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Ciudad Juárez: la apuesta por la paz. Primera parte

Acá Ciudad Juárez allá El Paso Texas Estados Unidos¿Cómo se puede salir de la lista de las ciudades más peligrosas del mundo? Más allá de los tecnicismos que hacen que se suba o se baje en el ranking, salir de ese grupo es un logro de admirar. En Colombia lo logró Medellín, pero Cali y Palmira siguen presentes. En México, Ciudad Juárez también logró borrarse de dicha lista y esa es la historia que a partir de hoy les compartiremos. La periodista colombiana Margarita Solano nos trae una serie de crónicas sobre el lugar que hace cinco años era el más violento del mundo. Conozcamos su transformación. 

Ciudad Juárez: la apuesta por la paz. Primera parte 

Acá Ciudad Juárez allá El Paso Texas Estados Unidos

Febrero 10-2016

Por Margarita Solano 
Directora de www.lopolitico.com    
Especial para Hechoencali.com

A cinco años de ser considerada la ciudad más violenta del mundo, Juárez pasa del miedo a la esperanza: 28 meses sin un secuestro, la extorsión fue erradicada y 2 mil 700 asesinatos menos comparados con el 2010. La fórmula está en ellos, en el valor de su gente.

Enero de 2016. —Estamos próximos aterrizar al Aeropuerto Internacional Abraham González de Ciudad Juárez, Chihuahua— Son las 9:30 de una mañana de domingo donde una chaqueta, guantes y gorro afelpado, son los aliados del invierno.

Un militar fornido amable, mira a los ojos, revisa maletas al azar, da la bienvenida. Hace cinco años, miles de ellos custodiaban Ciudad Juárez para hacerle frente a la delincuencia organizada que convertiría a la ciudad fronteriza en la más violenta del mundo: 3 mil asesinatos. Los pocos soldados hoy se ven desde el aeropuerto, un centro comercial, una que otra calle. La imagen de un centenar de hombres en tanques de guerra con ametralladoras se ha marchado. En su lugar, dos mil policías municipales con cientos de mujeres, se capacitan para concluir la secundaria, luchan por un título universitario.

Pasando la Avenida Insurgentes, una muchacha se frota las manos mientras espera el verde. Del lado derecho, una camioneta deja la ventana abierta para que un perro saque la cabeza. En el pasado oscuro de Ciudad Juárez, ningún automovilista miraba a los ojos a otro conductor, el pito no se oprimía para rebasar, así murieron cientos. Mantener la mirada fija en el horizonte sin voltear a nadie, era una especie de código de protección en una ciudad que se desangraba por una guerra frontal entre el Cártel de Juárez y el de Sinaloa.

En el pasado, Juárez perdió. Un hijo, un primo, un amigo, un hermano.

A Cindy, una policía de 35 años, la delincuencia le quitó una amiga, también policía municipal. Su cuerpo quedó tendido junto a la patrulla que hoy conduce. Ese mismo año, El Mix un pandillero, se debatía entre la vida y la muerte después de 118 puñaladas y en Villas de Salvárcar le avisan a una mamá que su hijo ha sido masacrado.

Hubo un año en el que nadie quería visitar Ciudad Juárez, parecía que el mundo giraba al revés. Las maestras con miedo de los alumnos, los alumnos sicarios, policías vinculados con redes de explotación de mujeres, fue el 2010, donde el alcalde de la ciudad vivía en Estados Unidos y no en la población que gobernaba.

En palabras de César Omar Muñóz, el hombre frente a la Secretaría de Seguridad Pública municipal, en esa época —más de mil delincuentes pusieron de rodillas a 5 millones de chihuahuenses, de ese tamaño era el calibre de perversidad de estos hombres— cuenta el hombre de saco negro en una oficina donde San Judas Tadeo es escoltado con dos veladoras.

Las distancias en la ciudad más habitada de Chihuahua son extensas, secas, polvosas. Los Yonkees, donde se compran autos chocados y se venden autopartes, reabren sus puertas en terrenos donde antes reposaban esqueléticas construcciones abandonadas por no pagar las cuotas de extorsión al narcotráfico. Con la misma suerte corrieron gasolineras, bares, restaurantes.

Hoy el centro es una fiesta. Almacenes que venden botas, bufandas, suéteres, guantes, sacan parlantes a la puerta, se mezcla en el ambiente un reguetón, una canción de banda norteña, una salsa del más allá. Parece una fiesta vecinal donde los microempresarios compiten con canciones pegajosas para avivar las ventas. De frente un letrero rojo de Yo amo a Juarez, refugio de uno que otro indigente que se echa una siesta mientras un par se montan en sus letras, se toman la fotografía de tradición con la catedral de fondo, la fuente en el parque y una paloma blanca extiende sus alas. Al fondo está Francisco I, sí, la imagen del Papa, próximo invitado especial de la ciudad. En la silueta de cartón, cualquiera puede hacerse al lado y ver como el santo pontífice te abraza en una mañana de invierno. Dentro de la carpa blanca, un libro del mismo color espera el mensaje de tres sesentonas.

—Querido Papa Francisco, su visita alegrará los corazones de tantos fieles olvidados. Ciudad Juárez necesita su plegaria para sanar las heridas de una sociedad doliente — Teresa. Once mil fieles han puesto un mensaje en tres libros que deambulan por el centro, las escuelas, oficinas y zonas marginales de Juárez. Cuando Bergoglio se despida de la ciudad, llevará entre sus manos los libros blancos.

Juárez sana sus heridas.

El congreso estatal de Chihuahua reformó 220 leyes, les cambió la jugada a los delincuentes. Desde hace dos años, una treintena de secuestradores, cientos de extorsionadores y una veintena de asesinos de la ciudad de Juan Gabriel, tienen prisión vitalicia. De 3 mil homicidios en el 2010, el 2015 cerró con 311. De 76 secuestros se erradicó el delito. De 93 extorsiones hace cinco años, ahora se registran cinco.

Cuenta Javier González Mocken, a un mes de tomar protesta como alcalde de Ciudad Juárez, que en estos cinco años —se hicieron reformas importantes en el sistema penitenciario que era el centro de operaciones de grupos delincuenciales, se inició una intensa actividad del gobierno y desde la misma sociedad en recuperar sus espacios públicos para que los niños salieran a jugar a los parques, se detuvieron varias bandas de secuestradores, asesinos, extorsionadores— Su antecesor, Enrique Serrano Escobar —quien orquestó la mayoría de las transformaciones de la ciudad fronteriza desde que era Diputado Federal en el 2009— hoy tiene licencia para competir por la grande, quiere ser el próximo gobernador de Chihuahua, una silla que en el 2010 era impensable para un edil que gobernaba la entonces ciudad más violenta del mundo.

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