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Portada relatos mujeres y educación virtual

Enero 27 - 2021

Por Laura Cruz

Aracely Rubiano Campo, Julianne Muñoz, Nancy Rodríguez y Olga Alejandra Erazo, tienen en común que todas son madres, todas viven en el Oriente de Cali, todas se dedican además de sus trabajos al cuidado del hogar, todas se volvieron profesoras desde el 17 de marzo, cuando los estudiantes comenzaron a recibir clases virtuales.

Todas tuvieron que hacer malabares económicos, de tiempo, y tecnológicos para que sus hijos pudieran seguir estudiando.

Ahora con el nuevo anuncio del secretario de Educación de Cali, William Rodríguez Sánchez, quien dijo que las clases durante este semestre seguirían virtuales, se preguntan de dónde sacarán dinero para el internet, computadores o celulares, incluso algunas dicen que deben decir cuál de sus hijos será el afortunado de continuar con los estudios, ya que no hay suficientes computadores ni internet para que todos reciban clases.

Esta situación de no tener acceso a dispositivos móviles es el común que viven muchas familias en el Departamento del Valle, así lo demuestra el último informe del Dane que señala que sólo el 69 por ciento de los hogares del Valle del Cauca, cuenta con una conexión de internet fija, sumado a esto, la proporción de hogares que poseen computador es solo del 32.7 por ciento, computador escritorio 25, y tableta 14,3. Lo que ha generado que muchos estudiantes del sector rural o de sectores empobrecidos, la administración Municipal no le garantice el derecho a la educación.

Aracely Rubiano Campo, vive en el Oriente, tiene siete hijos, contando el que le mataron hace tres meses. Es madre soltera. Se dedica a realizar trabajo doméstico. Antes de la pandemia su vida, aunque era complicada, le permitía trabajar y sobrevivir. Sus tres hijos en edad escolar, hacían los quehaceres de la casa, realizaban sus tareas utilizando las herramientas tecnológicas de la institución y la biblioteca e iban al colegio la mayor parte del día, lo que le permitía tener tiempo para trabajar, sin embargo, a raíz del covid 19, todo cambió.

Ella y su familia vivían en el sector del Jarillón, sin embargo, hace tres años fueron desalojados, por lo que ha tenido que pagar alquiler. Antes de la pandemia podía asumir este gasto haciendo aseo, pero ahora no tiene con quién dejar a sus hijos de siete, nueve y once años de edad lo que hizo que se retrasara con el pago del arriendo. La situación se puso tan crítica que no tenían con qué alimentarse, por lo que ayudó en un comedor comunitario para poder garantizar la comida de sus hijos.

Sumado a esto, Aracely tuvo que enfrentar sola el nuevo modelo de educación virtual que el Ministerio de Educación tuvo que adoptar tras la pandemia. Sin embargo, aunque se entiende las medidas para salvaguardar la vida, el nuevo modelo virtual no garantiza el derecho a la educación al no tener en cuenta una perspectiva de clase y un enfoque de género.

Con la llegada del COVID, tuvo que enfrentar sola el nuevo modelo de educación virtual: "Me toca escoger cuál de mis hijos mayores va a estudiar. Al menor, ya tuve que retirarlo porque sólo tenemos mi celular y todos deben recibir clases en el mismo horario. Con lo poco que he trabajado tengo que hacer una recarga de 20 mil pesos, cada dos días para que ellos reciban clases. Ese programa Classroom es muy pesado y come muchos datos. Además, les dejan una cantidad de tareas. El colegio se desobligó, sólo clases virtuales. Los profesores parece que estuvieran de vacaciones porque una les pregunta algo y lo mandan a buscar en internet".

Aracely manifiesta que no ha recibido ninguna ayuda de la Alcaldía y que los profesores no están prestos a colaborar puesto que ante alguna duda les dicen que busquen en Google, lo que hace que muchos estudiantes se desmotivan porque que el sacrificio económico es muy grande y no se ve recompensado a la hora de ver las clases.

Nancy

Nancy Rodríguez, quien también vive en el Oriente, hacia su labor como lideresa del sector por medio de un comedor comunitario, daba clase los sábados a algunos niños del barrio, arreglaba su casa y les colaboraba a sus once nietos a realizar las tareas en horas de la tarde. Los trabajos que requerían investigación los averiguaban en una sala de internet y a la mayoría les iba muy bien en el colegio.

Dice que después de que inició la pandemia todo cambió, sobre todo para las mujeres del hogar. Sumado al trabajo que realizan, ahora les deben dedicar mucho más tiempo a los menores para que realicen las tareas y entre el trabajo, las tareas del hogar, la cocina, les queda muy difícil.

"Los cambios fueron muy frustrantes. No tenemos medios de que ellos hicieran tareas, solo teníamos un celular el mío que permanecía en la casa y muchos libros. Fue horrible porque yo les enseñaba a varios niños para nivelarlos, pero ahora no puede, no hay celular ni computador.

Nancy señala que los cambios fueron traumatizantes para ella como líder porque sabe que muchas personas del sector no tienen internet, además que muchos jóvenes han dejado de estudiar porque el profesor habla muy rápido o no entienden lo que dicen. Incluso señala que el único celular que tenían para recibir clase se daño y al contarle a un profesor de su situación, este se rió.

Para Nancy este año no fue muy bueno a nivel educativo ni económico, ya que, si bien sus nietos pasaron el año, la educación que recibieron fue de mala calidad y con muchas dificultades a nivel de herramientas tecnológicas. Ahora su hija se endeudó para tener internet y están generando estrategias para poder garantizar la educación de los menores de su hogar, sin embargo, saben que no es una tarea sencilla, ya que no han recibido ayuda de la institucionalidad y algunos profesores son poco empáticos ante la situación de la mayoría de estudiantes de colegios públicos.

Virtualidad 

En la ciudad hay muchas historias como las de estas dos mujeres puesto que durante la pandemia la violación de derechos contra la mujer se ha intensificado. El desempleo es un ejemplo ya que según cifras del Dane, la tasa en junio del año pasado de las mujeres fue el 24,9 % mientras en los hombres fue de 16, 2%, con una diferencia del 8,7 por ciento de diferencia. Así mismo las cifras del 2020 a comparación del 2019 muestran un aumento de mujeres significativo.

Sumado a esto, ONU mujeres ha señalado que las medidas que se han tomado para mitigar el covid 19, han conllevado al aumento de trabajo no remunerado en la casa por parte de las mujeres, ya que además del trabajo doméstico han tenido que asumir en parte la educación de sus hijos desde casa.

Más testimonios

Como es el caso de la historia de Julianne Muñoz, quien además de su labor como mamá de su hijo de seis años, se ha sumado la de conseguir internet y equipos electrónicos para que el pequeño pueda estudiar. Ella nos relató también cómo la educación de su hijo se ha convertido en otra labor que debe cumplir en el hogar. Julia tiene un hijo de seis años, y aunque convive con su compañero, ha sentido el estrés de la educación virtual, no sólo por no tener los medios tecnológicos y no contar con internet, sino porque se ha sumido más carga al trabajo del hogar, lo que requiere mucho tiempo y le ha generado estrés. Además de eso está asumiendo de nuevo la maternidad.

Olga Alejandra Erazo, también ha vivido los nuevos retos y las desigualdades de esta pandemia. Olga tiene tres hijos en edad escolar. Antes de la pandemia utilizaban muy poco el computador, ellos están en el mismo colegio entran a la misma hora. Por lo que tendrían que tener tres equipos para que los menores recibieron las clases, además el menor esta en primero y hasta ahora esta aprendiendo a leer lo que le ha generado más estrés, sumado a las guías y a los gastos económicos que han tenido, logrando estrategias de pagar internet. Olga afirma que esta situación le disparó el estrés porque también le ha tenido que dictar clases al niño menor.

La historia de estas cuatro mujeres es similar y más que llamarlas guerreras, valientes, no porque no lo sean, ellas piden que les den opciones, alternativas para poder garantizar el acceso de educación de sus hijos, puesto que esta pandemia ha sacado a flote la inequidad y la vulneración al derecho a la educación, además deja en evidencia las falencias de la educación virtual de este país, y por supuesto la enorme de desigualdad entre hombres y mujeres no sólo en las tareas del hogar, sino en empleo, educación y otros derechos que a las mujeres se les vulnera a diario.

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