Sueños en dos ruedas
Carolina Arenas, una joven de 26 años, lidera un proceso de social en Cali para que la mujer y, en general, la población, se empodere a través del uso de la bicicleta como medio de transporte. Proceso que le ha traído reconocimiento, pero también problemas, pues ya fue amenazada
Sueños en dos ruedas
Julio 10 - 2019
Por Jorge Luis Galeano
Sus pedalazos no solo hacen avanzar a su bicicleta. Cada movimiento hacia adelante la mueve a ella y a toda su causa. Esa compañera, la pintada de azul, carga no solo su cuerpo, sino el anhelo de que algún día, las mujeres en particular y la ciudadanía en general, se transporten en dos ruedas sin temer por sus vidas, sin temer por la integridad de sus cuerpos.
Carolina Arenas solo tiene 26 años y una sonrisa infantil que hace dudar que hoy en día deba mirar a todos lados, cuidándose de que las amenazas que le llegaron en un panfleto no se cumplan "Al Unidad de Protección aún está estudiando el nivel del riesgo que tengo. Por ahora, he cambiado mi rutina" dice mientras camina con su bicicleta que para ella es más que un vehículo, es una re-evolución.
Quienes la amenazaron la tildaron de "promover pensamientos de izquierda" y que el colectivo que fundó es "cuna de guerrilleros". Eso la obligó a hacer algo que va en contra de sí misma: quedarse quieta, no moverse libremente. Sin embargo, la lucha no termina ahí, pues ella no está sola porque pertenece a distintos colectivos: BiciMía, EnBICIarte Cultural Colombia y Casa cultural de la Bici. Desde todos ellos trabaja constantemente por dos grandes objetivos:
"Promover el uso de la Bicicleta como medio de transporte, aportando de igual manera al medio ambiente y a la movilidad sostenible" y "desde el feminismo, incentivar a las mujeres a usar la bicicleta como instrumento de revolución feminista, el empoderamiento".
Esto último, el incentivo para la mujer, es un tema que la toca profundamente. Dice que cada mujer montada en una bicicleta es un triunfo y sonríe ampliamente soñando con esa escena: muchas de ellas, recorriendo la ciudad sin temor. Es aún un sueño, lo sabe. Describe lo que es hoy moverse en dos ruedas pedaleando para ellas "es muy difícil porque casi todas las mujeres que nos movemos en bicicleta, hemos sido acosadas, tocadas por personas a quienes no conocemos." Esa lucha, entonces, es central en lo que Carolina hace.
Añade que, en general, Cali no es una ciudad para este tipo de vehículos porque dice que está pensada para los carros y las motos. "No hay garantías que te permitan salir y volver a tu casa con seguridad". Reconoce, eso sí, que la infraestructura que ya está construida ayuda y usarla responsablemente, puede salvar vidas.
Cada pedalazo que ella y sus compañeros dan es un acto de transformación. Y aunque sus problemas de seguridad le han restringido sus movimientos, no pierde la esperanza de volver sentir el viento en su cara, los pedales en sus pies y la idea de que cada metro recorrido, es uno más hacia la inclusión, la tolerancia y a hacia ese paraíso de dos ruedas que hoy se sueña para Cali.
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