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Seguridad alimentaria y huertas urbanas parte 2

Colectivo Sembrando:
una apuesta más que sembrar semillas

Colectivo Sembrando

En la segunda entrega de la serie Seguridad alimentaria y huertas urbanas, conocemos la experiencia del Colectivo Sembrando, conformado por un grupo de estudiantes y egresados de la Universidad del Valle,  que desde hace 12 años lidera un proyecto de resguardo y recuperación de semillas nativas

Seguridad alimentaria y huertas urbanas parte 2

Colectivo Sembrando:
una apuesta más que sembrar semillas

Colectivo Sembrando

El 35 % de la población caleña no tiene acceso una alimentación adecuada y suficiente que cubra su requerimiento nutricional de manera diaria, según ENSIN. Foto: Colectivo Sembrando


Febrero 18 - 2019

Por Christiam Chaparro / @christiamchapar

Después de pedalear durante 20 minutos, apareció ante nuestros ojos un huerto frondoso. Un cielo de color azul claro, sin ningún aviso de nubes, fue testigo del hecho. En la parte trasera del Centro de Acopio de Residuos Sólidos de la Universidad del Valle, en Cali, se encuentra uno de los proyectos más ambiciosos de conservación de semillas nativas. En este lugar se cultivan maíz rojo, tomillo, albahaca, guandul, plantas aromáticas y medicinales, entre otros.

El Colectivo Sembrando, uno de los grupos más representativos de este tema en la capital del Valle, viene trabajando desde el 2007 de manera interdisciplinaria en aras de poner sobre la mesa los debates relacionados con la soberanía alimentaria.

"Varios estudiantes de Univalle empezamos a gestar un espacio dentro del campus universitario para recuperar semillas y saberes con un enfoque de producción ecológica", dice José Cedeño, profesional en estudios políticos y resolución de conflictos e integrante del Colectivo Sembrando.

Los orígenes no fueron fáciles, comenta José, debido a que el lote donde está asentado el huerto era utilizado como un botadero de escombros. Por aquellos años, uno de los requisitos de Estados Unidos para concretar el Tratado de Libre Comercio (TLC) con Colombia era que en este país se debía garantizar en el mercado la circulación de semillas genéticamente modificadas, lo cual provocaba que a la población campesina se les prohibiera almacenar semillas ancestrales, obligando a este sector a comprar de manera exclusiva semillas patentadas.

Pero nada de esto fue un obstáculo para que en la 'Sucursal del cielo' se empezara a gestar un huerto desde la concepción de la soberanía alimentaria, cuyo punto de partida son los saberes milenarios que tienen las comunidades campesinas, afros e indígenas frente a los productos alimenticios.

"Para las diferentes comunidades étnicas que existen en el país, la semilla viene siendo la memoria viva de sus ancestros, es el resultado del proceso de relacionamiento con el entorno, donde se presenta un proceso de apropiación cultural", describe José, mientras permanece inmóvil observando el huerto.

Ereilis Navarro Cáceres, José Pallares Vega y Edy Luz Navarro Cásseres, docentes e investigadores, autores del libro 'Origen y resistencia de los peinados afrodescendientes como estrategia pedagógica', narran que las madres peinaban a sus hijas con trenzas que descifraban los caminos secretos por los cuales los esclavos cimarrones debían escapar para conseguir la libertad en la época de la Colonia.

"Los peinados también sirvieron para el transporte de las semillas que permitieron asegurar la supervivencia alimentaria de nuestra gente", agregan.

Privatización de semillas: Una visión de muerte

"Desde la llegada de los invasores a estas tierras, el tema del alimento fue fundamental ya que con la idea de estimular el comercio, se les prohibió a los pueblos nativos producir y consumir sus propios alimentos. Los españoles entendieron que las semillas formaban parte de la fuerza y la resistencia de las comunidades", reseña Cedeño.

El panorama es desalentador. En el mundo de la agricultura hay dos clases de semillas: las criollas o nativas que usan de manera ancestral los pueblos, y las certificadas, a las que les modifican la genética y que son hechas por multinacionales como Monsanto, Dupont y Syngenta.

En Colombia, del total de semillas que se comercializan el 15 % son provenientes de empresas extranjeras. Las criollas tenían su espacio y no habían sido perseguidas. Pero desde 2010, cuando se promulgó la Resolución 970, empezó una cacería a la piratería de semillas.

En esta persecución cayeron las de tipo criollo porque la Resolución 970 tiene zonas grises y cataloga de ilegales todas las que no sean certificadas, obliga a los agricultores a "usar solo semilla legal" y prohíbe "tener a cualquier título semilla que no cumpla con los establecido en la Resolución".

Huertas urbanas

Y el desconcierto no solo está ligado a la circulación de semillas, sino también a temas ligados como la malnutrición y al abastecimiento de alimentos. Deborah Hines, representante del Programa Mundial de Alimentos en Colombia, en medio del foro 'Balance de la seguridad alimentaria en Colombia, un año después de la firma de la paz', aseguró que entre 2015 y 2016, 25 millones de colombianos se sumaron a la situación de inseguridad alimentaria y desnutrición en el país. 

"Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura –FAO- en el 2040 aumentará en un 20 % las personas con inseguridad alimentaria a nivel mundial. Colombia sigue en esa misma ruta por el conflicto, la violencia, los desastres naturales y el cambio climático", añadió Hines.

En Cali, por su parte, el 35 % de la población caleña no tiene acceso una alimentación adecuada y suficiente que cubra su requerimiento nutricional de manera diaria, según la Encuesta Nacional de la Situación Alimentaria y Nutricional (ENSIN) realizada en 2010.

Polinización:
¿un tema preocupante?

abeja

En la Internet hace tiempo que circula una cita atribuida al físico alemán Albert Einstein: "Si las abejas desaparecieran de la faz de la Tierra, a los humanos sólo les quedarían cuatro años de vida".

La frase es falsa. Pero lo que sí es cierto es que en la actualidad las abejas han tenido una grave crisis de reproducción y, si la expresión es cierta, la humanidad debería preocuparse. La polinización, un proceso fundamental de la reproducción de las plantas, es muy sencillo de comprender.

Para que una planta hembra pueda reproducirse con una planta macho, necesitan de un polinizador. Las abejas, tal vez las polinizadoras por excelencia, transfieren el polen de una flor a otra y concretan el proceso.

Mónica Rodríguez, bióloga de la Universidad del Valle e integrante del Colectivo Sembrando, lo resume de esta manera: "Aunque los polinizadores pueden ser distintos animales, el 70 % de los alimentos son polinizados por abejas. Además, los bosques sobreviven gracias a la polinización de ellas. De ahí la gran importancia de estos seres".

Uno de los casos más sonados por la mortandad de abejas en un apiario fue el que ocurrió en el 2018 en Tierralta, en el departamento de Córdoba, donde murieron alrededor de siete millones de abejas, según informaron habitantes del pueblo a la Agencia EFE. 

Por eso, dada la crisis global de los polinizadores, el Colectivo Sembrando desarrolla estrategias de conservación comunitaria, a través de un meliponario (hogar de crías de abejas nativas sin aguijón).

"Lo que pretendemos es desplegar diferentes mecanismos, ya sea criando estas abejas o por medio de talleres pedagógicos, para que las personas conozcan y conserven la diversidad de fauna que tenemos en cuanto a abejas nativas se refiere", recalca Rodríguez.

 

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