Periodismo de Derechos Humanos

Una heroína de los Derechos Humanos

Delia 3Segunda entrega de la serie ´Los Derechos Humanos y sus héroes´ Hoy conoceremos a Delia Caicedo, una joven que por más de 15 años se ha dedicado a proteger y visibilizar derechos fundamentales a través de la educación, el arte y la memoria. Su trabajo, iniciado desde que era adolescente, refleja el de muchas otras personas que en medio de dificultades, buscan la igualdad, la justicia, la verdad.


Una heroína de los Derechos Humanos

Delia 3

Diciembre 08-2013

 

Por Alexandra Serrano Guevara

Una mujer campesina que por fuera refleja juventud, carisma y desde su interior, experiencia, sabiduría y una profunda vocación por defender y luchar los Derechos Humanos; así es Delia Caicedo. Realizó su primaria en zona rural del municipio de Sotomayor en Nariño, en donde se presentaban enfrentamientos entre la guerrilla y los paramilitares. "Cuando era niña, llegaba a la escuela con una bolsita de cartuchos y con mis compañeros de clase decíamos: ay, mira las que recogí y jugábamos. Yo ahora me digo: oiga nosotros tenemos naturalizado eso, nosotros a los cartuchos no le dábamos la dimensión que era algo que le quitaba la vida a una persona. Pues ahora es que vengo a reflexionar eso, digamos que era por la edad, porque teníamos siete u ocho años".

Su primer acercamiento con el tema de los derechos humanos fue a los 14 años. Tuvo la posibilidad de conocer a un grupo de personas que hacían parte de un proyecto denominado Colombia Nunca Más que lucha contra los crímenes de lesa humanidad cometidos en Colombia entre 1966 y 1998, desde el enfoque de la recuperación de la memoria histórica. Dentro de este proyecto, Delia hizo un voluntariado. Cuando salía del colegio ella se dedicaba a hacer la transcripción de entrevistas a mano de las investigaciones sobre las violaciones de derechos humanos y crímenes de lesa humanidad.

Además durante dos años estuvo trabajando en la depuración de la base de datos para el Valle, revisando la redacción de los casos y analizando los nuevos para hacerles el ingreso respectivo. Al culminar su bachillerato, su anhelo era ingresar a la Universidad del Valle. Se inscribió, pero no contó con la fortuna de alcanzar su objetivo, lo que representó para ella su primera frustración.

En medio de esa frustración, la vida la condujo a conocer a varias personas que integraban las Comunidades Eclesiales de Base (gente cercana a la iglesia, pero bajo la teología de la liberación, de ver a Dios como un defensor de la vida y de los derechos humanos) haciendo que ella se olvidara de entrar a la universidad. Inició entonces un proceso de formación y aprendizaje en el acompañamiento a las comunidades.

Trabajó en el CINEP y a pesar de no contar con un pregrado, acompañó el trabajo del Banco de Datos de DDHH y Violencia Política desde el año 2008 hasta el año 2010 y en una cartilla titulada Noche y Niebla en la que se consignaron casos de vulneración de derechos humanos, distinguiendo cuáles han sido efectuados por la fuerza pública y cuáles por la guerrilla.

Su compromiso con la Fundación Guagua

En el año 2000 surge la Fundación Guaga, una organización no gubernamental de derechos humanos. En 2006, Delia junto con Freddy (fundador de la fundación), estaban pensando qué hacer con los archivos de los casos existentes de violaciones de derechos humanos y crímenes de lesa humanidad, con los que ella venia trabajando en el marco del proyecto Colombia Nunca Más y desde el cual se veía la necesidad de crear espacios de memoria.

Es entonces cuando se crea la Galería de Memoria Tiberio Fernández Mafla, un espacio de la fundación Guaga para contar la memoria de las personas que han sido asesinadas y para contar la verdad desde las victimas. Su nombre rinde homenaje al párroco de Trujillo, asesinado en la masacre de este municipio ubicado al norte del departamento del Valle del Cauca, quien trabajó por las comunidades de Trujillo y denunció las violaciones de DDHH que se estaban perpetrando en dicha zona.

Con el equipo de trabajo de la fundación, Delia pudo estar en Trujillo, en donde 341 personas fueron torturadas, masacradas y desaparecidas. "Para mi ese fue un momento que me cambió la vida. Hay mucha gente que todavía no ha hablado, los últimos años nos hemos dado cuenta de seis casos de gente que estuvo muy cercana a toda esa violencia y que no había dicho nada" – afirma Delia.

Ella presenció el momento en que se hizo el traslado de los restos del Padre Tiberio desde el pueblo al parque monumento y afirma que aunque fue bonito para ella porque él era una persona reconocida por toda la comunidad, a la vez fue muy triste por ver todos los cajoncitos simbólicos que se llevaban. A través de la Galería de la Memoria y de un acercamiento previo que Delia tuvo con el Movimiento Nacional de Víctimas de Crímenes de Estado (MOVICE) se logra una articulación con esta organización para luchar contra el olvido, la impunidad y exigir desde ambas partes la verdad, la justicia y la reparación integral para todas las victimas de la violencia.

Ser defensora de Derechos Humanos es mi proyecto de vida

La lucha de Delia por los derechos humanos se ha convertido en su proyecto de vida. "Yo quiero decir: yo hice lo que pude hacer, pude ayudar a otras personas y recordar mi vida con felicidad y con gratitud". Ella siente que lo hace le deja grandes satisfacciones porque en algo está contribuyendo para que la realidad cambie, para que los niños descubran sus talentos y para que a pesar que algunas personas pierdan a sus familiares puedan continuar con sus vidas.

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