Septiembre 27 - 2020
Por Laura Cruz
"Decidimos decirnos putas y bien putas, para que la palabra perdiera significado y dejara de ser un insulto utilizado por el patriarcado" Deborah Skenassy
La primera vez que escuché a Deborah Skenassy fue en medio de un encuentro en 2019 que tuvo lugar en el Centro Cultural de Cali, al que asistió la abogada Isabel Agatón Santander, una de las promotoras de la Ley Rosa Elvira Cely, voceros de la Secretaría de Seguridad, la Rama Judicial, la Fiscalía y organizaciones de mujeres, incluidas agremiaciones de la comunidad Lgtbi.
Deborah habló ante el auditorio sin pestañar ni temer nada. Habló claro y fuerte, levantó su voz para recordar que era muy importante poner sobre la mesa los feminicidios pero que los transfeminicidios también se estaban presentando y que nadie hablaba de ellos.
Dijo que las mujeres y hombres trans figuraban en la política pública y que la palabra inclusión allí sonaba muy bien, sin embargo, quedaba sólo en el papel y no en las acciones.
Deborah es Defensora de Derechos Humanos con una experiencia de más de 15 años de trabajo. Es cofundadora y Directora Ejecutiva de Santamaría Fundación, que hace poco cumplió quince años de ser un espacio de empoderamiento para las personas trans en el Valle del Cauca.
Al preguntar quién es la persona indicada para hablar de la comunidad trans, sus luchas y sus resiliencias en Cali, la mayoría de personas me respondieron que Deborah, aunque no sabía de quién me hablaban, al oírle me acordé del evento del 2019 y era la misma persona, la misma fuerza en su voz, un timbre que exigía un cambio.
A partir de allí iniciamos una entrevista para hablar de la situación de las personas trans en medio de la pandemia y en general, de su lucha libertaria contra el patriarcado que histórica y sistemáticamente ha oprimido, discriminado y violentado a la comunidad trans por transgredir la norma de la heterosexualidad, el binarismo y los roles de género asignados.
Estas discriminaciones se han visto representadas en la falta de garantías del Estado frente a los derechos de las personas trans, los asesinatos de estas personas, la invisibilización y la impunidad alrededor de esta problemática, la reproducción de estereotipos en la televisión y los distintos medios de comunicación la estigmatización, y otras formas de violencia física, emocional, política y simbólica contra esta comunidad.
Considerando que actualmente existen corrientes feministas que debaten posturas regulacionistas o abolicionistas del trabajo sexual y que la mayoría de las mujeres trans lo ejercen, entre varias razones por la falta de oportunidades educativas y laborales producto de la estigmatización de la que son víctimas, también abordamos este tema desde la mirada y las experiencias de las mujeres trans que apoya la fundación Santa María.
Hechoencali.com: El trabajo de la fundación no sólo se centra en las mujeres trans, sino también con los hombres trans. Cuéntenos detalles del trabajo que realizan con estas dos poblaciones.
Deborah Skenassy: Somos una fundación de base comunitaria que desarrolla un proceso de autodeterminación y empoderamiento y exigibilidad de derechos para personas trans en el Valle del Cauca. Estamos cumpliendo quince años de trabajo social y si bien es cierto que nuestro enfoque ha sido con mujeres trans, también estamos articulando procesos como hombres trans.
En la fundación se desarrollan talleres charlas e intercambios de saberes, por ejemplo, hablamos sobre la hormonización, nosotros producimos un material formativo y pedagógico con temáticas trans y brindamos información a las compañeras frente a estos procesos. Ofertamos el acompañamiento psicosocial, hay un espacio que se llama el Salón Rosa, es el espacio para prestar esta atención para temas de crisis de depresión de ansiedad o simplemente para quien quiera dialogar.
Brindamos apoyo jurídico para casos de violaciones de derechos humanos, como violencia física o psicológica, barreras de acceso para los servicios de salud. Entre otras que se presentan. También en Villa hermosa a hombres y mujeres trans que están privados de la libertad les brindamos acompañamiento.
Nuestro equipo está conformado por ocho personas trans de once personas permanentes. De la población trans que hay en Cali no hay un censo ni siquiera una caracterización de la población trans, ni siquiera la Alcaldía lo tiene. Nosotras tenemos estimado que hemos llegado a un promedio de 500 y 600 personas trans.
H.C: La necesidad de no salir de las casas durante la pandemia, evidenció la desigualdad de nuestro país, pues no para todas las personas era posible quedarse en sus casas ¿De qué manera esta situación afectó a la población trans, tanto en lo laboral como en su seguridad?
D.S: Históricamente hemos estado en violencias estructurales sistemáticas, con un estado nefasto que sigue sin darnos respuestas frente a las garantías de derechos humanos. En este contexto de covid se han exacerbado estas violencias y han tomado unos matices diferenciados. Toda esa violencia histórica y sistemática que hemos vivido se ven ahora de una forma más cruda y más evidente.
Muchas mujeres que se dedican al trabajo sexual o a economías informales, se vieron obligadas a salir a la calle, porque debían escoger entre respetar la norma o morirse de hambre en la casa. Son chicas que pagan diario, entonces dependen del dinero que se hagan en la noche para ver si pueden pagar la renta, alimentarte y los planes que tengan en su proyecto de vida.
Sumado a eso con este aislamiento social aumentaron las violencias, entre otras cosas de eso sí que sabemos nosotras, de estar aisladas socialmente. La policía arremete profundamente con las compañeras, y nos niegan toda posibilidad de diálogo. Las compañeras reportan violencia de manera permanente en la ciudad.
La desatención por parte de la Alcaldía para entender y atender esas realidades asociadas a la noche es total, por ejemplo, mujeres trans trabajadoras sexuales adultas mayores, algunas con problemas de consumo de sustancias psicoactivas, habitantes de calle.
La Alcaldía sigue sin dar respuesta a estos temas, es un tema de supervivencia o me muero en la casa o tengo un chance de conseguir algo en la calle y de pagar la renta. No solo la emergencia epidemiológica es un peligro sino la violencia que les genera la Policía en los sitios de trabajo sexual.
H.C: En relación a las violencias sufridas por las mujeres trans en Cali, según la Alcaldía se han presentado 18 transfeminicidios desde el 2016, sin contar con los que van en este 2020 ¿Cuál es el panorama que ustedes nos pueden compartir, desde el trabajo que hacen en la Fundación?
D.S: Nosotros tenemos el Observatorio Ciudadano Trans Memorias Travestis: historias de transformación. Hay un compendio de los transfeminicidios sucedidos desde 2005 hasta el 2016 y hay una frecuencia de impunidad del 92 por ciento.
Además, en lo corrido del año los transfeminicidios han aumentado en el Valle del Cauca, ya van cinco casos que siguen sin resolverse. También un sinnúmero de casos de violencia Policial. Nosotras como organización de derechos humanos, por medio de derechos de petición, le hemos pedido a la institucionalidad que reaccione, pero nadie responde.
H.C: Son evidentes las distintas discriminaciones que viven las personas trans por parte de la sociedad en general ¿Cuáles son las consecuencias de estas discriminaciones?
La palabra discriminación muchos la usan de una manera muy light, quitándole el peso que realmente tiene en la vida de las personas trans. En algunos casos las familias rechazan a las personas trans y son sacados a la calle porque estamos en una sociedad que vive del qué dirán, entonces muchas de ellas no pueden estudiar y quienes pueden, tienen muchos problemas porque deben ajustarse a códigos que exigen la institución,
Muchas, por las violencias psicológicas que sufren, terminan dejando el colegio y al no estudiar, se reducen las posibilidades de tener un trabajo digno. Por eso muchos siguen estando en algunos casos como peluqueras o en la zona de trabajo sexual, allí en sus lugares de trabajo deben soportar la violencia ejercida por la Policía Nacional
Estas discriminaciones son una bola de nieve que lamentablemente terminan en transfeminicidios, y esto ocurre por una discriminación mucho más estructurada: la del Estado. Ni los mandatarios locales ni nacionales dialogan con nosotras. No es mayor una violación que otra. La vida, la integridad y la libertad, no deben sufrir ningún tipo de discriminación.
H.C: En relación a lo anterior, pareciera haber un manto de desinformación y miedos creados hacia las personas trans ¿Qué tanto cree usted que ese miedo y esa desinformación tienen que ver con la continuación de las violencias?
D.S: Son todas estas lógicas de opresión que a través de toda la historia y la cultura el patriarcado les ha inyectado a sus habitantes, nos han enseñado a tenerle miedo, incluso se construyó un marco de referencia frente a lo que lo contiene.
Le tienen miedo a algo que se salió de la norma porque nos han limitado a un concepto donde hombre es pene y mujer es vagina, y es a partir de unas definiciones que comienza la violación de derechos humanos de forma estructural y luego se reproducen esas lógicas de opresión y de violencia. La institucionalidad es uno de nuestros mayores verdugos, la institucionalidad propiamente dicha hace que se creen narrativas de odio que por demás son falsas.
No es sólo el miedo ¿miedo a qué? Además de ese supuesto temor, hay una gran hipocresía.
¿Cómo no pueden entender que una persona se nombre distinto? Es algo muy sencillo, es respeto hacia las otras personas, también es conocer y reconocer a la otra persona. Es algo complejo porque lo han querido ver de ese modo, aquí hay mucha hipocresía.
Muchos de estos hijos del patriarca se presentan a nosotras como clientes, disfrutan mucho de este cuerpo transgresor y eventualmente cuando llegan a sus oficinas al otro día se les da la culpa y entonces no aprueban reformas o mandan a realizar batidas o no aprueban leyes o hacen sentencias. Sin embargo, nuestra lucha libertaria trans seguirá como hasta ahora.
H.C: Para terminar, me parece importante abordar brevemente un debate que existe al interior del feminismo y es entre quienes consideren que el trabajo sexual debe ser regulado para garantizar condiciones dignas a quienes lo ejercen y quienes sostienen que debe abolirse puesto que representa una forma de explotación
¿Cuál es su postura frente a este debate?
D.S: Todas las personas por el hecho de ser quien son merecen respeto de sus identidades y sus decisiones, entre ellas el de elegir lo que hacen con su cuerpo. La posición de Santa María Fundación es de reconocimiento y respeto. Nadie que no sea trabajadora sexual puede hablar por los trabajadores y las trabajadoras sexuales, esa es la premisa.
Ahora bien debemos reconocer que hay algunas compañeras que quieren salir de ese trabajo y en ese caso es válido y el Estado tendría que garantizarles otras oportunidades, también hay otras compañeras que no quisieran ejercer el trabajo sexual, otras que no quieren entrar al trabajo sexual.
En todo caso, a quienes lo ejercen, se les tendría que garantizar todos sus derechos, por supuesto incluido el tema laboral porque el trabajo sexual es un trabajo y hay que ponerlo en esa dimensión.
H.C: Otro asunto central en ese debate es la pornografía ¿Cree usted que esa práctica repite modelos heteronormativos o que se han abierto espacios para las personas trans?
D.S: La pornografía es una industria, hay un mercado que produce placer a través de unas imágenes sexuales. Por supuesto es una industria que reproduce estereotipos que está montada en la heterosexualidad, en el placer, en códigos binarios, en modelos de belleza muy occidental por demás, pero las compañeras han venido a ocupar ese tipo de espacios y que hay que resignificar los logros que quieren romper el molde, la norma.
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