Restitución de tierras en el Valle del Cauca, tercera parte: ¿A qué huele la guerra?
En la tercera entrega de la serie, conoceremos el caso de una mujer quien aún siendo una niña, debió huir de la violencia del departamento de el Cauca, al sur de Colombia. Primero el asesinato de su padre la obligó a salir, junto con su familia, de la vereda en donde vivía y luego, el recrudecimiento del conflicto armado que convirtió su casa en blanco constante de los combates entre ejército y guerrilla, hizo que llegara a Cali a formar una nueva vida. Y aunque han pasado veinte años, las heridas de la guerra siguen latentes, por eso, ni ella ni su familia desean reclamar la tierra que dejaron atrás.
Restitución de Tierras en el Valle del Cauca, tercera parte: ¿A qué huele la guerra?
Septiembre 7-2015
Por: Paola Ramírez
"Con un cartel colgado en el cuello y varios tiros en el cuerpo encontramos a mi papá. Se lo llevaron con engaños a que apartara unas reces como a las cinco de la tarde y lo encontramos muerto al otro día como a las siete de la mañana". El mensaje fue claro: "si no se van, les va a pasar lo mismo". Así se lo hizo saber la guerrilla a *Rosa y a sus dos hijas, quienes fueron desplazados del Cimiento, un corregimiento del Cauca en 1989.
Hoy quien cuenta la historia es *María, una de las hijas de *Rosa, porque ella ya no quiere hablar de lo que pasó. Tal vez le sobran razones para pensar que fue el peor momento de su vida. Perdió su casa, su dignidad, su tierra, a su esposo. Lo perdió todo. Menos su valor, el valor de las madres que saben parir por instinto y luchan por su cría como fieras en celo. Esa madre que sacó a adelante a María y a Claudia, siendo solo una ama de casa.
Según el Consejo Noruego para Refugiados, CNR, hasta 31 de diciembre de 2014, en Colombia había más de seis millones de desplazados, cifra que va en aumento a causa del conflicto interno. Tal vez este es solo otro caso de los millones que se esconden detrás de la guerra. Tal vez esta es solo otra historia de horror digna del cine. Tal vez ya nos estemos acostumbrando a ver el dolor en la cara de una víctima.
Sin embargo, y aun cuando queramos verlo como uno más, es la realidad de millones de colombianos, para ser más exactos, la realidad del 12% de la población del país. En el Cauca por ejemplo, de donde es *María, existen 16 zonas microfocalizadas en nueve municipios reconocidas para restitución de tierras, parte importante en el proceso de reparación de víctimas.
Fuente: Unidad de Restitución de Tierras, Regional Cauca
Dicen que el tiempo cura las heridas, pero hay unas tan profundas que quizá nunca logren curarse. *María solloza y entre lágrimas, sigue contando lo que pasó: "A mi papá lo mataron por no dar 'vacuna'. Teníamos una tierra, unas cuantas reses. Sembrábamos y vivíamos del campo, pero nos tuvimos que ir. Mi mamá desesperada por sacarnos a mi hermana y a mí de la finca, nos trajo para la Fonda Patía también en el Cauca. Yo apenas tenía cuatro años".
A los cuatro años dejó de jugar con muñecas para dedicarse a huir de una pelea que nada tenía que ver con ella. ¿Qué hace una niña de cuatro años viendo el cadáver de su padre baleado y probando los sinsabores de la guerra? Esa misma que lleva 60 años. Esa guerra que sigue arrebatando vidas. La que desangra niños y ancianos, y familias enteras. La misma guerra del odio, la del dolor, la miseria, la sangre y el llanto. La que huele a muerte o no se sabe a qué huele. ¿A usted a qué le huele la guerra?
"Nosotros vivíamos en una loma en el Patía. Mi casa quedaba justo en medio de donde estaban ubicados el Ejército y la guerrilla. La guerrilla nos pisaba los talones, se disparaban entre ellos y mi mamá nos metía debajo de la cama cada que había enfrentamientos. Una noche, ella alistó nuestras cosas y nos mandó a Cali a donde una tía. En esa época tenía 13 años y llegué a Cali a trabajar en casas de familia. De lo que yo trabajaba, le mandaba a mi mamá y ella seguía viviendo en el pueblo. Pero hace como 11 años hubo un desplazamiento en todo el Cauca, la guerrilla sacó a casi todos. Mi mamá se vino desplazada," dice *María.
La Unidad de Restitución de Tierras Regional Cauca asegura que del municipio del Patía se registran 105 solicitudes de restitución de tierras concentradas, en su mayoría, en los corregimientos de: Brisas, Don Alonso, El Hoyo, La Fonda, La Mesa, Pan de Azúcar, Piedra Sentada, Santa Cruz, Santa Rosa (alta y baja) y El Bordo. Del corregimiento La Fonda, actualmente solo han recibido dos solicitudes de restitución.
De esas dos solicitudes ninguna es de *María y su familia. Ellos no quieren volver, ¿y quién quiere volver a un lugar donde se alojan tan malos recuerdos? Un lugar en donde perdieron a sus seres queridos? "No volvería porque es muy doloroso. Volver, sería como que mi corazón y mi alma se llenaran de más odio y de más rencor. Yo sé que hay un Dios que juzga y algún día lo hará. La guerrilla es muy violenta y es muy difícil creer que ellos quieran la paz para Colombia, si igual le siguen haciendo daño a la población, no les creo" afirma.
Remendar las consecuencias de la guerra no es tarea fácil, hay unos que ya no creen, que ya dejaron de creer. Que ya no pueden o que ya dejaron de querer.
¿Pero y qué se hace cuando la víctima no desea retornar a la tierra que una vez le fue arrebatada?
María del Mar Chaves, Directora de la Unidad de Restitución de Tierras del Cauca, dice que "nadie va a ser obligado a retornar si no quiere hacerlo. Hay casos en que las personas en virtud del desplazamiento, han hecho su vida lejos de donde se encontraba el predio que perdieron. En ese sentido, el juez tendrá que valorar con argumentos que la Unidad de Restitución exponga como representante de la víctima, otro tipo de medidas que no necesariamente tiene que ser la restitución material, puede ser una restitución por equivalencia, pero acreditada por unas causales especiales". Añade la funcionaria: "en conclusión, el mensaje que podemos dar sobre el proceso es que el retorno no es obligatorio y, siempre que nosotros podamos valorar las razones por las cuales no quiere retornar, le corresponderá al juez encontrar la manera de hacer efectivo su derecho".
Hoy *María tiene apenas 29 años, pero ha vivido más de lo que una persona de su edad puede vivir en décadas. Trabaja como empleada doméstica, tiene dos hijos y un esposo. Vive en un barrio de Cali en el que habitan cientos de desplazados, Comuneros 1 en la comuna 13, barrio del tan nombrado distrito de Aguablanca. Su vida podría replicarse en la pantalla grande o chica, así como cualquiera de esas novelas que cuentan historias de narcos, reinas y cantantes. Esas historias del horror no deberían repetirse.
"Casi toda mi familia fue afectada por este flagelo. Tengo primos que se llevó la guerrilla de niños. A algunos ya los mataron. Tengo otros que decidieron quedarse allá y quizá no salen por miedo. Esa gente es tan mala que los debe tener amenazados porque ni siquiera se comunican con nosotros. Nunca más los hemos vuelto a ver. Y también tengo muchos primos que están en el Ejército, muchos de ellos quieren justicia, tienen un odio tremendo en el corazón. En estos días pude hablar con uno de ellos, me dijo que si se encontraba a alguien que estuviera en ese grupo armado, así fuera familia de nosotros, lo iba a matar porque a él le hicieron mucho daño. A mi tía (su mamá) la mataron y fueron ellos: la guerrilla. El quedó sin mamá y por eso decidió irse para allá" dice *María
Sin lugar a dudas, ella ha sufrido lo indecible a causa de los violentos. Es comprensible que ya no les crea, que sienta que mienten. Pero aun así, es un ejemplo, no solo de superación, sino de perdón y por eso afirma: "Cuando tenía como 15 años quería vengarme pero ya no, ya a mi edad decidí perdonar para sanar mi corazón porque me estaba carcomiendo por dentro. Yo tengo a mi esposo, a mis hijos, y en medio de las dificultades somos felices. Nosotros ya los perdonamos".
*Nombres cambiados por seguridad
Fuente: Unidad de Restitución de Tierras, Regional Cauca
Restitución de tierras en el Valle del Cauca, primera parte
Restitución de tierras en el Valle del Cauca, segunda parte
- Visto: 2033