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 Portada Molano

Noviembre 5 - 2020

Se fue Alfredo Molano y nos dejó todo un país desconocido retratado en sus textos. Nos regaló una Colombia profunda llena de voces olvidadas que él, en su rebeldía académica, revivió en sus libros, en sus columnas. Voces que volvieron a la vida a lomo de mula y por las eternas conversaciones que él sostuvo siempre con esa patria desechada, escondida y que hoy quedará eterna, inamovible gracias a sus pasos.

Gracias Alfredo Molano 

Por Laura Cruz

Leer a Alfredo Molano es poder ver cómo alguien convierte la nostalgia en palabras. Es andar en trochas a lomo de burro y con un equipaje muy ligero. Es conocer lo que hay detrás de la guerra, las voces de los Desterrados. Leer a Molano es vencer la historia oficial. 

Sobre al autor todo lo que se diga no basta porque desafió a la academia. Un sociólogo de campo en zapatos converse, de mochila al hombro. Nació en 1944, un año bisiesto cuando los conservadores ocupaban el poder en Colombia. En sus primeros años lo tuvieron en una finca por eso siempre quiso descubrir "qué había detrás del monte". Si alguien conoció las regiones fue él, los nombres de cada quebrada de la planta más pequeña, de las comidas, y lo más importante: el nombre de los pueblos y de sus gentes.

Sociólogo que le roba a la antropología el diario de vida, periodista que crea un nuevo género y una nueva forma de narrar, donde el narrador ya no es omnisciente sino en primera persona porque nadie puede contar el dolor del otro. Un escritor que tuvo que vivir en el exilio y en el exilio fue a las cárceles para hallar entre los presos esa libertad que le hacía falta, esa libertad que se llamaba patria. Ganó el premio Simón Bolívar por toda una obra. Escribió 27 libros. En sus columnas en el Espectador criticó a los paras, a la guerrilla y al Estado.

Desterrados subtítulo

Desterrados

Es un libro que parece una panorámica del país. El libro recuerda las fotografías de Jesús Abad Colorado. Parece escrito a blanco y negro, parece escrito por uno de nuestros abuelos que tuvieron que vivir la violencia de la mitad del siglo XX. El libro fue redactado en el exilio por eso la nostalgia y el silencio caminan entre sus páginas. Molano fue desterrado por los grupos al margen de la ley, pero sobre todo por el silencio de los amigos. Sobre su exilio escribió: "Yo sentía el peligro, aunque me empeñaba en ocultarlo; sabía que el precio era el desprendimiento de mis hijos, de mi gente y de aquello que uno va acumulando y que quiere entrañablemente: un caballo, un libro, un par de tenis".

En la primera página Molano afirma "En Colombia casi todo campesino puede decir que su padre, o su tío, o su abuelo fue asesinado por la fuerza pública, por los paramilitares o por las guerrillas. Es la diabólica inercia de la violencia, que desde el año 1948, año del asesinato de Gaitán, ha dejado más de un millón de muertos." Este párrafo es una sentencia para lo que encontraremos en el libro, en el que no sólo se relata el destierro de un lugar, sino el destierro de dejar a los seres queridos. La pérdida del pasado, de las raíces, y hasta la pérdida del derecho a sentir dolor.

El libro se divide en ocho crónicas: Desde el exilio, La derrota, Ángela, Los silencios, El barco turco, El jardín, Osiris y Nubia la catira. El libro nos lleva a recorrer una radiografía del dolor nos lleva en la primera historia a Barcelona donde su autor se exilia en los libros y la pluma. La segunda a la Costa Pacífica, nos hace que nos dé la brisa, que experimentemos la sensación de libertad que brinda la playa, el amor, el viche. Que juguemos ajedrez con los protagonistas de las historias. Que celebremos navidad y que un tiro nos despierte del sueño.

Ángela aparece descalza en la arena y la tierra en el tercer capítulo que trascurre en Niche, un municipio del Cauca. Aquí todo comienza a tener un toque rulfiano donde la muerte y la vida se rozan. Los ríos a veces son rojos y los muertos los recorren. También algunos muertos que son arrojados a las corrientes se convierten en peces, en peces dorados.

En el resto de capítulos viajamos al departamento de Bolívar, pasamos al Rio Atrato, al Chocó y terminamos en Bogotá congelándonos de frio, como la mayoría de desplazados que llegan a esta ciudad y tiene que experimentar el hambre, el hacinamiento y la indiferencia de lo que en la biblia ha llamado prójimo.

Los enemigos y las razones del desplazamiento también aparecen con nombres propios: guerrilla, paramilitares, fuerza pública. Las causas también y la palabra ´ganado´ está presente, Cartón Colombia, los aserraderos, la tierra, la amapola. El Estado.

El libro es una denuncia, es un relato de la resistencia, es un grito de dolor, es la voz de los que quedaron vivos y de los que fueron asesinados. Es una huella de los desaparecidos. Es la estampita del Sagrado Corazón de Jesús que los campesinos guardan en sus carteras. Es un acto de valentía, de perdón de quienes relataron las historias y de quien la escribió.

Alfredo Molano, como periodista nos abrió un camino, como sociólogo mostró que la academia sirve, pero el camino se recorre afuera. Como escritor se le puede comparar con Svetlana Aleksiévichla, que ganó el Nobel de Literatura en 2015 por contar el dolor de su pueblo que, aunque esté en otro continente muy lejos de Colombia, se asemeja mucho.

Cumplido un año de la muerte de Alfredo Molano, este es un homenaje a su vida, a sus palabras y al corazón que dejó y que aún palpita en cada libro.

Donde estés viejo: ¡Haces falta!

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