Cisma
El día llegó. ¡El blanco emprendió su estampida! Quienes derramaron sangre, y hacían la poza cada vez más profunda: bajaron sus armas, prometieron el silencio, y solo usar la palabra como arma. El sueño se hacía realidad. ¿Quién podría abrazar un propósito diferente? ¿Quién podría abrasar la mansa paloma de la paz? Aparecieron, y contra todo pronóstico ganaron, y causaron el cisma que le hacía falta a muchos para darse cuenta quién era realmente el malvado.
Cisma
Diciembre 1 - 2016
Por Mauricio Duarte
Columnista
Colombia. Sí, Colombia. Siempre hemos sufrido de quebrantos. Nuestra historia, además de ser descrita por los fantásticos sucesos, puede ser graficada como una gran poza de sangre en medio de una plaza pública. De esa poza, todos y cada uno de los colombianos, ha atiborrado la mina de su esfero y, poco a poco, escribió las páginas que nos corresponde leer.
Todo rojo en la nación de los dos océanos, y bastos ríos azules. El brillo de la riqueza, también se encuentra teñido de rojo. Sin embargo, el blanco se hizo presente, la tinta cambió, y empezamos a soñar con páginas llenas de color, llenas de vida, llenas de azul, y amarillo. No es mucho pedir para quienes han estado condenados a más de doscientos años de sangre. ¡Era necesario el sueño!
El día llegó. ¡El blanco emprendió su estampida! Quienes derramaron sangre, y hacían la poza cada vez más profunda: bajaron sus armas, prometieron el silencio, y solo usar la palabra como arma. El sueño se hacía realidad. ¿Quién podría abrazar un propósito diferente? ¿Quién podría abrasar la mansa paloma de la paz? Aparecieron, y contra todo pronóstico ganaron, y causaron el cisma que le hacía falta a muchos para darse cuenta quién era realmente el malvado.
Más guerra. Mutilaciones. Violaciones. Sangre. Sin derechos, o con ellos y coartados. Estruendos de batalla. Amor belicoso. ¿Quién diablos podría dar la bienvenida y perpetuidad a tales despropósitos? De la división llegó la consecución de un "verdadero" acuerdo que rechaza esos infames dislates, y da un saludo a la paloma blanca. El día D colombiano, pero mucho mejor que Normandía. Ahora, solo nos queda saldar esa deuda histórica que tenemos con las víctimas. Solo nos queda vaciar la poza, y recargar una nueva tinta.
No contentos, el cisma continua, ¿seguiremos colmando la poza y recargando nuestras páginas de sangre? ..., o, ¿Daremos la bienvenida a la nueva Colombia y dejaremos que la historia se escriba con nuevos colores?
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