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¿Marcha o desfile?

ÁlvaroUribeCon la Marcha o Desfile del 1 de abril se confirma la enorme confusión moral y ética en la que deviene el pueblo colombiano, aupada por unas empresas mediáticas que de manera acrítica asumen el cubrimiento de un evento político y pre-electoral, que bien debería de calificarse como inmoral, peligroso e inconveniente para la actual coyuntura que vive el país, en torno a lo que significa haber puesto fin a la confrontación armada con las Farc y de estar ya en la etapa de implementación de lo acordado en el teatro Colón de Bogotá.

¿Marcha o desfile? 

ÁlvaroUribe

Marzo 31 - 2017

Por Germán Ayala Osorio
Comunicador social y politólogo

Con la Marcha o Desfile del 1 de abril se confirma la enorme confusión moral y ética en la que deviene el pueblo colombiano, aupada por unas empresas mediáticas que de manera acrítica asumen el cubrimiento de un evento político y pre-electoral, que bien debería de calificarse como inmoral, peligroso e inconveniente para la actual coyuntura que vive el país, en torno a lo que significa haber puesto fin a la confrontación armada con las Farc y de estar ya en la etapa de implementación de lo acordado en el teatro Colón de Bogotá.

No me voy a referir al cinismo de Uribe Vélez, de Ordóñez, de Londoño Hoyos y del confeso criminal y ahora "héroe mediático", conocido aún como alias Popeye. Este confeso sicario no ha podido lograr que lo llamen por su nombre de pila.

Ya otros con suficiencia se han referido a estos ladinos personajes y en las redes sociales cunde el enfrentamiento, al tiempo que se oculta el objetivo final y estratégico de quienes convocan a movilizarse: medir el nivel de convocatoria de Uribe y Ordóñez, con miras a reconfirmar la decisión que el primero ya tomó, de ungir como su candidato presidencial, a quien cumple con los más elementales principios para merecer semejante llamado a recuperar la Casa de Nari: Alejandro Ordóñez Maldonado. El ex Procurador es clientelista, por lo tanto, corrupto; además, violó, sin asomo de vergüenza, la Constitución Política; es fanático religioso, godo y un Momio con ascendencia en esa parte del Establecimiento decidida a reversar lo acordado con las Farc en La Habana. Es decir, el candidato presidencial perfecto que sabrá recoger las raídas banderas del Centro Democrático.

Llama la atención que las empresas mediáticas, a pesar de conocer los antecedentes y las circunstancias que rodean la actividad pública de Uribe, Ordóñez y Londoño Hoyos, insistan en llamar Marcha, cuando lo que realmente sucederá el sábado primero de abril es el Desfile de quienes claramente se oponen a que este país pase las páginas de la guerra y que intente, a la luz de lo acordado en La Habana, ampliar su restringida democracia, fortalecer su débil Estado y cambiar las condiciones de abandono, atraso y pobreza en las que viven disímiles comunidades rurales. Unos 15 millones de compatriotas.

Una Marcha, per se, viene legitimada por las razones que exhiben quienes la convocan. Por ejemplo, las Marchas o Mingas indígenas siempre devendrán legítimas cuando están pensadas, por ejemplo, para exponer los daños que les producen los TLC, o para señalar el incumplimiento del Estado y de varios Gobiernos a viejos acuerdos, logrados en el contexto de anteriores movilizaciones.

Al ser incapaz de hacer estas disquisiciones y de revisar los dobleces del lenguaje, la Gran Prensa insiste en llamar Marcha a lo que simplemente es una movilización pre electoral convocada por reconocidos corruptos, violadores de los derechos humanos y máximos responsables de oprobiosos actos como los que ocurrieron durante las dos administraciones de Uribe Vélez: "chuzadas" del DAS a magistrados, periodistas y académicos; los "falsos positivos", la compra de la reelección, la entrega de Notarías a Yidis Medina y la penetración paramilitar en el DAS y en la Superintendencia de Notariado y Registro, entre otras entidades del Estado.

Así entonces, la Prensa, presa de los siempre acomodaticios criterios de noticiabilidad y manipulada por la imagen de ex Presidentes, sobre quienes recaen fuertes señalamientos por actos de corrupción y crímenes, insiste en repetir, sin asomo de crítica y análisis, las nomenclaturas, vocablos y categorías que Ordóñez y Uribe usan de manera ligera e irresponsable, para mantener engañados a sus áulicos. Hablan, por ejemplo, de "desmontar la dictadura de Santos", de "no permitir que se le entregue el país a las Farc", o de "rechazar y luchar contra la corrupción"; además, hablan de "mermelada", eufemismo usado para descalificar las sempiternas relaciones mafiosas establecidas entre los Gobiernos y los Congresos elegidos desde que somos República. Insisten en mostrarse como políticos y ciudadanos probos y la Prensa les hace el juego.

Una prensa seria y responsable de inmediato desaprobaría el llamado a la movilización que hoy le hacen al país Uribe y Ordóñez, escoltados por el pasado criminal de "Popeye". Daría para un enorme titular en este sentido: Inconcebible, Uribe y Ordóñez convocan movilización contra la corrupción. O Quizás otro titular en esta perspectiva: Colombia, un país moralmente confundido.

Pero no, la Gran Prensa colombiana decide pasar por alto los probados actos de corrupción cometidos por los dos señalados personajes, porque prefiere defender el Establecimiento que les permite informar, haciéndole el juego a quienes desde el Estado consolidaron el ethos mafioso y criminal con el que hoy opera casi toda la institucionalidad estatal.

Así entonces, lo que realmente veremos el 1 de abril no es una Marcha: se tratará de un Desfile de corruptos, a los que la Gran Prensa les hará el juego para insistir en mantener la confusión moral y ética de una nación que intenta consolidarse sin claros referentes de moralidad.

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