Reseña de El Tambor de Hojalata
Reseña del Tambor de Hojalata
Febrero 9 - 2019
Por Laura Cruz
El autor
Liaba casi 60 cigarrillos diarios, hasta que un amigo le regaló varias pipas. Nació en 1927 en Danzig (hoy Gdansk, Polonia), ciudad que inmortalizó en sus libros. Dirá, respecto a su ciudad que "se escribe de una forma mucho más obsesiva cuando se ha perdido algo por completo".
A los trece años sabía que su vida iba a girar en torno al arte. Estudió dibujo y escultura en Düsseldorf y Berlín. También trabajó en un taller de lapidas funerarias, comentará después que calentaban la comida en los hornos crematorios para quitarle relevancia a la muerte, como si eso se pudiera. Experiencias que traslada de forma magistral en el Tambor de Hojalata, quizás porque no hay nada mejor que escribir de lo que conocemos. El libro lo escribió en un pequeño piso en París donde vivía con su mujer e hijos.
Estamos hablando de Günter Grass, polémico escritor que en Pelando la cebolla, su autobiografía, confesó que perteneció un corto tiempo al nacismo, aunque luego fue uno de sus más asiduos críticos. "Yo estoy vivo de casualidad, durante la guerra en un minuto jóvenes de mi misma edad morían y eran miles. Creo que por esa razón mi risa se me queda encasquillada en la garganta".
Grass ganó el Premio Nobel de Literatura en 1999 y el Premio Príncipe de Asturias de las Letras. Sus declaraciones eran controversiales, criticaba las ideologías y cómo éstas hacían perder la identidad. Criticó la reunificación de Alemania y las políticas de George HW Bush, además de escribir un poema titulado Las cosas que hay que decir, en el cual afirmó que Israel iba a ejecutar un ataque nuclear contra Irán.
El escritor, ensayista, poeta, escultor y pintor, no sólo denunció por medio de su arte las violaciones a los derechos humanos y a todo lo que consideraba injusto, se comprometió sin miedo a remover lo inamovible. Falleció el 13 de abril del 2015, en Alemania, a sus 87 años. Sin embargo, vivirá a través de sus innumerables personajes tan peculiares como Oscar Matzerath, protagonista del Tambor de Hojalata, libro del que hablaremos en esta reseña.
El psiquiátrico de Gunter Grass
Nietzsche alguna vez dijo que ningún artista estaba conforme con la realidad, creo que por esta razón se escribió el Tambor de Hojalata, como una protesta, una protesta pequeña, silenciosa, que no por ello deja de crear estruendo a su alrededor. En este libro, la realidad y la ficción se tocan, quizás porque para sobrevivir a nuestra miseria, la miseria de las guerras, necesitamos que así sea; de otra manera, no podría entenderse la Segunda Guerra Mundial, ni ninguna otra guerra.
El libro fue escrito en 1959 por el escritor Gunter Grass y traducido al español por primera vez por Carlos Gerhard en 1963. La obra está dividida en tres partes, donde se describe la vida de un enfermo mental que está en un psiquiátrico acusado del crimen de una enferma, este paciente se llama Oscar Matzerath. A sus tres años, cuando recibe su primer tambor, Oscar decidió dejar de crecer, similar a la historia de Peter Pan, que se niega a ser adulto y se instala en la tierra de Nunca Jamás, pero Oscar no vuela como Peter y su aspecto sería similar al de un villano, y no al de un héroe.
Alrededor de la historia vemos que Óscar no tiene ni tendrá tierra de Nunca Jamás, ya que su historia se desarrolla durante la Segunda Guerra Mundial y la posguerra, épocas escalofriantes que Graas narra de una forma descarnada sin que deje de ser poética.
En 1979, Ker Schlondorff realizó una película homónima del libro que fue galardona con el Premio Oscar y la Palma de Oro en Cannes, ambos como mejor película extranjera. Sin embargo, Graas afirmaba que la película era individual al libro y que entre el director y el niño protagonista crearon algo genuino.
Este libro es difícil de leer, en el sentido que hay que merecerlo, porque es de un ritmo lento, aunque en el relato siempre están pasando cosas, y siempre estemos conociendo parte de la historia, mediante un narrador ficticio que desarrolla un monólogo y en ocasiones habla en tercera persona. Oscar narra la vida de sus abuelos, padres, amigos, de la guerra, sin que casi se mencione. El libro tiene 565 páginas que sin duda merecen ser leídas si usted quiere conocer la historia, y sobretodo el comportamiento humano; en esto Graas se parece a Balzac, aunque sean opuestos a la hora de narrar.
Los personajes
"Pues sí, soy huésped de un sanatorio. Mi enfermero Bruno me observa, casi no me quita la mirada de encima; porque en la puerta hay una mirilla; y el ojo de mi enfermero es de ese color castaño que no puede penetrar en mí, de ojos azules". De esta manera, Oscar nos introduce a su mundo, un mundo que a veces pareciera que midiera 93 centímetros como él. Un mundo atravesado por la guerra. Oscar lleva un tambor de hojalata que le regaló su mamá cuando cumplió tres años. "Aquí solo tengo ya, el tambor. Nuevecito, con sus triángulos rojo y blanco, pegado en la barriga... En efecto la facultad de poner entre mí y los adultos, por medio un tambor de juguete, la distancia necesaria".
El tambor, algo tan frágil en medio de la guerra, en ocasiones logra silenciar las balas y hacernos recorrer la guerra de la mano de un niño de tres años que aunque se resista, casi como todos, termina convirtiéndose en adulto, no sin guardar cierta inocencia e imprudencia de la infancia.
A Oscar le encantan las enfermeras. Siempre está en medio de una trinidad, porque no sabe quién es su padre. Su voz, es una forma de protesta porque cuando grita puede romperlo todo. Ama leer a Goethe y a Rasputín, "cuando una lo mira a los ojos podría olvidarse de todo lo demás". Fue ayudante de una taller que fabricaba lapidas, modelo de bellas artes. "Posaba yo cinco horas diarias para el escultor como modelo de desnudo y cobraba dos marcos la hora". Además, artísta de un circo, con el cual recorrió París e Italia, y se olvidó un poco de su mundo, aunque después de un año tuvo que volver.
El libro comienza relatando la historia de Ana Bronski, la abuela de Oscar, una mujer fuerte, trabajadora que durante la guerra venderá comida en el mercado negro. Ana se enamora de un pirómano incendiario, Joseph Koljaiczek, que está siendo perseguido por la policía y termina escondido en las cuatro enaguas de Ana y con quien hace el amor en un campo de patatas. De este encuentro nace Agnes, que tendrá debilidad por el pescado y por el romance, al enamorarse de su primo Jan Bronski: que tiene su fuerza en la debilidad, es la nobleza y siempre ha amado a Agnes, con quien en plena guerra se ve a escondidas en un cuarto alquilado, teniendo la zozobra de ser descubiertos por Alfred Matzerath, el esposo de Agnes.
Este personaje no dice mucho, parece que expresara sus sentimientos, por medio de la comida, hace parte del el partido nazi durante la Segunda Guerra Mundial; parece que Matzerath tuviera todo prestado en su vida, hasta sus hijos.
A lo de largo de la historia aparecerán personajes como: Heriberto Truczinsky, que tiene la espalda surcada de cicatrices. Alberto Greff, un vendedor de verduras que mostrará que el suicidio puede convertirse en un arte. María, el primer amor de Oscar, nos muestra cómo aunque parezca absurdo, a la guerra también lamentablemente uno se puede acostumbrar. María es una mujer práctica que hace todo por sobrevivir. Bebra, un imponente personaje que no alcanza a medir un metro, un gnomo liliputiense y que será una de las influencias en la vida de Oscar. Kurt, posible hijo del protagonista. El trompetista Meyn, que tenía cuatro gatos y andaba siempre borracho.
El señor Markus, "Erase una vez un vendedor de juguetes que se llamaba Markus y se llevó consigo todos los juguetes del mundo". Klepp un cantante de jazz, gordo, que le gusta comer morcillas, le cuesta una vida dejar sus sábanas sucias y orina en botellas vacías que amontona al lado de su cama. Y por supuesto, Rovita. "Rovita, no sé qué edad tenías; solo sé que medias noventa y nueve centímetros, que por tu boca hablaba el Mediterráneo, que olías a canela y a nuez moscada y que sabías penetrar en el corazón de todos los hombres, solo en tu propio corazón no penetraste".
Contexto histórico
Oscar nace en 1924, cuando la política nazi iniciaba su influencia en el este de Alemania. Grass, vincula de una forma poética hechos históricos con la vida de los Matzareth. Relatando, por ejemplo cómo la imagen de Hitler y Beethoven se miraban de una pared a otra. También, el increíble poder de Oscar de romper vidrios se asocia a la noche de los cristales rotos, en la cual el partido nazi agredió a los ciudadanos judíos destrozando sus casas, negocios y sinagogas. La ciudad queda con un pavimento de vidrío, y con incendios que anuncian la catástrofe que le espera a la humanidad. En 1948, tras la Segunda Guerra Mundial se dará la Declaración de los Derechos Humanos, proclamada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en París, el 10 de diciembre de 1948, para que algo tan horrible no volviera a suceder.
La defensa del correo polaco es otro de los hechos a los que se alude en la historia, donde la Alemania nazi realiza uno de sus primeros ataques, que es relatada con una fuerza extraordinaria, todo desde la mirada de un niño, que está preocupado por su tambor, como si la inocencia y un tambor de hojalata nos blindaran contra la barbarie.
Grass también relata el tiempo de la posguerra, la falta de alimento. Una Polonia en ruinas, no solo los edificios, también los espíritus. Un mundo destruido, una ciudad de la que solo quedaban despojos, y un escritor que en su pluma descubre cómo un niño de tres años nos puede llevar de la mano y mostrarnos la guerra, con otra mirada, no de costumbre, sino de asombro, de inocencia, la que perdimos hace mucho tiempo.
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