La Habana – Cali
Allá la revolución también fracasó, pero, pese a su deterioro, se salvó la ciudad, de lo contrario hoy estaría como Panamá o Bocagrande en Cartagena, aunque la amenaza continúa. Se puede ver con los varios nuevos hoteles, innecesariamente altos y acristalados como si estuvieran en Cali (aún no se ha entendido su clima benévolo y sin estaciones que apenas necesita sombras, penumbras y dejar correr la brisa)
La Habana-Cali
Noviembre 17 - 2017
Por Benjamin Barney Caldas
Arquitecto Universidad de los Andes
Magíster en Historia de la Universidad del Valle
Columna publicada originalmente en Elpais.com.co y amablemente cedida a Hechoencali.com por su autor
Allá la revolución también fracasó, pero, pese a su deterioro, se salvó la ciudad, de lo contrario hoy estaría como Panamá o Bocagrande en Cartagena, aunque la amenaza continúa. Se puede ver con los varios
nuevos hoteles, innecesariamente altos y acristalados como si estuvieran en Cali (aún no se ha entendido su clima benévolo y sin estaciones que apenas necesita sombras, penumbras y dejar correr la brisa) porque de lo que no cabe duda es que el turismo es el futuro de esa bella ciudad del Caribe y sus gentes muy amables y alegres, cuyo comportamiento cívico en las calles, plazas y parques, seguros, tranquilos y silenciosos, que viene de antes cuando ya era una gran ciudad, es envidiable.
El extenso Vedado recuerda lo que fueron los pequeños barrios de Cali como el Centenario, Granada, Versalles, San Fernando o El Peñón; y en varias partes de La Habana se pueden recorrer sus muy convenientes pórticos, los que en Cali no se llegaron a completar, mientras que allá son anchos, continuos y muy largos. Y en Cuba se conserva su patrimonio urbano y arquitectónico, y no en vano La Habana (1514), junto con Veracruz (1519) y Cartagena (1533) fueron los más importantes puertos del Imperio Español en el Nuevo Mundo, siendo hoy una ciudad con un número de habitantes similar al de Cali (1536), pero que es ahora una ciudad muy diferente a la de hace apenas un siglo.
La persistencia de la ciudad tradicional, compacta, baja y peatonal en la Habana Vieja, muestra lo que aún se podría hacer en Cali para recuperar su Centro tradicional. El conjunto de La Merced y el de la Torre Mudéjar y San Francisco, aunque a otra escala, son tan importantes para la ciudad, como para La Habana sus castillos de San Salvador de la Punta y de La real Fuerza, sus bellas Plaza de Armas y de la Catedral, el Parque Central, y su magnífico teatro, y el muy largo Paseo del Prado, un verdadero bulevar, no como el mal llamado así en Cali, que nunca lo podrá ser al costado de un río y siendo la cubierta de un paso vehicular subterráneo, que no túnel como sí lo son los de la Habana.
El Centro de Cali tiene que incluir a San Antonio, el único barrio viejo, no colonial pero de tradición colonial, que queda aquí, y también otros sectores adyacentes, lo que permitiría crear más centralidades, igualmente peatonales, al sur, norte y oriente de la ciudad, en las que las calles no estén invadidas por carros y motos, como no lo están en La Habana, ciudad en la que es un placer caminar por avenidas con amplios andenes sin carros encima ni vendedores ni pordioseros, y peatones que cruzan sólo por las esquinas. Y los buses articulados, más largos que los del MIO, paran en una señal en un poste, como en tantas partes, y no en costosas e invasoras estaciones en las que muchos se cuelan.
El paisaje de La Habana es horizontal y muy arborizado, y sólo sobresale el pequeño cerro en donde se construyó el castillo de Los Tres Reyes Del Morro, lo que, junto con la ausencia en Cali de una bonita bahía y el mar abierto, recorridos por un emblemático Malecón, lleva pensar en la importancia de su imponente paisaje de cerros, farallones y cordillera con el valle del río Cauca a sus pies, al que llegan el río Cali y los otros que la atraviesan. Un bello panorama natural que nos empeñamos en no ver, tapándolo cada vez más, mientras la poca arborización de sus calles no les da la continuidad que sus fachadas no tienen. En fin, en Cali poco miramos lo que tenemos casi único: el paisaje.
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