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¿Hay Inclusión educativa en Colombia? Segunda parte: Emanuel busca colegio en Cali

Emanuel Segunda entrega de la serie ¿hay inclusión educativa en Colombia? con la historia de Emanuel, de 3 años de edad que empieza su vida escolar con las dificultades propias que implica encontrar una institución preparada para recibir a un niño con Síndrome de Down. Pese a la existencia de la ley 1618 de 2013   que habla de la inclusión educativa, los padres de Emanuel no lograron encontrar un sitio adecuado, a excepción de un jardín infantil, que por voluntad propia, ha atendido a población con discapacidad cognitiva desde hace muchos años. La aparición de Emanuel cuenta con el permiso de sus padres. 

¿Hay inclusión educativa en Colombia? segunda parte: Emanuel busca colegio en Cali 

Emanuel

Febrero 9-2015

Por Ximena Vélez
Fotografías: Álvaro Márquez

Se llama Emmanuel, mide 91 centímetros, su peso y estatura son acorde a sus tres años de edad. Permanece sonriente, atento, todo lo mira, hace movimientos con sus piernas y brazos al escuchar la música, cambia de ritmo con la salsa, la cumbia y la bachata, su parpado derecho tiene una leve caída de nacimiento y hoy viste su primer uniforme de educación física con un nuevo par de tenis blanco talla 26. 

Faltan 20 minutos para las ocho de la mañana y la sonrisa del pequeño se ve interrumpida por el momento en que la buseta escolar lo recoge en su casa del Barrio Villa Colombia de Cali para llevarlo al liceo infantil "Mamá Betty" donde desde hace tres semanas inició clases con seis compañeros más, es el único niño con síndrome de down en el salón de párvulos.

Emanuel 1

"Los niños son niños, cuando crecen es que empiezan los prejuicios" dice Gladis, directora del jardín infantil, explicando el proceso de adaptación de Emmanuel que dice ha sido rápido. Sigue instrucciones y cumple con las actividades que se desarrollan, le toma un poco más de tiempo pero las hace, va a su ritmo. Esta mujer con más de 20 años de experiencia en la docencia confiesa que es todo un reto educar niños con capacidades distintas y el mayor secreto es el cariño que se les pueda brindar mientras se les enseña.

Pero para que hoy en día Emmanuel logre recortar trozos de papel, rayar con los crayones, pintar con sus dedos, comer su comida, avisar el momento de ir al baño, y otras tareas, se ha necesitado el tiempo y la dedicación de los padres y una innumerable cantidad de profesionales que le han seguido la minuta, fonoaudiólogos, terapeutas, neurólogos, psicólogos, traumatólogos entre otros que han sido parte de su vida desde los dos meses de edad cuando fue diagnosticado con trisomía 21 leve, moderada.

A la hora de la verdad

Desde las octava semana de vida Emmanuel empezó a trabajar para lograr entrar a estudiar en un colegio algún día, la estimulación de todos sus músculos, la lucha constante contra la hipotonía lo obligaba a cambiar sus horas de sueño por largas jornadas de terapias y así aprender con ayuda especial lo que con el tiempo otros niños logran. El 30 de noviembre del 2014 cumplió 3 años de edad y empezó la búsqueda del colegio ideal para dar inicio a su proceso de escolaridad. Con lista en mano su madre se dedicó a contactar los colegios recomendados, esas instituciones educativas ideales para el desarrollo cognitivo e intelectual para que conviva en una sociedad siendo un sujeto de bien.

La realidad fue que muchos de los colegios que decían tener inclusión no la tenían, otros temían no tener la capacidad ni el personal indicado para atender un niño síndrome de down por lo que después de horas de charla con la psicóloga le explicaban a los padres que debían buscar otra opción, y esas instituciones con metodologías y pedagogías adecuadas entre las que se encontraba el colegio Montessori y el Luis Horacio Gómez eran extremadamente costosas. A una familia de estrato 3 de la capital vallecaucana donde el salario mínimo establecido es de $644.350 le es inalcanzable pagar mensualidades que oscilan entre 600 mil a 1millon 200 mil pesos sin sumar transporte y lista de útiles. Hace 20 años se habla de una educación inclusiva en Colombia, pero hasta el momento parece ser un acto de buena fe en algunas instituciones o un lucro económico para otras. 

Se agotaba el tiempo de inscripciones y la idea de sus padres era que desde temprana edad Emmanuel logrará entablar relaciones con otros niños: jugar, reír, compartir y sobre todo aprender, pero las frases más comunes era "no se lo puedo aceptar" lo que Deisy Moya, madre del pequeño admite le causaba gran dolor pues el rechazo por parte de la comunidad educativa la desalentaba. Incluso en otros colegios aceptaban el ingreso de un niño con síndrome bajo la condición de tener un tutor - lo que implicaría pagar una mensualidad al colegio y otra al tutor.

Mamá Betty

Después de muchos colegios campestres, amplios y de diferentes sectores de la ciudad encontró un lugar pequeño y acogedor de puertas abiertas en la cercanía de la casa, se trata del liceo infantil "Mamá Betty". Con el pasar de los años Gladys, la directora del liceo infantil ha visto crecer niños con diferentes capacidades. Explica que van a su propio ritmo en el aprendizaje, potencian diferentes habilidades y talentos que no obligatoriamente tienen que ver con aprender a sumar o restar. Realizan la inclusión educativa en la institución por elección y aunque admite que la reglamentación por parte de la secretaria de educación la estipula, formalmente no realiza ningún tipo de acompañamiento o de asesoría para brindar la atención adecuada a esta parte de la población infantil.

Emanuel 4

¿En qué estamos?

Actualmente el mundo se prepara para las construcciones de grandes avenidas, la exploración de vida en nuevos planetas, el avance en la tecnología, mayor conectividad a internet, tantos canales de televisión como es posible, telefonía móvil de alta gama, y todos parecemos estar interconectados por las redes sociales, pero las buenas condiciones educativas escasean, se vuelven día a día más exclusivas y aunque desde el siglo 19 al 21 se han estudiado perspectivas de calidad de vida para la población con síndrome de Down, aún no es suficiente.

Mientras en la ciudad de Cali los padres de Emmanuel batallaban para lograr inclusión educativa podían ver noticias que alentaban su esperanzas : Pablo pineda el primer Europeo con síndrome de down en completar su carrera universitaria, Megan Mc Cormick considerada como la primera persona con síndrome de Down graduada con honores de una Universidad Técnica en los Estados Unidos, Valentina Guerrero, quien se convirtió en una de las modelos más jóvenes y populares del mundo el año 2012, Ángela Bachiller se convierte el año 2013 en la primera Concejal con síndrome de Down en el mundo y entonces vuelven los sueños de ver a Emanuel siendo un abogado, médico, arquitecto. Quizá en algún momento lo imaginaron en alguno de esos roles durante sus nueve meses de embarazo, pero ahora viven bajo una sola premisa: no importa el oficio o el quehacer que elija, lo único que desean es que Emanuel sea feliz y no se le nieguen oportunidades.

Colombia quizá no ha llegado a este nuevo siglo y vive en una era pasada donde el prejuicio, la lastima y la exclusión prima ante la calidad de vida para los niños súper dotados emocionalmente, porque es así como Marcos Chicot , psicólogo clínico y padre de Lucia, una niña con síndrome de down los define, seres emocionalmente súper dotados que ante la media intelectual, cognitiva y de expresión verbal de los niños "normales" no están en igual condición pero en su capacidad emocional les lleva años luz de ventaja, su percepción es mayor y son amorosos casi que cromosómicamente. 

 

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