Indígenas en Cali: Auki, un guerrero Yanacona
Segunda entrega de la serie Indígenas en Cali en la que conoceremos a un joven Yanacona que a través de la danza, promueve las costumbres de su comunidad e invita a la ciudad a ser parte de ellas. Un hombre que decidió apropiarse de su identidad y luchar para que la relación entre los nativos y la urbe se armonice. De Jhon Edinson Anacona pasó a ser Jaguar Auki Hanakona, un guerrero por su cultura.
Indígenas en Cali: Auki, un guerrero Yanacona
Julio-01-2014
Por Mónica Becerra
-1,2,3 ¡tas, tas, tas!. Grita mientras tiene levantado su brazo derecho. Da media vuelta.
El centenar de personas que lo acompaña en ese círculo que a veces se queda pequeño y buscan un espacio fuera de él, también giran. Sus rostros evidencian dos horas de baile intenso y continuo, mejillas rosadas, gotas de sudor bajan despacio a través de sus facciones. Chiflidos y aplausos anuncian el fin de la clase. Aquí no importa la indumentaria para bailar. En la multitud hay unos zapatos rosados con cuña que hacen la figura de un ocho en el suelo. A su lado cientos de converse y tenis de colores repiten el paso.
Auki es el encargado de dirigir las clases de danza andina. Le gusta difundir sus raíces autóctonas. Siente un amor inmenso por su cultura y eso se nota cuando habla de las naciones indígenas. Lo hace con un gesto de orgullo, levanta su cabeza, abre bien los ojos, con sus manos parece sostener una pecera invisible – en 1999 se recuperan los símbolos, antropólogos dicen que somos Yanaconas o Yanakunas porque hacen una especie de árbol genealógico y se dan cuenta que ese apellido es el predominante – dice él.
Una señora de camisa manga sisa color fucsia y leggins gris, llega con su toalla azul y la pone alrededor de su cuello, ha llegado unos minutos tarde, son las 7:15 de la noche, así que se abre un espacio. Muchos hacen lo mismo. El que llega busca un lugar y como quien no quiere la cosa empieza a bailar. Ella intenta imitar el paso que Auki ha indicado. A veces se pierde. La multitud no le permite ver con claridad.
-Esta es una forma de liberar el cuerpo, la mente- dice un señor con voz jadeante y en tono elevado, que está al lado de la señora de leggins gris. Algunos aprovechan para coquetear. A esta altura, Auki, con el pulgar y el índice de su mano izquierda pellizca su camisa, y la mueve constantemente, intenta que algo de aire refresque su cuerpo. El cuello de su camisa está húmedo. Tiene calor. Lleva una hora guiando el grupo.
Antes, mientras hablábamos y nos tomábamos una cerveza, llamó a un amigo que pasaba por la calle para que se sentara con nosotros. Este iba vestido de blanco, con un sombrero y dos mochilas marrón con figuras wayú con sus tiras cruzadas. Se acerca. Auki se para, le da la mano derecha y la estrechan. Luego la mano izquierda se une a este agasajo y se abrazan. Su amigo le entrega unas semillas, Auki las recibe como los niños cuando quieren esconder un tesoro. Con las manos entrelazadas las agita con unos movimientos ceremoniales.
-No vayas a llamar a nadie más, me da pena que la mama venga y me vea bebiendo- Suelta una carcajada. El rubor colorea sus pómulos. Auki estudió historia en la universidad del Valle, no ha terminado y al preguntarle por qué, responde que en su momento se le presentaron otras cosas. Esas cosas fueron viajes que lo llevaron a conocer a Hugo Chávez – nosotros estuvimos en un evento contra el imperialismo y todo eso, pero los indígenas no tenemos ideología. Somos hijos de la madre tierra–
Se ilumina su rostro, me dice:
- Todo ha sido un proceso a través de nuestros padres. Yo inicio gracias a mi madre, porque ella ha sido una impulsadora también, ha sido una líder juvenil, antes de que yo naciera ella hizo una formación. Llegó del Cauca a Cali por el desplazamiento que vivió en los años 60. Asimismo tuve un maestro que ayudó a fortalecer mi pensamiento y a crear una escuela de niños y jóvenes que mantuvieran en la ciudad la identidad-
-Yo inicié este proceso porque durante mi adolescencia tuve algunas discusiones con mis profesores por mi personalidad. Alguna vez uno de ellos me dijo que porque no me iba a sembrar papa y yuca al campo. Lo que para él era un insulto. para mí era algo que mi familia había hecho durante muchos años honrosamente-
Según el registro histórico, en 1992 se hace el Primer Encuentro Nacional de emigrantes Yanaconas en Cali. Algunos jóvenes que venían de Sotará - Cauca empezaron a hacer una asociación. Hacían actividades sociales y Jaguar Auki (que es su nombre completo) germinó en ese proceso -fueron los primeros pasos de los cabildos, ya que el primero que se reconoce es el Yanakunas- agrega juntando sus manos y dejando el dedo índice de su mano derecha inclinado y agrega -cuando se reconoció el primer cabildo indígena hubo un gobernador Ary Campo Chicangana, él se centró en los niños empezó a crear algo que se llama la escuela guerreros del sol y ahí empezamos a reconocernos-
Cuando uno habla con los indígenas, muchos coinciden en que existe una estigmatización por ser más pequeños, por el cabello, porque su vestimenta es diferente, por su forma de hablar. Actualmente han articulado y difundido lo valioso que es ser indígena.
-En el sur de Colombia hemos tenido el movimiento más fuerte y más resistentes-
Al preguntarle por los derechos que tiene la comunidad, con su mano derecha hace un movimiento en espiral y levanta las cejas, como quien no puede entender porqué solo hasta 1991 se reconoce a los indígenas como personas que pueden votar. -Eso era algo absurdo- afirma.
-En Colombia no solo hay mestizos, blancos, afrodescendientes, criollos. Hay unas 100 grandes naciones indígenas. Hemos querido llegar a diferentes espacios políticos, sociales y culturales-
Algo que le atrajo fue el arte -el arte de nuestras comunidades es muy amplio. Cuando escuchas una melodía de nuestros ancestros llega a tu corazón, cuando se apropia de todos tus sentidos ya no tienes nada que hacer, invade todo esas raíces. Es lo que me pasa hora, estoy invadido por todo este arte-
Jaguar ha vivido la discriminación ya que en el colegio se burlaban de su apellido. Él no se amilanó - Eso hizo más fuerte mi corazón. Sentí que debía asumir mi identidad, hacer valer mis ancestros- Un dia su maestro le dijo: "todos los apellidos que tu escuchas a diario son prestados. Son traídos de otras partes, de occidente, mientras el tuyo es originario, tu apellido es único, es un apellido que nace en esta tierra.
Le hacían énfasis en su apellido porque su nombre era Jhon Edinson Anacona, hoy, es Jaguar Auki Hanakona, un hombre orgulloso de sus raíces.
Indígenas en Cali, primera parte
- Visto: 20012