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Febrero 4 - 2022

Por Jorge Luis Galeano Bolaños

El voto es, en esta etapa, la única herramienta que tenemos para impactar de manera directa nuestra realidad. Sí, hay otros mecanismos de participación por supuesto, pero en este 2022, escoger a Congresistas y Presidente es el más importante.

No sólo se trata del ejercicio de un derecho y un deber. Se trata, sobre todo, de materializar el cansancio de un modelo que ahoga a las personas, que les obliga a la informalidad y que ha tratado de convencernos de que eso es lo que tenemos que defender ante cualquier insinuación de cambio. Es un modelo que vela por sí mismo y por esa pequeña porción que realmente se beneficia de él.

El voto, ese gesto simple de poner una equis sobre un número o un logo, es la forma en la que podemos decir ¡No más! e iniciar el camino a otra cosa, a algo que, al menos, dé una oportunidad de vidas dignas para millones de personas en Colombia. Pero poner esa equis no sólo es eso. Se trata de conocer las propuestas de esa persona-partido-movimiento, su filosofía, su experiencia en cargos públicos, si tienen deudas con el Estado, investigaciones pendientes, etc. Y eso, a la vez, quiere decir que debemos tener acceso a todos los canales de información posibles para poder decidir libremente.

Lo anterior en nuestro contexto ha sido históricamente difícil porque, en muchos casos, la precaria situación económica de las personas, las hacen presas fáciles de quienes compran el voto por 50 mil pesos, por unas tejas o por la promesa de un puesto de trabajo, lo que claro, destruye cualquier posibilidad de decidir libremente. Es una realidad inocultable que es parte de ese círculo vicioso que perpetúan quienes defienden el estado de cosas tal como están y por eso, el voto responsable es hoy tan urgente: para romper esas prácticas o, al menos, complicar que lo puedan hacer, que les quede más difícil corromper y aprovecharse de las necesidades de la gente.

Pero también es importante leer con cuidado a esos candidatos y esas candidatas que prometen “ser el cambio” que prometen “transformar las cosas de una vez por todas”. Todo ello es un proceso que el ejercicio democrático puede ayudar a iniciar pero que tomará tiempo. La equis en un tarjetón puede abrir la puerta a que comience, siempre y cuando, le demos la oportunidad. Por eso, el voto responsable también implica que esos candidatos y esas candidatas que prometen cambios inmediatos o ser la encarnación de la transformación, deben pasar por el constante control ciudadano para que sus discursos no se pierdan en el aire o se les olvide, si llegan a ocupar los asientos del poder.

Después de lo vivido en el 2021, no podríamos asumir de otra manera las elecciones que se vienen. No sólo por las personas asesinadas, sino porque todo lo que pasó desde el 28 de abril, concentró el hastío de décadas de explotación y abusos. Ojalá estemos a la altura.

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