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El fantasma de los ´falsos positivos´ en México

torturado 2En Colombia, las ejecuciones extrajudiciales o mal llamados ´falsos positivos´ se usaron para justificar asesinatos de civiles para hacerlos pasar por guerrilleros, lo que costó la vida a muchos inocentes. Hoy México atraviesa una situación similar pues ya se han descubierto casos de esa naturaleza. En la segunda entrega de la serie México torturador, la periodista caleña Margarita Solano nos entrega un relato en el que se muestra dicha  como fachada para asesinar y torturar a personas inocentes.

El fantasma de los mal llamados ´falsos positivos´ en México

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Octubre 26-2014


Por Margarita Solano
Especial para Hechoencali.com desde México

Era lunes 30 de junio de éste año cuando la Secretaria de la Defensa Nacional dio a conocer que durante un enfrentamiento en un pequeño municipio del Estado de México llamado Tlataya, habían muerto 22 criminales.

Pero algo olía mal en ese pronunciamiento que se hiciera hace ya cuatro meses. 22 decesos del lado de los victimarios y un único herido por parte de las fuerzas castrenses. La escena misma, aludía a que los criminales no tuvieron tiempo de defenderse de los uniformados o que sus balas no surgieron el más mínimo impacto en los soldados.

La versión oficial de lo ocurrido esa tarde en Tlataya, detalla que un convoy de militares transitaba por la zona cuando un grupo de personas comenzaron a dispararles sin motivo aparente. El enfrentamiento se abrió enseguida y los muertos minutos después.

La Secretaría de la Defensa Nacional, informó también, que en la bodega habrían secuestradas dos mujeres y que los hombres caídos se dedicaban a la producción clandestina de drogas sintéticas.

En un hecho sin precedentes, la versión oficial comenzó a desmoronarse. Lo que ocurrió ese lunes en la tarde, no fue un enfrentamiento sino un fusilamiento a sangre fría. Un testigo confió a las autoridades haber escuchado fuego de armas y fuertes golpes en las inmediaciones de la bodega. Hoy se sabe que los militares asesinaron a 22 civiles, en su mayoría jóvenes entre los 14 y 16 años.

Los reportes forenses, confirmarían más tarde que la mayoría de los cuerpos presentaba huellas de tortura o golpes de un probable sometimiento. Las leyes del Ejército Mexicano, señalan que éstos solo podrán abrir fuego cuando hayan sido primero atacados, pero en éste caso, la verdad ha salido a la luz pública: el Ejército Mexicano asesinó a una decena de hombres vencidos en una bodega.

Dos observadores del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, confirmaron las dudas. Después de inspeccionar el depósito, notaron que no había indicios de balas perdidas que deberían haber dejado los soldados. Tampoco hubo señales de disparos efectuados desde el interior del lugar, como lo afirmaron los militares al momento de ser presuntamente atacados.

La Comisión Nacional de Derechos Humanos en México ha concluido que más de 15 hombres fueron ejecutados por el Ejército Mexicano quienes actuaron fuera de la ley al disparar a civiles que ya se habían rendido. Raúl Plascencia, Presidente de la CNDH, afirmó que durante la investigación encontró varios obstáculos. El primero es que las autoridades divulgaron que era un enfrentamiento cuando eso era falso, hubo alteración en el lugar de los hechos para tratar de simular un tiroteo y le proporcionaron a la Comisión fotografías a modo de ocultar que había sido una ejecución.

Para Jesús Robles Maloof, defensor de los derechos humanos, no hay duda. El hecho de que el Ejército y la Policía estén involucrados en casos de tortura y violaciones a los derechos humanos, se debe entre otras cosas, al afán por ganar ascensos y condecoraciones por parte de sus superiores.

Maloof piensa que en México se está exportando el modelo de los falsos positivos de Colombia "con tal de recibir gratificaciones, los uniformados están utilizando tácticas de interrogatorio diseñadas en agencias de inteligencia que no respetan los derechos humanos y dan por sentado que un detenido es culpable aunque no se haya demostrado lo contrario."

Entre Tlataya y la desaparición de 43 jóvenes humildes que estudiaban en la normal de Ayotzinapa en el estado de Guerrero, la sociedad mexicana se encuentra en pie de lucha saliendo a las calles para exigirle al gobierno un alto a las detenciones arbitrarias, la tortura y tratos crueles, la desaparición forzada, el asesinato de jóvenes, niños, madres.

Hace dos semanas, otra noticia estremeció a México y a la comunidad internacional. El hallazgo de ocho fosas clandestinas con más de 50 cuerpos calcinados, desmembrados, abandonados en la clandestinidad de la vorágine cerca a las inmediaciones de Iguala Guerrero, donde levantaron a los normalistas.

Las sumas y restas no cuadran. Los primeros reportes periciales de un grupo de argentinos que se han sumado a la investigación, revelan que no se tratan de los cuerpos de los jóvenes de Ayotzinapa. ¿Si no son ellos, de quiénes son? la respuesta ronda junto al miedo en todos los rincones.

Un periodista mexicano que prefiere mantener su nombre en el anonimato, relata con tristeza que el momento crítico que vive México es básicamente porque ¨todos, absolutamente todos, estamos expuestos hoy día a la violencia, la saña, la impunidad¨. Si las instituciones creadas para salvaguardar la integridad de los ciudadanos como las policías y el Ejército, están asesinando civiles sin distingo, qué nos depara el mañana? se pregunta el reportero con un dejo de tristeza.

Ilan Semo Groman, historiador y académico, coincide con el comunicólogo, ¨el panorama actual en materia de Derechos Humanos en México es desalentador, preocupante, alarmante, de miedo¨. Semo recuerda que en la década de los ochenta la tortura en México era utilizada para quienes se dedicaban a la oposición política y hacían resistencia social, ahora esta práctica ha pasado a "detenciones por horas, por fines de semana y es contra toda la sociedad en general. "Se tortura igual a un estudiante, un empresario, un presunto delincuente, la usan para obligar o someter, para que no denuncien o se retracten, para callar y todos absolutamente todos hemos quedado desprotegidos", subraya el historiador.

Para Semo, académico de la Universidad Iberoamericana considerada una institución jesuita, el informe de Amnistía Internacional sobre la tortura en México, se fue por los datos más optimistas. "Las cifras que ellos manejan son únicamente de las personas que se han atrevido a denunciar, hay miles que optaron por el silencio".

Agrega Robles Maloof, defensor de derechos humanos, que los métodos para torturar en el país se han ido sofisticando de manera salvaje con casos "de simulación de ejecución, picaña –que consiste en sumergir la cara de una persona en un excusado–, privación de la sombra, manos y bocas amarradas, permanecer hincado durante días enteros, son técnicas de tortura utilizadas en lugares como Guantánamo que dejan huellas físicas y sicológicas imborrables".

El informe de Amnistía que titula Fuera de control: Tortura y otros malos tratos en México, subraya el clima imperante de impunidad y tolerancia que prevalece en torno a éste delito: sólo siete torturadores han sido declarados culpables en los tribunales federales. El número de enjuiciados en los tribunales a nivel estatal es aún menor.

Más de una década de utilizar el cuerpo como mecanismo de incisión para poner condiciones a los otros, "hace pensar que vivimos en México una etapa terrible, oscura, donde el sistema policiaco y militar es partícipe y protagonista de las condiciones de vida en la mayoría de las áreas del país, donde los uniformados se han involucrado con el crimen organizado y conviven con él, ocasionando un escenario espantoso, dantesco", concluye el historiador.

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