Minga indígena
Minga indígena
Abril 5 - 2019
Por Laura Cruz
Once muertos, cuarenta heridos, perdidas millonarias, un país a la deriva y el presidente no cede
Desde el barrio Meléndez se escuchaba el sonido de las papas bombas. Iban hacer la una de la tarde cuando comenzaron los disturbios y muchos de los funcionarios de la Universidad del Valle habían salido almorzar. Tuvieron la suerte de no estar durante la protesta.
"El tropel" como lo llaman los estudiantes, había estallado. La avenida Pasoancho ya estaba bloqueada y las puertas de la entrada principal del centro comercial Unicentro ya estaban cerradas. Uniformados del Escuadrón Antidisturbios –Esmad- llegaron blindados con tanquetas y "los capuchos", como algunos los llaman, tiraban papas bomba. Los estudiantes se cubrían la cara con pañoletas, otros mostraban el rostro y gritaban arengas: "Soy estudiante. Quiero estudiar para cambiar la sociedad". Arengas que por momentos lograban opacar el ruido de las papas bombas y una bazuca artesanal con la que los capuchos atacaron un helicóptero de la Policía.
A las cinco se conocía la noticia: Jhonny González había fallecido, al parecer porque un paquete con papas bombas que llevaba, se le detonó accidentalmente. El hecho sucedió cerca de la oficina del Sindicato de Sintraunicol, causando la muerte del joven, de quien se supo después que había estudiado Derecho (sin terminar) en la Universidad Santiago de Cali y filosofía (sin terminar) en Universidad del Valle. Otros dos jóvenes resultaron heridos.
La muerte de Jonny González, trae a la memoria la de Jhony Silvia, quien hace catorce años fue asesinado por uniformados del Esmad. Los dos jóvenes tenían mucho en común: murieron protestando por sus ideales, puesto que la protesta en la que participaba González se adelantaba en rechazo a la muerte de Jonathan Ladinez, quien perdió la vía junto a siete indígenas en una explosión registrada en el resguardo indígena de Dagua el pasado 21 de marzo.
Lamentablemente, estas no han sido las únicas víctimas del último mes en el pulso que libra el Gobierno y la Minga indígena que lleva décadas reclamando sus derechos. Entre los caídos también está un policía y un indígena que fue asesinado en Cajibío, presuntamente por el Esmad. Las víctimas suman once muertes y más de cuarenta heridos, en hechos que nadie logra esclarecer.
La Minga
Veinte y seis días de protesta no solo han repercutido en el Cauca, también en el Huila, Putumayo, Nariño, Valle, donde varios indígenas se han unido a bloquear vías. La Minga también tiene el apoyo de los campesinos y la bancada alternativa del congreso. A pesar de los muertos, los heridos y las pérdidas millonarias de algunos empresarios, además del anuncio del Paro Nacional en protesta contra el Plan de Desarrollo del próximo 24 de abril en el que participarán: sindicatos, movimientos políticos, sociales y campesinos, Duque no cede.
Norman David Bañol Álvarez, Embera Chami del resguardo indígena de San Lorenzo en Rio Sucio, manifestó que los indígenas están en condiciones para seguir resistiendo de manera pacífica y haciendo acciones de derecho. "Nosotros pensamos estar aquí hasta que el presidente llegue y nos resuelva. Aquí podemos estar hasta Semana Santa". Bañol también denunció que ha habido violación de los derechos humanos por parte del Esmad.
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En las carreteras de Santander de Quilichao se ve movilidad. Hay una atmósfera tensa que no repercute mucho en la cotidianidad de pagar los recibos, levantarse temprano e ir a trabajar. Sin embargo, a la salida de Mondomo se ven dos tanquetas enormes del Esmad, su estética es violenta y nada tiene que ver con las montañas que están al fondo. De lado a lado en la carretera hay militares con fusiles, muchos patrullan en el pueblo que está bajo su control.
Los comuneros que acompañan el bloqueo no toman la vía principal que conduce hacía la Panamericana, sino que se desvían por un camino destapado, roto, que parece que alguien comenzó y se olvidó terminar por lo que la motocicleta a veces tambalea, se desliza por algunos lugares donde hay barro, pero su conductor tiene la destreza de quien lleva más de 20 días andando por allí.
La carretera tiene cicatrices de los enfrentamientos de los indígenas con uniformados del Esmad. Hay llantas quemadas, piedras a lado y lado. A pocos metros de allí, hace poco explotó una especie de petardo que abrió un pequeño cráter en la carretera. El hecho hace recordar la explosión de un carro en el Resguardo Indígena de Dagua, donde murieron ocho nativos y cuatro más quedaron gravemente heridos, mientras estaban reunidos hablando sobre quienes podían desplazarse a la Minga. Entre los fallecidos se encontraba Jonathan Ladines, estudiante de Arquitectura de la Universidad del Valle.
Otra explosión se registró en Miranda Cauca, donde una motocicleta fue detonada frente a la Alcaldía, esta vez no se registraron heridos. De los tres hechos las autoridades no saben quiénes son los responsables.
En la vía Panamericana, una de las principales arterias viales que comunica a Cali con Popayán,a la altura de La Agustina, los viajeros se encuentran con una de las primeras barricadas construida con costales que tiene un letrero grande que dice: ¡Que Viva la Minga!. Después de allí, hay barricadas cada siete metros. Son rudimentarias: tienen palos travesados, piedras y tapas de cemento que estaban en las vías, organizadas como fichas de dominó. Cada vez que se escuchan comentarios que el Esmad volverá a arremeter, los indígenas ponen más obstáculos en la vía.
Desde hace más de 20 días, la Panamericana es una ruta muerta por la que solo se ve transitar una Chiva de muchos colores, cargada de alimentos para los comuneros, algunas motocicletas pero ni buses ni camiones. Todo ello desde cuando veinte mil indígenas y campesinos del suroccidente del país, en una asamblea, el nueve de marzo decidieron realizar un plantón pacifico, reclamando sus derechos a la tierra, a la autonomía y modificaciones en el Plan Nacional de Desarrollo.
Los indígenas están al lado y lado de la carretera. Al pasar, hay requisas, preguntas, desconfianza. Los viajeros que se ven en la vía, en su mayoría son venezolanos que se dirigen a Ecuador. Viajan con varias maletas y también son requisados lo que, para muchos, es molesto, pero para los indígenas es necesario.
Los guardias de los pueblos han encontrado personas con armamento, como el mayor del ejército, encontrado en el sector de la protesta con un arma y municiones además de prendas de uso militar, y que fue el caballito de Troya utilizado por los emisarios del gobierno el 29 de marzo para suspender la mesa de negociación, que no había tenido avances ni siquiera en el tema de tierras. Los indígenas piden 49 mil hectáreas y el gobierno les estaba ofreciendo mil 500 hectáreas, una cifra no solo irrisoria, sino indignante, dicen las comunidades.
Los indígenas prepararon todo en El Pital para recibir a la Ministra Nancy Patricia Gutiérrez, los emisarios la esperaron por más de dos horas, no obstante la ministra emitió un comunicado señalando que no se presentaría por un posible secuestro del militar. Por su parte, los indígenas afirmaron que fue una retención preventiva y en rueda de prensa entregaron al militar a la Onic, quien señaló que no había recibido malos tratos y pedía perdón por infiltrase. Al finalizar el día después de que hablará el Consejero Mayor de la Cric Neis Oliverio Lame y puntualizara en el kiosko quedó desolado, con unas mesas con mantel rojo, sillas vacías, y la Panamericana con el mismo aire fantasmal.
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Los campamentos están divididos alrededor de la montaña, y mientras el gobierno dilata el proceso los indígenas se organizan mejor. "Si nos matan a nosotros vendrán otros y seguirán luchando", se escucha decir por los comedores, los hombres pican la leña, algunos ayudan en la cocina, cada pueblo tiene su espacio, el mercado sobra, cada día una chiva trae alimentos donados por las comunidades que están de acuerdo con el proceso y piensan que ya es hora que les cumplan con los más de mil 500 acuerdos que han firmado con anteriores gobiernos.
Como en 1999, cuando firmaron un acuerdo con Andrés Pastrana, que buscaba incluir a los indígenas en las políticas públicas por medio del decreto 982 que no se cumplió. En el segundo periodo de Álvaro Uribe los indígenas protestaron por el cumplimiento de varios acuerdos. Sin embargo, Uribe nunca se presentó hasta días más tardes en La María donde llegaron al acuerdo de entregar diez mil hectáreas. Sumado a esto, en los dos periodos presidenciales de Juan Manuel Santos, hubo múltiples protestas y acuerdos firmados que hoy se siguen sin cumplir.
Los mingueros y mingueras conocen la historia, tienen la experiencia de haber hecho centenares de mingas, por eso hoy se organizan mejor. En los campamentos todos están acostados a las nueve de la noche. Un helicóptero del ejército sobrevuela a baja altura, los indígenas duermen con miedo pero saben que deben recuperar fuerzas. Se despiertan antes que el sol, se duchan en lugares improvisados, van a la Tulpa donde ninguno de los consejeros falta, debaten que hacer cada vez que el gobierno mueve una ficha, siempre llegan a la conclusión que le están ganando el pulso a Duque, se levantan toman su bastón y siguen protestando.
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