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Relato de un aborto

aborto 1En la segunda entrega de la serie el aborto en Colombia, conoceremos el relato de una mujer que hizo que se le interrumpiera el embarazo a las cinco semanas de gestación. Esta decisión, que no fue fácil, le hizo entender la enorme responsabilidad que las mujeres tienen con sus cuerpos, pero también la enorme presión que sufren al asumir el hecho de no tener a su bebé. El aborto, permitido en tres casos, aún es tema de debate en nuestra sociedad.  

Relato de un aborto 

aborto 1

Septiembre 7-2014


Por Paola Ramírez

"Llamé desesperada y un poco insegura: Buenas tardes, quiero practicarme una IVE – sí, con mucho gusto puede apartar una cita, cuesta $35.000, aquí le explican lo que debe hacer - Colgué el teléfono y me quedé pensando, no quería más hijos y eso lo tenía claro".  Quedar embarazada en Colombia a edad temprana parece un pecado, pero quedar embarazada por segunda vez, eso ya parece un delito. Esta es más o menos la impresión de *Camila, equivocarse dos veces ya es demasiado.

"Llegué a la hora de la cita y el sitio por fuera parecía una casa normal. Ya me lo había recomendado una amiga cercana y me había dicho que podía estar tranquila, que allá iban a tratarme bien, que nadie me iba a reprochar por decidir sobre mi cuerpo y que sobre todo iban a cuidarme. Entré a la sala asustada pero decidida. Primero nos hicieron pasar a varias mujeres a un salón y nos explicaron que esta era una decisión propia y además que para la ley solo hay tres motivos por los cuales uno puede practicarse la IVE - Interrupción Voluntaria del Embarazo: En caso de mal formación del feto, en caso de que el feto atente contra la vida de la madre o en caso de una violación - a mí no me aplicaban ninguno de los tres".

Camila, una estudiante universitaria que además ya tenía un hijo, estaba segura que tener otro iba a truncar su carrera una vez más y que en esta ocasión tal vez no podría volver a retomarla. Ya no quería arriesgarse más y aunque no encajaba en los casos que la ley permite un aborto, ella había encontrado la manera de hacérselo por fuera del sistema de salud.

Según un estudio del Instituto Guttmacher, "se estima que el 44% de los embarazos no planeados en Colombia terminan en un aborto inducido, esto se traduce en unos 400,400 abortos inducidos cada año", a esta cifra se le suman los abortos clandestinos, el estudio además determina que el sistema de salud atiende al año más de 93.000 casos de mujeres que desarrollan complicaciones después de practicarse el procedimiento.

"Pasé donde el médico y me realizó una ecografía, con esto determinó que tenía 5 semanas de embarazo, después me hicieron entrar con la sicóloga, hablé con ella casi media hora. Le expliqué mis razones y ella asintió. Me dijo que estaba en pleno derecho de escoger qué hacer con mi cuerpo y que ahí iba a encontrar un respaldo y acompañamiento, ella sin duda quería estar segura de que yo no tuviera dudas. Me explicó el método que usan en ese lugar: una succión. Cuesta $350.000. Eso valía arreglar el problema que había causado por irresponsable y no haber planificado. Establecí con ellos el día y la hora en el que harían la intervención y me fui".

Llegó asustada – cuenta - dice que a pesar de que estaba segura de lo que quería, nunca se imaginó que tendría que hacerlo. Se sentó en la sala de aquel lugar y esperó. Cuando la llamaron aceleró el paso de igual manera que se le aceleraban los latidos del corazón, "es una sensación que uno no puede describir. Físicamente sientes como un vacío en el estómago y quisieras que no estuviera pasando. Es tan injusto, las mujeres tenemos que cargar con la responsabilidad de todo y si no elegimos lo que los demás por moral o cultura dicen que es lo que se debe hacer, también tenemos que cargar con la culpa". La recibió una enfermera y la llevó a un espacio en donde había algunos casilleros. Todo era opaco, Camila no sabe si el color del que estaban pintadas las paredes era gris o si el estado de su cuerpo y de su mente la hacía percibir ese color. Era un día gris. Allí la enfermera le entregó una llave – "Aquí puede guardar todas su cosas y su ropa, póngase esta bata y ya regreso por usted, esté tranquila que yo la voy a acompañar todo el tiempo".

Esa palabra 'acompañar' quedó retumbándole los oídos. Eso era lo que le decía su pareja. "Acompañar, cuál acompañar. Ustedes no tienen que hacer nada, ese pedacito de carne que tienen entre las piernas lo usan y listo. Nosotras las mujeres cargamos con todo. Si queremos tener el niño nos toca parirlo y criarlo, si no lo querernos, nos toca abortarlo. Total que siempre nos toca todo. Ustedes sirven para reprochar o para decirnos que somos unas desalmadas porque finalmente el pedazo que les toca no es el peor"

Esta fue una de las tantas discusiones que Camila tuvo con su pareja. En un principio, él no quería apoyar su decisión, pero terminó por aceptar sus razones y ahí estaba ese día en la sala de ese lugar que parecía una casa normal, esperando que por lo menos ella estuviera bien. La enfermera regresó y la llevó a una sala de cirugía, allí estaba la psicóloga que la ayudó también a acostarse en la camilla, segundos después entró el médico y le pidió que recogiera las piernas para quedar en la posición adecuada. El Reloj marcaba las 9:00 am. La enfermera le dio un ibuprofeno y Camila sintió el primer tirón.

"Yo no sabría decir qué tanto dolor experimenté, pero no te ponen anestesia, sentí en carne viva como aspiraban en mi útero, la sicóloga no soltaba mi mano y me decía que debía ser fuerte y que ella estaba ahí conmigo. En un momento vomité. Creo que estuve como tres horas en ese quirófano". Cuando Camila salió de la sala de cirugía el reloj marcaba las 9:20 am. Quizá para ella el tiempo ahí fue eterno o tal vez se detuvo.

La llevaron a la sala de recuperación en donde encontró por lo menos otras 5 muchachas en la misma situación, unas sentadas en camillas otras en camas. Ella no era la única. Toda la sala era blanca, las paredes, las sábanas, era un lugar tranquilo y la calidez de la enferma que las cuidaba era infinita. – Niña le voy a traer un analgésico y un agüita de canela porque debe tener mucho dolor- "si por favor y si puede prestarme una de esas bolsitas calientes de las que tiene la niña de aquí al lado se lo agradezco, me está doliendo mucho".

Camila estuvo ahí una hora hasta que pudo pararse e irse. "yo no me siento orgullosa de lo que hice, pero tampoco me doy látigo todos los días o tengo un trauma psicológico. Creo que a algunas personas nos toca vivir experiencias para hacernos crecer, de esto aprendí que no puedo descuidar mi cuerpo y que debo cuidarme para que un ser no pague mi irresponsabilidad. De un segundo y una sola decisión a veces depende nuestro futuro".

Tal vez Camila aprendió lo que describe Lewis Carrol y no es precisamente que existe el País de las Maravillas, sino que tal vez el para siempre es solo un segundo.

*Nombre cambiado a petición de la fuente 

 

Otras notas de esta serie:

collage aborto El aborto en Colombia: primera parte 

 

 

Aborto 3 El aborto en Colombia, tercera parte

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