer que no va a los territorios sino que pertenece a ellos, que le da una mirada distinta incluso al feminismo y pone lo ancestral como un tema político, solo de esta manera en Colombia tendrán un lugar los nadies, sino nuestra patria boba, tendrá la vicepresidencia que se merece.
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