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¿Dónde queda el derecho al buen nombre? 

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En el mundo y particularmente en Colombia, vivimos en medio de la furia de quienes sin ser jueces, ni pertenecer a la Fiscalía o a la Policía ni tener ninguna competencia acusatoria o investigativa, lanzan condenas a diestra y siniestra basados en rumores o versiones parciales de los hechos. 

¿Dónde queda el derecho al buen nombre?

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Enero 28 - 2018

Por Jorge Luis Galeano

¿Qué pasa cuando una persona es acusada, por ejemplo, de maltrato animal? y ¿qué pasa si la acusación es falsa o se comprueba la inocencia del acusado? Para la Justicia quedaría claro que no cometió tal delito y estaría absuelto de toda culpa. Podría uno pensar, entonces, que todo termina ahí. Sin embargo, en el mundo y particularmente en Colombia, vivimos en medio de la furia de quienes sin ser jueces, ni pertenecer a la Fiscalía o a la Policía ni tener ninguna competencia acusatoria o investigativa, lanzan condenas a diestra y siniestra basados en rumores o versiones parciales de los hechos. 

Lo anterior con un agravante: las redes sociales. Espacios que parecen haberse convertido en salas de juicio y sentencia de cuanto caso aparece en primeras planas de los medios. Pero preguntaba antes sobre las consecuencias para una persona que, habiendo sido acusada de un delito, resulta inocente. Una de las primeras cosas que se afecta es su buen nombre (y no me refiero a cómo ha sido bautizada) me refiero al derecho al buen nombre, consagrado en el Artículo 15  de la Constitución Política de Colombia y definido por la Corte Constitucional como: "...la reputación, o el concepto que de una persona tienen los demás y que se configura como derecho frente al detrimento que pueda sufrir como producto de expresiones ofensivas o injuriosas o informaciones falsas o tendenciosas."

Es decir que si usted llama a alguien ´asesino´, ´acosador´ o ´maltratador de animales´ y se comprueba que no lo es, le está violando un Derecho Constitucional. Tomemos el caso sucedido en Cali el 21 de enero en el que un perro de raza bull terrier falleció al caer desde un quinto piso. Tras el hecho, el dueño del animal, un joven de 23 años fue detenido y acusado por vecinos de lanzar al canino. Esa versión y solo esa versión fue tomada por muchos como la verdad y en menos de un día, el muchacho pasó de ser una persona común y corriente a un despiadado asesino de perros.

Las redes sociales se convirtieron en el escenario desde donde se dispararon cualquier cantidad de adjetivos como "asesino" "maltratador" y otros mucho más fuertes que prefiero no reproducir aquí. Poco a poco, más personas se unieron a esa andanada de sentencias, convirtiendo al acusado en culpable sin siquiera pasar por la justicia. Me pregunto ¿cuántas de esas personas conocen en detalle lo sucedido? ¿Cuántas han ido a la Fiscalía a conocer el expediente del caso? Todo lo dicho hasta ahora es parcial y la verdad aún no se conoce ¿por qué sentenciar a alguien sin tener pruebas o certezas?

A mi correo llegó una petición de la plataforma Change.org pidiendo cárcel para el joven. No la firmaré porque no sé lo que pasó. No puedo llamar a alguien asesino de animales sin conocer los detalles, sin que se inicien las audiencias y mientras el caso aún esté en investigación.

Las consecuencias de esa exposición para él, según su familia, ya se ven: perdió el trabajo y no ha podido regresar a su casa por amenazas. Y aclaro: yo ni defiendo ni ataco al joven porque ni siquiera lo conozco, ni tampoco conozco los detalles de lo sucedido, pero sí defiendo su derecho al buen nombre.

Si es culpable, que pague como lo dicta la ley, pero aquí cabe una reflexión importante: ¿Qué pasa si él es inocente y se comprueba que todo fue un accidente? Les aseguro que unas disculpas no resarcirán el daño ya cometido. Su nombre y su honra ya se mancharon y eso es algo que no se recupera. Me pregunto entonces ¿en dónde queda el derecho al buen nombre?

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