Escrito en 30 Abril 2015 Publicado en Actualidad.

Consideraciones sobre la inclusión de niños en situación de discapacidad en la escuela convencional, parte 2

niños Ofrecemos la segunda parte de la reflexión sobre la inclusión educativa de los menores de edad en situación de discapacidad a la escuela convencional. En esta oportunidad, compartimos una entrevista a una experta, Beatriz Parra, Licenciada en Lengua Castellana y Comunicación, estudiante de Maestría en Lingüística y Español, e investigadora en temas de lenguaje, lectura y escritura. Es profesora de una escuela pública en el municipio de Jamundí, Valle y quien nos da una visión realista de las falencias de la ley que pretende aplicar la inclusión educativa en Colombia.

Consideraciones sobre la inclusión de niños en situación de discapacidad en la escuela convencional, parte 2

Abril 30 - 2015

Por Victoria Tobón Tamayo
Contadora Pública y estudiante de la Maestría en Linguística y Español

Dada la importancia de velar por los derechos de los niños, se hace una segunda parte de este tema con una entrevista, para "escuchar" la voz Beatriz Parra, Licenciada en Lengua Castellana y Comunicación, estudiante de Maestría en Lingüística y Español, e investigadora en temas de lenguaje, lectura y escritura. Es profesora de una escuela pública en el municipio de Jamundí, Valle.

Victoria Tobón: Profesora, iniciemos poniendo sobre la mesa qué propone el Ministerio de Educación en relación con la inclusión de niños en situación de discapacidad.

Beatriz Parra: El Ministerio de Educación lo que propone es que en nombre de la no discriminación y del derecho al desarrollo integral de los niños, todos ellos accedan a la educación formal, independientemente del tipo de discapacidad que presenten y que las instituciones educativas deben crear las condiciones y tener definidos mecanismos para brindarles la atención que ellos requieren. Sin embargo, una de esas condiciones es la formación de los docentes, la cual es responsabilidad del Estado en aras de garantizar la prestación del servicio educativo que no ha sido asumida por él. En los documentos del MEN (Ministerio de Educación Nacional) se plantea todo muy bonito, pero la realidad es muy distinta porque el Estado no brinda las condiciones reales para que la inclusión sea una realidad que responda al desarrollo integral de los niños con discapacidad.

Por ejemplo, en mi salón hay un niño que tiene un diagnóstico de discapacidad cognitiva. El MEN dice que, además de atender al estudiante también se debe orientar a las familias, pero la familia del niño es prácticamente su mamá. La otra parte está en Cali. Trabajar solo con la madre ha sido complejo porque ella también ha presentado dificultades en su desarrollo, aunque de manera más leve. Yo propongo actividades pensando en la diversidad de estudiantes que tengo en el aula, pero en los procesos tanto él como su madre requieren de mayor atención pero la cantidad de estudiantes impide que esto se haga.

V.T.: Por favor, caracterice el grupo que usted orienta.

B.P.: Mi grupo es de 44 niños, 4 con discapacidad, incluido del que ya hable, que casi no asiste. Es decir, 43 niños la mayoría del tiempo. Son niños de primero de primaria, entre los 6 y los 7 años. El trabajo con ellos demanda mucho acompañamiento, hay que atenderlos uno a uno, observando cómo desarrollan los procesos y actividades que se les plantean. Aclarar dudas específicas de cada uno, orientarlos para que identifiquen sus aciertos y desaciertos y para que luego corrijan. En cuanto a lectura, hay que constatar cómo está leyendo cada uno y qué tanto comprende acerca de eso; esto se conoce como "acompañar el proceso". Y debo hacerlo con 43 estudiantes y en las 12 áreas fundamentales.

Uno tiene discapacidad cognitiva (mencionado anteriormente), dos hermanitos tienen discapacidad motriz y cognitiva leve y otro tiene 13 años, cursa por sexta vez el grado primero de primaria. Tiene dificultades marcadas de aprendizaje y está en proceso de valoración por parte de un especialista. Procesos muy sencillos no lograba hacerlos, por ejemplo cálculos como 1+1 o escribir su nombre. Estos cuatro chiquitos necesitan un docente que pueda dedicarle más tiempo para poder avanzar a su propio ritmo y con total acompañamiento, pero si además de ellos, como en mi caso, se tienen 38 más en el aula que también requieren atención y cuyas formas y ritmos de aprendizaje son diversos, es realmente complejo, casi que imposible.

V.T.: ¿Cómo trabaja con los niños en situación de discapacidad y cómo le parece?

B.P.: Yo le doy gracias a Dios porque amo mi trabajo y lo hago con el alma. Me he preparado profesionalmente, he leído y consultado distintas fuentes sobre educación y, específicamente sobre mi área de especialidad que es lenguaje. Les llevo cosas diferentes para que ellos desarrollen sus procesos (audiovisuales, material de lectura, actividades de matemática lúdica y desarrollo motor, etc). Cosas que capten su interés, que les gusten y, con las que además, yo alcance los propósitos que me planteo. Pero la educación de niños que están en primeros grados necesita mucho acompañamiento y la cantidad de estudiantes no permite que esto se realice como debe ser. Adicional a ello, los docentes nunca hemos recibido un programa de formación para atender a niños con discapacidades. Entonces esto realmente se convierte en un proceso muy complejo y desgastante.

Ellos necesitan un acompañamiento mayor y especializado porque tienen otros ritmos de aprendizaje. ¿Cómo acompañarlos a ellos en el proceso como lo necesitan realmente, si aparte tienes otros 38 o 39 estudiantes a los cuales también tienes que orientarlos y acompañarlos en su proceso individual, mientras también atiendes a los niños con necesidades educativas especiales? A mí me ha gustado estudiar, leer, pero de todos modos es muy complicado. No es discriminación, lo que pasa en Colombia es que en la realidad del día a día en las instituciones educativas públicas no hay las condiciones.

Yo lo asumo porque humanamente no sería capaz de decir "no lo recibo" y legalmente tampoco podría hacerlo. Sin embargo, no puedo decir que me sienta satisfecha con la manera como les ayudo a desarrollar sus procesos. Los oriento a la par con los demás aunque sé que ellos van atrás de los otros en el proceso, porque la educación pública no cuenta con las condiciones para atenderlos de tal manera que no solo se integran con los demás niños sino que también se atiendan sus necesidades e interesas particulares.

V.T.: Trabajó en el programa de formación docente del gobierno llamado "Todos a Aprender", por lo cual, tiene referentes curriculares del MEN y de la normatividad educativa. ¿Qué puede decir al respecto y con relación a la inclusión?

B.P.: En teoría, el programa tiene en cuenta la inclusión, de modo que se propuso un formato para planeación de clases que incluye un punto sobre atención a estudiantes con necesidades educativas especiales, pero nunca ha sido una temática central y la inclusión queda reducida al llenar el ítem del formato y... ¡Al ruedo! Entonces, concluyo que la inclusión es una de las tantas utopías del gobierno. En un artículo publicado en El Espectador se presenta el caso de un niño con discapacidad que ingresó de 3 o 4 años a un jardín, en el que la profesora lo atendía a él y a 6 niños más. Obviamente en estos casos se puede hacer un trabajo espectacular. La maestra atiende sólo 7 niños. En mi clase hay 6 veces esa cantidad. Y es más complicado en los primeros grados porque requieren más acompañamiento. Los ejemplos dados en el documento en los que sí han logrado hacer un trabajo con los niños con discapacidades, se dan en jardines y colegios privados en los que hay pocos estudiantes. De modo que los profesores pueden atenderlos como lo necesitan.

V.T.: ¿Conoce una buena experiencia de inclusión?

B.P.: Conozco una en Estados Unidos, en la que el salón es de 18 niños, la cantidad máxima de estudiantes por salón. Es una escuela pública. Cuenta con un buen servicio de transporte escolar y desayuno gratis. Por el almuerzo diario pagan menos de 2 dólares. En la escuela tienen unas aulas especializadas a las que asisten los niños con discapacidades. Ellos también comparten en los salones con los niños que no tienen discapacidades, participan juntos en actividades de arte, deporte, juegos y actividades generales, es decir, son integrados al sistema convencional en actividades específicas.

A ellos no los tienen excluidos del sistema convencional, están dentro de él y comparten con los otros niños actividades que aportan a su desarrollo integral. Pero para sus procesos cognitivos, como ellos tienen una situación diferente, van a aulas especializadas, con docentes especializados, donde desarrollan sus procesos, de acuerdo a su ritmo y características. Eso sí es inclusión. Inclusión no significa decirle al profesor: "tiene que recibirlos, y asúmalo como pueda". Eso es una irresponsabilidad enmascarada en políticas muy bonitas pero utópicas y totalmente ineficientes en la práctica.

En las escuelas públicas deben existir aulas y docentes especializados para atender a estos niños y favorecer su integración. Es un gran error pretender que su atención se reduzca exclusivamente a recibirlos en el aula regular desconociendo que sus procesos son diferentes, tan diferentes que requieren un diagnóstico de especialistas y unas pautas de profesionales de otras áreas: terapeutas ocupacionales, psicólogos, neuropsicólogos, fisioterapeutas, fisiatras (en casos de discapacidad motora), fonoaudiólogos, etc. En mi experiencia particular, realmente yo siento que con mis 4 estudiantes no trabajo como debería, pero no porque no quiera, ni porque yo no sea capaz de hacerlo o de aprender a hacerlo mejor, es precisamente porque las condiciones no están dadas entonces la realidad se vuelve muy compleja; además, tampoco he tenido formación para ello por parte del gobierno, que debe ser el que garantice las condiciones para una real atención de estos niños.

V.T.: ¿Cuál es su postura en relación con la inclusión de niños en situación de discapacidad y qué propone?

B.P.: Estoy de acuerdo con que haya inclusión en las instituciones públicas pero con las condiciones necesarias para prestar un servicio de calidad, en el que se reconozcan y respeten los procesos de los estudiantes con necesidades educativas especiales ya que sus procesos son muy diferentes, de no ser así no existirían ni los diagnósticos ni una reglamentación especial para su atención. Respecto a las condiciones para ello, me refiero a las de infraestructura, de formación docente, de dotación de materiales y de alianzas para contar con equipos interdisciplinares de profesionales requeridos para su atención integral. Pero el panorama en la educación pública en Colombia es totalmente contrario tanto en lo que se refiere a la inclusión como a la atención de los estudiantes en general.

Cada institución educativa debería contar con docentes que se encarguen de reunir los niños con cualquier tipo de discapacidad para orientar sus procesos específicos, permitiéndoles también participar de otras actividades con el resto de la población para favorecer su desarrollo afectivo y social.

V.T.: ¿Se violan derechos de los niños con la situación de la inclusión en Colombia?

B.P.: Sí, claro. Si vemos que no se garantizan las condiciones de calidad para su atención es una clara violación de sus derechos, no por acción sino por omisión. El camino hacia la calidad educativa en Colombia es todavía muy largo e incierto, pues a pesar de los innumerables programas del gobierno (muchas veces descontextualizados) ni los niños con necesidades educativas especiales ni la demás población estudiantil cuenta, con las condiciones mínimas para gozar de un servicio público de la educación cuyo pilar sea realmente la calidad.