Abril 28 - 2023
TEPAC:
apuesta comunitaria en la Comuna 18 de Cali
Por Jorge Escobar Banderas y Jorge Luis Galeano
Hablar del Paro Nacional en Colombia de 2021 trae a la memoria las barricadas, los enfrentamientos, el ESMAD, las capuchas, un poco el caos vivido en las calles de Cali que, rápidamente, se convirtió en la Capital de la Resistencia. Fueron 4 meses en los que esas imágenes fueron las protagonistas y que opacaron otros fenómenos no menos importantes.
La ciudad tuvo 25 puntos de resistencia y uno de ellos fue el de Meléndez, un barrio al sur de Cali. Ahí, como en los otros 24, hubo de todo: apropiación del espacio, cierre de vías, enfrentamientos, actividades culturales, de participación ciudadana, entre otras cosas. En ese lugar se concentraron las peticiones de los habitantes de la Comuna 18 que por años se sintieron abandonados por los Gobiernos y vieron en ello, una oportunidad.
Tras dos años del inicio de lo que se conoció como el estallido social, hablamos con una de las participantes de las protestas en ese punto y de quien no revelaremos su nombre por cuestiones de seguridad.
La participación en esas protestas, dice ella, ha tenido unos costos altísimos para muchas personas. Ella lo sabe porque es una de las tantas que han sufrido las consecuencias. “Dejó familias, líderes de los puntos desarraigados por la política de miedo infundida a través de las amenazas, la persecución política, la estigmatización y criminalización de la sociedad y los medios de comunicación tradicionales”.
Añade que, pese al tiempo transcurrido, continúa la estigmatización de los y las jóvenes que estuvieron en ese y otros puntos de resistencia de la ciudad “las personas que participamos en el paro nacional seguimos siendo estigmatizadas a pesar de que se sigue trabajando, ya no desde las barricadas, sino desde los procesos comunitarios en el mejoramiento de los territorios de la ciudad”
Estación Meléndez junio 2021
Para ella, el paro “ha dejado muchos interrogantes en una comunidad orgánica que se manifestó para visibilizar las inconformidades, la pobreza extrema y los altos índices de desigualdad que sigue siendo un motivo altamente motivador para movilizarse” pero también dice que parte del legado está en los muchos procesos comunitarios que surgieron, además de “las víctimas sobrevivientes, los familiares de las víctimas mortales que en su mayoría son madres que cargan esa memoria como una segunda vestimenta, los nuevos liderazgos que son como un vástago de esperanza para las comunidades instrumentalizadas por décadas”.
Y justamente sobre esa parte del legado, de los procesos comunitarios y organizativos es de lo que queremos hablar aquí porque, como decíamos antes, fueron opacados por la avalancha de información sobre violencia que se tomó todos los medios (tradicionales e independientes). Al respecto, nuestra invitada nos dice que “la estación de Meléndez a dos años del paro es esa plataforma de apertura a nuevas expresiones comunitarias y sociales del estallido social, de las cuales salen varios procesos que terminan siendo innumerables en una comuna tan diversa como la 18”.
Ella habla de fundaciones, organizaciones ambientales, grupos artísticos, colectivos de defensa de los Derechos Humanos “pero también se presenta un fenómeno muy interesante de fortalecimiento en recurso humano de las organizaciones ya existentes antes del estallido social, que llevan una trayectoria de muchos años trabajando por los territorios más vulnerables de la comuna y que integran a estos nuevos liderazgos comunitarios”.
Por eso es que decidimos subir a la parte alta de la Comuna 18 para conocer una de esas tantas organizaciones. Sus integrantes bajaban todos los días a la estación Meléndez para construir y labrar un camino que no terminara en el 2021.
TEPAC: tejiendo paz
Foto Fundación TEPAC
Llegar al corazón de la comuna 18, ubicada en el suroccidente de Cali, significa recorrer sus calles empinadas y otras tantas que se encuentran destapadas. Tenacidad podría ser una palabra para describir este camino que día a día transitan cientos de mujeres y hombres para labrar un mejor destino.
En lo alto de la loma se abre espacio un parque rodeado por viviendas de dos y tres pisos, ventas de ropa por parte de mujeres cabeza de familia y algunas tiendas. La estridencia de la música se combinaba con los ladridos de los perros a su paso por la cancha de Los Mandarinos.
El día que lo visitamos, el ambiente era festivo. Por un lado, un grupo de niños jugaba con las piedras que encontraba en un trozo del camino que no está pavimentado y por el otro, se sentía la adrenalina que transmite el fútbol con un 'picadito' disputado entre los vecinos del barrio Alto Jordán.
Mientras esperábamos a las mujeres que conforman la Fundación Tepac, pudimos ver que desde este punto se divisa un paisaje monumental donde los contrastes sociales de Cali se hacen mucho más evidentes. En primer plano figuran los esbeltos edificios de sectores como Valle del Lili y Bochalema, los cuales contrastan con el panorama que se observa en la ribera del río Cauca. En el fondo, la inmensidad del monocultivo de caña de azúcar se extiende al piedemonte de la cordillera central.
Ese parque, el de Los Mandarinos, ha sido el punto cero, el centro de los sueños, anhelos y temores que han enfrentado ese grupo de mujeres que se la ha jugado toda por contribuir con el bienestar de su comunidad. Ellas promueven la participación ciudadana, el emprendimiento y el fortalecimiento de habilidades artísticas, deportivas y culturales.
Foto Fundación TEPAC
Melissa, Deisy y Greidy, bajan por la loma y se asoman por la curva. Ese recorrido hoy tiene un significado diferente al de hace dos años. Antes de abril de 2021, no se consideraban agentes de cambio. Llevan camisetas iguales, color azul turquesa que tiene el logo de la fundación que nació, justamente, tras el estallido social, cuando el descontento generalizado por las cruentas condiciones de vida, entre un amplio espectro de la población, las impulsó a salir a las calles en un acontecimiento sin precedentes.
Bajar desde el Alto Jordán y otros barrios de la Comuna 18 era, en esa época, intentar hacerse visibles. Era intentar que la ciudad recordara que hay 21 barrios en esa Comuna y que entre ellos, 8 están priorizados como vulnerables, es decir, con altos índices de pobreza. El estallido fue, entonces, una oportunidad.
Y Cali fue el epicentro, acuñando el nombre de ‘capital de la resistencia’, título concedido por el aguante de hombres y mujeres, especialmente jóvenes de clases populares que enfrentaron el poderío del Estado. Los vecinos de la comuna 18 no fueron ajenos a tal situación.
Ellas bajaban de la ladera y se concentraron en la emblemática calle 5. La estación del sistema MIO de Meléndez fue el lugar donde decidieron manifestarse. Pero, más allá de hacer una recreación de los hechos que ahí tuvieron lugar, ocurrió algo impensado para algunos en medio de la conmoción: la gestación de un ideal de cambio.
La comunidad encontró en aquel lugar un instrumento para expresar sus ideas. Ahí, las áreas verdes se convirtieron en huertas urbanas, las rejas grises se llenaron de colores y las bahías de abordaje dieron paso a una biblioteca pública que pretendía estimular el debate, junto al intercambio de ideas.
Esta fue una deconstrucción del espacio. Aquel punto destinado a movilizar masas rumbo a su trabajo, se convirtió en un fortín colorido que deseaba ser un punto de encuentro a la vista de una ciudad que en muchas ocasiones ignora la existencia de la ladera.
Estación Meléndez en junio de 2021
Meses de aguante, como lo llamaron, no podían ser infértiles. La cosecha fue de ideas, de inquietudes, de ganas de transformación y tras la entrega de la estación y el punto de resistencia de la calle 5 con carrera 94, el regreso al barrio adentro fue distinto. Tenían una nueva perspectiva de vida. El reto en ese momento era canalizar ese deseo en acciones concretas.
Aparece, entonces, la Fundación Juvenil Tepac, cuyo nombre es la suma de las palabras: Tejido, Pacífico y Comunitario. Deisy Valencia es una de sus integrantes y reconoce que este nombre refleja la esencia y los valores del grupo, además de rendir un homenaje con los colores naranja, azul, turquesa y púrpura a la Guardia Indígena, que estuvo presente durante el estallido social en el punto de Meléndez.
Barrio adentro
Hablamos con ellas en una banca que está en el parque. Justamente ese sitio que les ha servido para ganarse la confianza de los vecinos. Cosa, claro que fue una auténtica proeza. Por ello, Deisy recuerda que durante una celebración del día de Halloween, no contaban con los recursos suficientes para organizar un festejo a los niños y niñas del sector. Sin embargo, la comunidad, al ver el ahínco y la preocupación por cumplir ese cometido, decidieron unirse en pro de la actividad.
“La comunidad hoy en día, dos años después, se ha dado cuenta de que los jóvenes queremos cambiar el territorio”, resalta.
Keitis Melissa Mina, también integrante de Tepac, dice que la metodología de trabajo tiene como eje fundamental la vinculación con el barrio, reconociendo las múltiples problemáticas que ahí se presentan, además del potencial, junto a la consecución de soluciones.
“Trabajar barrio adentro es hacerlo por el territorio, hacer cosas significantes e incluir o visibilizar esos sectores, esos lugares que no son visibles, que son invisibilizados. Queremos aportar nuestro granito de arena para que eso suceda y dejar ese legado”, explica.
El deseo por querer ayudar no se limita únicamente a la Comuna 18, sino que en el futuro proyectan hacer parte de múltiples alianzas que les permitan expandir sus acciones por diferentes zonas de la ciudad.
El ahora
En Tepac la mirada está puesta en el ahora. Centrarse en lo que pasó o preocuparse por el futuro es algo que no tiene cabida. Sus integrantes reconocen que sus proyectos están enfocados en el corto plazo, con acciones concretas para atender las necesidades que se presenten en la comuna.
No obstante, y dándose la licencia de imaginar un escenario ideal, a Keyra Melissa Mina le gustaría que la fundación pudiese tener una sede, un espacio físico donde los vecinos puedan encontrarse y hacer uso de esas instalaciones para la realización de actividades pedagógicas y culturales.
De esta forma es como un grupo de jóvenes que se encontró en las manifestaciones del paro nacional hace dos años, se hizo consciente del rol que podían jugar en su barrio, promoviendo oportunidades para el bienestar de sus vecinos. Tal y como lo afirman en Tepac, todo ha sido un triunfo en este proceso.
Con el objetivo de garantizar su sostenibilidad en el tiempo y poder impactar a un número más grande de personas, este grupo se encuentra abierto a la recepción de donaciones. Para ello, los interesados pueden comunicarse al número 315 685 43 73 o el correo electrónico: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.
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