Las cicratices de la guerra
Ser víctima del conflicto armado en Colombia es ya un drama suficientemente doloroso; sin embargo, sufrirlo siendo mujer, pareciera incrementar la tragedia a límites inimaginables. Las cicatrices de la guerra, que a veces dejan traumas insuperables, también pueden ser la motivación para ayudar a quienes padecen los estragos de la guerra. Testimonio
Las cicactrices de la guerra
Agosto 07-2012
Por Liliana Sinisterra
“Ni con el pétalo de una rosa” fue la consigna que siempre se inculcó con el paso de los años en la sociedad al referirse a la intolerancia con la violencia contra las mujeres, pero llevado a la realidad no deja de ser una frase más, de cajón, como muchas otras.
¿Cuál es la realidad a la que se deben enfrentar mujeres en países donde el conflicto armado arrecia y ellas son usadas como botín de guerra?
“Los rostros del desplazamiento forzado en Colombia son de mujeres de todas las edades y de niños. Aunque en las estadísticas se muestra que el 52% son mujeres y el otro 48% hombres, estos últimos son en su gran mayoría niños y jóvenes", explicó Saskia Loochkart, oficial de asuntos humanitarios del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).
Además, según el Instituto Nacional de Medicina Legal, en Colombia las mujeres son aproximadamente el 85% de los sobrevivientes del conflicto armado. El 80% termina en situación de desplazamiento, de éstas, el 16% ha sido víctimas de violencia sexual, causa directa de su respectivo desplazamiento.
En carne propia
La colombiana Claudia Quintero, conocida en los medios como Gina Escheback, se vio afectada primero, por el desplazamiento de su padre de la zona cocalera donde trabajaba, sobreviviendo a la masacre de la Garraba en 1999. Luego cuando vivían en un barrio en las afueras de Cúcuta que fue ´colonizado´ por un pelotón paramilitar que entró a convivir con ellos. Los alzados en armas, reclutaban niños para formar grupos de choque y niñas para explotarlas sexualmente.
Liderados por Iván Zapata Laverde, condenado paramilitar del bloque Catatumbo, quien cumple condena por justicia y paz y próximo a salir en libertad, el pelotón paramilitar, reclutó también a miembros de la familia de Claudia y asesinó a varios jóvenes que había logrado vincular a diferentes actividades, lejos de la violencia.
Fue puesta en lista negra de los paramilitares. Luego de 4 años de resistencia y de ver caer a muchos amigos, y por advertencia de un paramilitar que le contó a su hermano el plan para asesinarla, llega a Bogotá con una mochila, su hija y embarazada.
En sus palabras, Claudia narra el drama de su desplazamiento
“Al llegar a Bogotá, fui a la Unidad de Atención al Desplazado en Paloquemao, llevábamos dos días, como unas 3000 personas y lloviendo no me dejaron entrar a refugiarme de la lluvia, no les importó que estuviera recién salida de cesárea. Entonces armé una revuelta, rompimos vidrios y puertas, quizás como salvajes, con mucho dolor del abandono estatal. En ese momento ganamos la Sentencia T025 y la Corte declaró un estado de inconstitucionalidad en la atención al desplazado y empezaron a respetarnos. No me enorgullece haber usado las vías de hecho, pero es parte de la lucha.
Pese ese logro, las garantías para salvaguardar mi vida fueron muy pocas. Las que conseguí fueron muy rogadas y forzadas. Sólo después de más de 8 acciones de tutela con fallos de desacato, en las que yo pedía cárcel para Diego Molano, ex director de Acción Social, me consignaron la ayuda humanitaria para mi y otros desplazados con quienes luchamos, eso cansa. Ahora Acción Social cambió, lo preside Bruce Mac Master Rojas, con él se han llegado a acuerdos con la población y está dando atención oportuna.
Pese a las amenazas, el trabajo sigue
Las amenazas empezaron desde que empecé a defender los chicos en Cúcuta para que no se juntaran con los ‘paras’. Recuerdo que un día en una fiesta de ellos, saqué a dos niñas de 13 y 12 años que estaban drogadas, haciendo striptease. A mí me declararon objetivo militar y a las chicas las asesinaron.
Entonces me pregunto ¿por qué seguir? Los Derechos Humanos son como la Mafia: entras y no sabes si sales vivo. Yo no busco casos, a mí me escriben todos los días desplazados, víctimas, mujeres golpeadas, me escriben hasta presos. En mis publicaciones salen muchos casos de personas que hemos ayudado. Mi cómplice es el medio Ciudadano Soyperiodista.com. Nunca me ha censurado y siempre me ha brindado espacio para publicar.
Actualmente mi pareja y yo esperamos que la ley de justicia y paz dé frutos. Necesitamos repararnos, comprar una casa y vivir bien, hemos luchado mucho”
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