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Rio 2016: más allá de los Olímpicos

Dixon 1Se respira aire olímpico. La pista atlética del estadio Pascual Guerrero hace sentir lo difícil que debe ser para un deportista llevar sobre los hombros la responsabilidad de representar a Colombia a nivel internacional. Hacia el final de la tarde, la segunda jornada de entrenamiento acaba de empezar y las camisas sin mangas, las pantalonetas y las zapatillas para correr abundan. Algunos corren de un lado a otro, otras hacen calentamiento a un lado de la pista. En el aire se respira competencia, aunque no hay tensión. Hay risas, golpeteos amistosos entre todos. 

Río 2016: más allá de los Olímpicos 

Dixon 1

Agosto 22  - 2016

Por Jorge Luis Galeano

Se respira aire olímpico. La pista atlética del estadio Pascual Guerrero hace sentir lo difícil que debe ser para un deportista llevar sobre los hombros la responsabilidad de representar a Colombia a nivel internacional. Hacia el final de la tarde, la segunda jornada de entrenamiento acaba de empezar y las camisas sin mangas, las pantalonetas y las zapatillas para correr abundan. Algunos corren de un lado a otro, otras hacen calentamiento a un lado de la pista. En el aire se respira competencia, aunque no hay tensión. Hay risas, golpeteos amistosos entre todos.

La música de una emisora local ameniza la jornada que combina a competidores regionales y aquéllos con roce internacional. Dixon Hooker Velásquez tiene 22 años y es atleta desde que nació. Su tía lo indujo al deporte y se convirtió en su forma de vida. Hace un año ganó medalla de oro en el mundial de Qatar "... poner a sonar el Himno Nacional en otro continente fue una prueba de que sí se puede". Se siente orgulloso de portar los colores de la bandera y de mostrarlos al mundo.

Minutos antes había dicho que no a la entrevista. "No he terminado el entrenamiento" dijo mientras tomaba agua y trataba de regular la respiración, después de darle tres vueltas a la pista. Para él primero está el deporte y después sí "con mucho gusto hablamos". Media hora después y ya con el micrófono instalado, se mueve con nerviosismo de un lado para otro, haciendo difícil que su imagen quede en el cuadro de la cámara.

Ese mismo orgullo lo siente Julio Ávila, administrador de empresas y hasta 2007 también atleta, práctica que dejó de lado para dedicarse a ejercer su carrera y a una nueva posibilidad como dirigente deportivo. Dixon y Julio comparten una característica: amor al deporte. "Soy dirigente desde el 2013 y me gusta sentir que aporto a la creación de oportunidades para jóvenes que las necesitan a través del deporte" dice con una sonrisa de satisfacción.

"No es una tarea fácil y me han intentado sacar de mi puesto cuatro veces porque intento reesctructar algunas cosas que no funcionan en el Comité" Su período termina en febrero de 2017 y al preguntársele si quisiera seguir, responde con decisión y convicción "Sí. Creo que aún tengo cosas por hacer, además porque no llevo mucho tiempo en el cargo".

De vuelta en la pista, Dixon la recorre sin mirar a ningún lado. Sus ojos fijos hacia adelante en total concentración. Su entrenadora le dice un par de veces que disminuya la velocidad y regule la respiración. Frente a la cámara habla con soltura, pese a los nervios. Cuenta que su preparación inició en 2013 aunque "el primer gran paso se dio en 2015 con la medalla" y aunque eso añadiría presión para su próxima cita internacional, él lo toma con calma: "Ya eso quedó en el pasado. Fue muy importante pero debo concentrarme en lo que viene".

Dixon 3

Dixon Hooker se toma 5 minutos de descanso en medio de su duro entrenamiento

¿Qué tienen de especial Julio y Dixon? Nada. Son seres humanos que aman lo que hacen y que pese a las dificultades, han logrado destacarse. Les alegra mucho que se les entreviste porque los medios no hacen despliegue de sus logros, ni siquiera en plena euforia olímpica. Ni siquiera ahora cuando se preparan para representar a Colombia en los Juegos Paralímpicos de Rio 2016.

Julio dice que las cosas han cambiado a paso lento, en parte por la Ley 582 del 2000 y su decreto reglamentario 641 de 2001 que "Establece el Sistema Deportivo Nacional de las Personas con Discapacidad y crea el Comité Paralímpico Colombiano y organiza por modalidad de discapacidad cada una de las federaciones deportivas". Pero hay cosas por mejorar e "involucrar más a la empresa privada". Pese a la invisibilización mediática, lograron que una compañía de cable, se comprometiera a transmitir los juegos.

"Nosotros no vamos a la empresa privada a pedir que nos regalen nada. Hemos tenido problemas con el diseño de la estrategia de marketing que la debemos empatar con la época en la que las empresas tienen presupuesto disponible" dice Julio, quien es el presidente del Comité Paralímpico Colombiano y es invidente.

Dixon sufre una leve parálisis cerebral. Su condición, sin embargo, se desvanece pues en la pista solo hay atletas preparándose para hacer un gran papel en el tercer evento deportivo más importante después del Mundial de Fútbol y los Juegos Olímpicos. Durante el entrenamiento, el joven vallecaucano está acompañado por otros cinco deportistas que también intentan encontrar su forma ideal para los Juegos.

Delfo Arce, por ejemplo, corre los 200 metros planos. Usa gafas oscuras y con orgullo luce las zapatillas de dotación que usará en Rio de Janeiro. Son blancas y se ajustan perfectamente a sus pies. Él no las puede ver, pero de seguro siente la suavidad con la que lo ayudan a recorrer la pista. Su invidencia pasa desapercibida no solo por las gafas, sino por la actitud y la confianza que tiene al moverse en la pista.

Corre en línea recta y no cruza la línea de su carril. Uno de sus entrenadores cuenta que muchos han puesto en duda su discapacidad por sus registros y por el hecho de que jamás invade el carril contrario.

Martha y Dayana son rivales en los 100 metros planos. La primera representando a Boyacá y la segunda, a Norte de Santander. "Siempre le gano" dice Martha sonriendo. "Nunca me ha podido ganar" Pero los Juegos las unen para hacer parte del equipo de los 400 metros relevo y sus logros hacen que haya esperanza de medallería.

"Yo gané medalla de oro en Ecuador hace unos meses en los 100 metros planos" dice Dayana, mientras hace ejercicios de estiramiento sobre una colchoneta. Ella se recupera de una lesión en su fémur derecho. Sonríe mientras cuenta que cada vez esa lesión se agrava. No le impedirá correr, pero no sabe qué va a pasar en su futuro.

Martha, a su lado, hace los mismos ejercicios. Una vez más, no importa la discapacidad que sufren pues claramente no ha sido impedimento para que hayan logrado ser atletas de alto rendimiento. La boyacense confiesa, eso sí, que nunca ha participado en un campeonato internacional y que es la primera vez que está en un estadio tan grande de como el Pascual Guerrero. "He estado haciendo talleres para vencer la timidez y hacer que los estadios llenos no afecten mi rendimiento" dice sonriendo y ya casi cubierta por la oscuridad que marca el fin del entrenamiento.

Delfo

Delfo, Martha, Dayana y Dixon inician la segunda parte del entrenamiento de la tarde

Dixon le da una última vuelta al estadio. Termina cansado, sudoroso, con las manos en las rodillas para recuperar el aliento. Su actitud es la de un campeón, pero conserva la humildad de quien ha tenido que esforzarse por cada logro obtenido. Ya se une al grupo de deportistas que a esa hora descansa y habla de política, de los Olímpicos y otros temas de actualidad.

Él, como sus compañeros, tiene clara su responsabilidad. Repite una y otra vez que su objetivo es "hacer que el Himno de Colombia suene en Río". Su reputación como el mejor del mundo en los 400 metros planos muestra que eso es posible. Dice con orgullo que "más que una discapacidad, esto se convirtió en una bendición porque voy a representar a Colombia en lo más alto: los Juegos Paralímpicos".

El Estadio se oscurece y terminan 6 horas de entrenamiento. Los y las atletas tienen la mirada fija en ese 7 de septiembre de 2016, día de la inauguración. Día en el que todos los ojos deberían estar sobre ellos porque eso que se llama discapacidad es solo eso: un nombre, una palabra que sobre la pista de atletismo desaparece para dar paso a los deportistas, a aquéllos que en Rio seguro se colgarán más de una medalla.

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