Derechos Humanos de las niñas en Cali, 3a parte:
Ni una menos, nunca más
La Defensoría del Pueblo dice que cada día, 36 niñas son abusadas en Colombia, la ONU dice que diariamente, 21 sufren de violencia sexual en el país. Si solo pensamos en estas cifras ¿qué esperanza tenemos como sociedad? Ahora todos pedimos cadena perpetua e incluso, aparecen nuevamente aquéllos que piden por pena de muerte, pero el problema no ese. Claro, que al culpable no se le perdone nada. Nada, absolutamente nada justifica la atrocidad cometida, pero los crímenes contra las niñas que, valga decirlo, representan las peores violaciones a los derechos humanos, pues hablamos de seres de especial protección, nos están hablando de la degradación de la sociedad. ¿La respuesta debe venir desde la justicia? Penas más severas o incluso, la pena de muerte ¿evitarán que casos como el de Yuliana de repitan? El asunto tiene que ver también con el total y absoluto irrespeto hacia la vida de los otros.
Derechos Humanos de las niñas en Cali, 3a parte:
Ni una menos, nunca más
Diciembre 6 - 2016
Por Jorge Luis Galeano
Director Hechoencali.com
Yuliana Andrea Samboni, siete años de edad. Una niña que no está esperando la navidad o jugando en el patio de su casa. Hoy, Yuliana está muerta y nos hace recordar que la realidad colombiana, marcada por la esperanza de paz, aún tiene en sus entrañas el mal, la violencia, la locura.
La Defensoría del Pueblo dice que cada día, 36 niñas son abusadas en Colombia, la ONU dice que diariamente, 21 sufren de violencia sexual en el país. Si solo pensamos en estas cifras ¿qué esperanza tenemos como sociedad? Ahora todos pedimos cadena perpetua e incluso, aparecen nuevamente aquéllos que piden la pena de muerte, pero el problema no ese. Claro, que al culpable no se le perdone nada. Nada, absolutamente nada justifica la atrocidad cometida. Los crímenes contra las niñas que, valga decirlo, representan las peores violaciones a los derechos humanos, pues hablamos de seres de especial protección, nos están hablando de la degradación de la sociedad.
¿La respuesta debe venir desde la justicia? Penas más severas o incluso, la pena de muerte ¿evitarán que casos como el de Yuliana se repitan? El asunto tiene que ver también con el total y absoluto irrespeto hacia la vida de los otros. No hay consciencia de la otra persona y menos, cuando su estrato social es distinto. Puede que Rafael Uribe (presunto autor del asesinato) vaya a la cárcel por el resto de su vida y se haga justicia, pero ¿qué pasa con esas estadísticas? ¿qué pasa con las 21 niñas que diariamente son abusadas sexualmente en Colombia? Lo que hay que pensar es en cómo prevenir que nuestras menores de edad sigan siendo objetos sobre los cuales los sociópatas descarguen toda su ira, su frustración, su locura.
La justicia colombiana no podría hacer otra cosa que actuar sobre la protección de la dignidad de Yuliana -que es lo único que le queda- y la de su familia, hoy destrozada por esa tragedia. Pero también, el Estado (todos: usted y yo), tiene que actuar para que las niñas gocen de lo básico: sus derechos. No en vano la Constitución colombiana lo dice en su artículo 44: "Serán protegidos contra toda forma de abandono, violencia física o moral, secuestro, venta, abuso sexual, explotación laboral o económica y trabajos riesgosos."
Letra muerta, letra que hoy carece de sentido si seguimos permitiendo que nuestras niñas sean protagonistas de los horrores que hoy lanza nuestra sociedad. Los derechos del niño deben ser la base de su protección, la obligación de todo ciudadano. Ninguna niña merece la suerte de Yuliana ni la de su familia por la enferma forma de vida de un sujeto que, podemos adivinar, hace rato dejó de importarle la vida de cualquier ser humano porque, hasta lo que se conoce, no tuvo la más mínima consideración sobre ese otro que no era nada más y nadie menos que una niña de 7 años.
No esperemos a que otra Yuliana ocupe la agenda mediática y la realidad colombiana por horrores como el sucedido a la menor. Que la siguiente noticia que veamos sobre las niñas en Colombia sea porque hemos podido garantizar su protección, porque las mantenemos ajenas a la violencia, a la locura de la sociedad enferma en la que vivimos. Ni una menos, nunca más.
Derechos Humanos de las niñas en Cali, 1a parte
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