María Gutiérrez: la mamá de la nave
María sonríe, extiende la palma de su mano y la agita al saludar, desde la calle 79 a la 85 de la Avenida Jamaica, se detiene, saluda de nuevo, se encuentra a uno luego a otro. Entre las cuadras largas que separan la casa de María y la iglesia de todos los Santos no hay quien no la haya visto alguna vez, no hay quien no la distinga e incluso quien no la extrañe cuando por algunos días, especialmente en invierno deja de pasar por la acera manejando su compañera de vida. Hace seis años María sufrió un accidente automovilístico cuando iba en un paseo familiar camino a Florida, una de las llantas del carro estalló y su cuerpo salió disparado por medio del parabrisas. Permaneció en coma por meses y cuando despertó se enteró que a partir de ese día no podría volver a mover la parte inferior del cuerpo, el dolor de nervio sería permanente, y su vida la comenzaría a compartir con una silla de ruedas.
María Gutiérrez: la mamá de la nave
Mayo 14 - 2017
Por Ximena Vélez
Especial desde Nueva York
Jamaica, Queens. N.Y.
María sonríe, extiende la palma de su mano y la agita al saludar, desde la calle 79 a la 85 de la Avenida Jamaica, se detiene, saluda de nuevo, se encuentra a uno luego a otro. Entre las cuadras largas que separan la casa de María y la iglesia de todos los Santos no hay quien no la haya visto alguna vez, no hay quien no la distinga e incluso quien no la extrañe cuando por algunos días, especialmente en invierno deja de pasar por la acera manejando su compañera de vida.
Hace seis años María sufrió un accidente automovilístico cuando iba en un paseo familiar camino a Florida, una de las llantas del carro estalló y su cuerpo salió disparado por medio del parabrisas. Permaneció en coma por meses y cuando despertó se enteró que a partir de ese día no podría volver a mover la parte inferior del cuerpo, el dolor de nervio sería permanente, y su vida la comenzaría a compartir con una silla de ruedas.
- Su nueva amiga, dijo la enfermera y María sonrío.
Los primeros meses no fueron fáciles pero María no perdió la sonrisa. Cada mañana al ver a sus hijos y tener la oportunidad de estar viva para verlos crecer la llenaban de fuerza y fortaleza, busco ayuda, asistió a las terapias y leía poco a poco los libros de Nick Vujicic , un hombre con el que se sentía identificada y la impulsaba a mantener la actitud positiva en la vida.
Sin embargo no sería el primer momento en que esta mujer ecuatoriana proveniente de Yuraqui, Quito le tocaba reunir fuerzas. María ya le había tocado guerrear.
Una de las tantas veces fue hace 16 años cuando había tomado la decisión de cruzar la frontera para llegar a New york, en una odisea de tres meses y medio, donde le tocó pasar dos días caminando por el desierto sin probar comida alguna más que trapos húmedos para refrescar su boca , o que tal cuando de México a Texas iba en un camión apretada como una sardina sin poder respirar y congelada por la temperatura del Octubre de aquel año 2000 o peor aún cuando estaba a punto de coronar el paso a la frontera y el camión fue detenido por la "migra" y estuvo 2 meses y medio en cárcel bajo interrogación y amenazas de deportación.
Es que siempre ha sido una guerrera, María es la que dice: si me dice que no puedo pues yo le muestro como sí soy capaz. En Noviembre del año 2000 cuando apenas llegó a este País, María tenía 19 años de edad, medía 1 metro y 38 centímetros, estaba enamorada hasta los tuétanos y poseía una deuda de 6000 dólares que correspondían al paso de la frontera y la fianza que había pagado en la migra. El entonces dueño del apartamento donde vivía le dijo que nadie la iba a contratar pues en la Capital del mundo nadie le daba trabajo a los bajitos, sólo fue que le dijeran eso para que María se armara de valor a conseguir un empleo.
Una semana después encontró una oficina de limpieza donde debía llegar más temprano que cualquiera para que hacer la fila y coger una casa para limpiar, desde ese momento Maria se levantaba más temprano cada mañana y así conseguía hacer lo del día, poco a poco se dio a conocer hasta que un día la llamaron de la oficina para ofrecerle un empleo tiempo completo haciendo aseo en la casa de unos judíos y su suerte cambio, empezó a estudiar inglés, pago la deuda con ayuda de sus empleadores y después de eso no le volvió a faltar trabajo.
Vio, dice. Le cerré la boca a ese señor, esta chiquitica consiguió trabajo y no dejo de trabajar. Un día tuve la oportunidad y se lo dije!. Con el tiempo María se convirtió en mamá y se dio cuenta que el motor de su vida eran sus dos hijos y poder verlos crecer era una oportunidad que debía agradecer, entonces mientras pasaron los días grises asimilando que no volvería a caminar comenzó a compartir más de su tiempo con la gente que lo necesitaba, se hizo voluntaria en el hospital Elmhurst de New York, comenzó ir con regularidad a la iglesia y un día cualquiera decidió que iba a volver a bailar, su pasión desde pequeña era bailar y no quería que su nueva condición le impidiera realizarla.
Hace un año aprendió a manejar carro y entonces va de una lugar a otro a clases de Zumba, mientras maneja para llegar al centro de la Ciudad dice que tiene planes de estudiar, le gustaría una carrera donde pueda ayudar a otras personas en momentos difíciles, sueña en voz alta y recuerda que no tiene papeles, que la migra la cogió hace unos años y su estado migratorio está pendiente, respira. Todo se solucionará, sonríe. Así es María
El domingo celebrará el día de la madre en la iglesia de todos los santos, entonces, se levantara temprano para arreglarse un poco el cabello, montara su lamborghini o su clásica , la primera es la silla automática y la segunda la mecánica, todo depende del clima y luego con sus dos hijos y su nave recorrerá las calles de la avenida Jamaica, saludara a uno luego a otro, agitara su mano para los que están en frente de la acera y sonreirá, no importara los punzones que recibe a diario en su cuerpo o los dolores de nervio que le dan calor aun cuando es invierno, ella,
Maria la guerrera mantendrá la sonrisa ante la adversidad.
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