Abril 6 - 2022 

Por Germán Ayala 
Analista Político 

Cada cierto tiempo y en particular, en escenarios electorales, suelen usarse a discreción dos conceptos que, a pesar de su sentido de universalidad, este se pierde o se acomoda a los significados que cada candidato les da, de acuerdo con su pensamiento político e intereses electorales. Hablo de democracia y pueblo. Dedicaré esta columna al primero de estos conceptos, que también son palabras y categorías.

El candidato de las derechas y la ultraderecha, Federico Gutiérrez, alias Fico, dijo recientemente que él va a “proteger la democracia”. Lo dicho por el candidato de Uribe Vélez se explica porque en la narrativa oficial del uribismo, es decir, del sector más expuesto de las derechas en Colombia, con un eventual triunfo de Gustavo Petro Urrego, la democracia, la de Gutiérrez, la de Uribe y Duque, entre otros, estaría en riesgo. Y tienen toda la razón. Explico.

El concepto de democracia que comparten el Innombrable, el candidato presidencial y amigo de Gustavo Villegas, cercano a la Oficina de Envigado, y el fatuo del Iván Duque Márquez, se reduce, justamente, a que haya elecciones cada cuatro años. Es decir, la noción de democracia que comparten es meramente procedimental y formal.

No les interesa reconocer los ámbitos social, económico y político de la democracia, pues como precapitalistas y agentes premodernos, no les interesa y mucho menos aceptan que haya condiciones generalizadas de bienestar para las amplias mayorías de los colombianos; y mucho menos, que a través de los mecanismos de participación ciudadana y otros instrumentos y acciones, la ciudadanía exija que el Estado actúe de acuerdo con lo que le ordena la Constitución política.

Justamente, por tener una idea equívoca y reducida de la democracia, Uribe, Duque y ahora el posible nuevo títere que probablemente se instale en la Casa de Nari, Federico Gutiérrez, estos tres enemigos de esa forma de gobierno, le apuestan a perseguir, sancionar, judicializar y si es del caso, desaparecer a quienes osan exigir el cumplimiento de sus derechos constitucionales. Para el 1087985, quienes protestaron durante sus nefastos ocho años de gobierno, eran “terroristas vestidos de civil” y más aún, aquellos que defendieron los derechos humanos, la biodiversidad y el derecho a gozar de un ambiente sano.

De la misma manera, para el títere que el 7 de agosto de 2022 dejará de funcionar como tal, los estudiantes que se movilizaron durante el Paro Nacional, actuaron como “terroristas urbanos”, guiados y apoyados por estructuras armadas ilegales. Duque será recordado porque como presidente, elevó al estatus de nuevo enemigo interno, a millones de jóvenes que participaron del estallido social, el mismo que dejó ver el talante autoritario del actual gobierno.

Entre tanto, ya sabemos qué idea de democracia tiene quien será el “nuevo Jorgito” de Uribe Vélez. Gutiérrez es fiel seguidor de la Seguridad Democrática, política con la que su patrón y jefe político persiguió profesores, académicos, intelectuales, libre pensadores, periodistas y a críticos de su administración. Así entonces, un gobierno de alias Fico no estará jamás dispuesto a profundizar la democracia en los términos planteados por Chantal Mouffe (democracia radical). Por el contrario, insistirá en la narrativa vieja y convenientemente absurda, de que Colombia es la democracia más antigua de América Latina. Para Gutiérrez, las masacres con sentido social que promovió Uribe, el asesinato selectivo de líderes y lideresas sociales, ambientalistas, reclamantes de tierras y defensores de los derechos humanos, obedecen a “líos de faldas” o a acciones de las disidencias farianas.

La democracia en la que cree Gutiérrez es la misma de hace 200 años: una en la que unos pocos gozan de privilegios, en contra de una mayoría que se ahoga en la miseria, la ignorancia, el subempleo y la desazón que produce quienes se hicieron con el Estado, para extender sus riquezas y para violentar a millones que tienen un concepto más amplio y generoso de democracia.