Periodismo de Derechos Humanos

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Trujillo 3

 

Septiembre 16 - 2018 

Por Jorge Luis Galeano

Cada año se realiza una peregrinación en el municipio de Trujillo al norte del Valle del Cauca. El evento recuerda a las víctimas de los hechos conocidos como la masacre de Trujillo y que tuvo su pico de violencia entre 1989 y 1994, aunque 24 años después la violencia no cesa. 

Cada año se reúnen para recorrer ese camino en zigzag lleno de recuerdos dolorosos, lleno de nombres de personas que ya no están, que la violencia colombiana mató o desapareció. Más de 300 según las cuentas oficiales, pero que pueden ser más porque muchas terminaron en el río Cauca. El recorrido está acompañado de arengas y rezos: "Ayúdanos Señor a perdonar..." dicen mientras caminan bajo un cielo que, a pesar de estar gris, no descarga una sola gota de lluvia.

Perdonar la barbarie ha sido el reto desde que los habitantes de Trujillo, Valle del Cauca, empezaron a vivir la guerra. Es difícil decir que lo han logrado en su totalidad, pero sí es claro que han hecho todo lo posible. Construyeron un Parque Monumento en honor a sus hermanos, hermanas, padres, hijas, hijos, esposos y seres queridos de quienes hoy solo quedan fotografías, nombres, recuerdos y fechas. No es resentimiento, es memoria histórica. Es recordar que por sus calles y campos se pasearon los narcotraficantes y paramilitares, robándole tierras a los campesinos y degradando las prácticas de guerra a niveles indescriptibles: torturas, asesinatos selectivos, descuartizamiento y desecho de cuerpos al río.

Todo eso los mueve cada año a hacer una peregrinación porque, aunque se rememora lo sucedido entre 1989 y 1994, todavía existen muchas heridas abiertas: aún hoy hay restos de cuerpos enterrados en otros lugares y la Verdad, la Justicia y la Reparación solo se han asomado tímidamente. Por ello es que cantan: "Vivos se los llevaron, vivos los queremos..." mientras ascienden por ese sendero creado para que su pasado no sea sepultado por los años.

En la marcha participan los integrantes de la Asociación de Familiares de Víctimas de Trujillo –AFAVIT- encabezadas por la madre Maritze Trigos, una mujer cuya voz se oye a grandes distancias por el volumen con el que habla pero, sobre todo, por la contundencia de sus palabras. En una de las paradas, grita: "Las exhumaciones han sido una tarea nuestra y seguiremos adelante hasta encontrarlos a todos..." A su lado va el padre Javier Giraldo, sacerdote Jesuita y defensor de Derechos Humanos quien guarda en su memoria, cada detalle de la sangrienta época en la que los paramilitares, en asocio con la Fuerza Pública, entraban a las casas de campesinos, los sacaban a la fuerza y los asesinaban.

También hace presencia el padre Francisco de Roux, director de la Comisión de la Verdad. Él, como figura nacional, llegó a Trujillo para contarle a la gente el trabajo que hace y de la importancia de vincular lo que han hecho por la memoria, para reconstruir más fielmente lo sucedido en Colombia en marco del conflicto armado.

Francisco 2

En la peregrinación también participan otras organizaciones sociales, estudiantes universitarios, personas particulares y muchas de ellas llevan consigo fotografías de los asesinados y desaparecidos. En su camino se detienen cada cierta distancia para elevar una oración o recordar lo sucedido. El Parque Monumento, con los años, ha incluido a víctimas y hechos de otras partes de Colombia que comparten la tragedia de haber vivido la guerra en carne propia. Incluyen oraciones para recordar lo que la violencia hizo en el Cauca, en el Chocó y otras zonas del país.

Cada paso que dan recuerda la tragedia, pero también reafirma su resistencia. Una que no ha parado dese 1994 porque las violencias persisten. Quienes trabajan en el Parque Monumento aún sufren amenazas e intimidaciones por parte de los nuevos grupos armados que se han reconfigurado con los años y para quienes el silencio es más cómodo, más conveniente.

La peregrinación continúa entre cánticos, oraciones y reflexiones sobre el pasado y las batallas del presente. Batallas que dejan secuelas: hace pocos meses apareció un grafiti con un mensaje amenazante en el que se insistía en que los integrantes de AFAVIT detuvieran sus actividades. Ese grafiti fue puesto justamente donde la peregrinación termina con una misa, cantos a la paz y un mensaje de resistencia. Las letras, ya borradas, no distraen ni el momento, ni la lucha en general. 

Después de la misa en lo más alto del Parque Monumento, se hace una jornada con los invitados como el padre Francisco de Roux, quien habla con AFAVIT y todos los asistentes sobre la necesidad de que ejercicios de memoria como el de Trujillo no estén fragmentados, sino por el contrario, que sirvan para unir a las personas en torno a la verdad de lo ocurrido en el conflicto armado colombiano. Dicha charla se lleva a cabo al interior del Parque, en el museo. Ahí, en medio de mensajes que rezan: "Muros que guardan la memoria, reivindican las huellas y hacen eco de proyectos y luchas" se habla de paz, pero también de la preocupación por el futuro de Colombia. Del frágil ambiente nacional en el que la guerra es aún una sombra que recae sobre territorios como Trujillo que por años, han cargado con el peso de la sangre derramada de víctimas inocentes.

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Exhumaciones: desenterrando la dignidad

Exhumación 2

"Sacaban todavía prendas de vestir a un lado, los huesitos pequeños en otro y los grandes en otro" dice la madre Maritze Trigos al narrar la más reciente jornada de exhumación de los cuerpos de los desaparecidos que se llevó a cabo en Marsella, Caldas en compañía de las familias y que significó devolverle la dignidad a quienes cayeron en esa ola violenta de comienzos de los años 90. La labor no termina ahí porque saben que aún hay cuerpos por desenterrar y ciclos de incertidumbre y angustia por cerrar.

Si quiere conocer más detalles de la jornada de exhumaciones, haga click aquí 

María Edilia quiere enterrar a su hijo 

El Parque Monumento se ha convertido en un lugar de peregrinación no solo para los locales, sino para todo aquél que ha sido tocado por el conflicto. María Edilia Payan, por ejemplo, está en Trujillo - Valle, pero su hijo fue asesinado en el Cauca. Llegó buscando ayuda, asesoría, acompañamiento para, de una vez por todas, desenterrar el cuerpo de Jhonatan Alberto Uscátegui Payan e irse con él a su tierra.

En Trujillo pudo hablar con el padre Francisco de Roux quien prometió ayudarle y ella, entre la angustia y la esperanza, cree que por fin logrará ponerle fin al martirio de saber que perdió a su hijo y que ni siquiera ha podido enterrarlo.

María Edilia 2

Jhonatan Uscátegui Payán fue asesinado por paramilitares en septiembre de 2004 en Florencia Cauca. Su madre, con voz temblorosa dice: "pese a todo, me siento feliz porque sé que mi hijo era inocente y nunca se metió con esa gente." Se refiere al hecho de que fue acusado falsamente por un desmovilizado de las Farc de pertenecer a dicho grupo. Eso hizo, dice María Edilia, que fuera desaparecido y asesinado. 

Recuperar su cuerpo ha sido un peso más que se suma al dolor de perder a su hijo, pues asegura que sus restos ya están ubicados. Solo falta el apoyo institucional para terminar el proceso. Uno que ha durado 14 años al cabo de los cuales, María Edilia solo intenta volver a tener cerca a su hijo para hacer el duelo. 

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