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Segundo Ciclo ELN 1

 Marzo 15 - 2023

Diálogos de paz con el ELN: a examen del modelo económico

Por Germán Ayala
Analista político 

Al término de un ciclo más de las conversaciones de paz que se adelantan entre el ELN y el Estado colombiano, las delegaciones le presentaron al país la ampliación o la precisión de la agenda de negociación pactada con el gobierno de Santos. Esta se conoce como la Agenda de México. Con una novedad importante: se propone examinar (¿tocar?) “el modelo económico, el régimen político y las doctrinas que impiden la unidad y la reconciliación nacional”.

Sin duda alguna, un cambio sustancial que podría ser el factor que más adelante le servirá a la dirigencia de esa guerrilla, como argumento, para no firmar el armisticio. Parecen olvidar los plenipotenciarios del ELN que fue justamente el mismo régimen el que le impuso a Juan Manuel Santos una línea infranqueable: el modelo económico y el régimen político no se podían tocar durante la negociación política con las Farc-Ep. Y así fue.

Esta agenda de paz tiene dos tonos: uno académico, que, por su redacción y alcances, volverían eternas las discusiones en la mesa de diálogo. Al final, como es propio de la academia, se le entregarían al país sendos ensayos y reflexiones que poco o nada aportarían al objetivo central: ponerle fin a las hostilidades. Y el otro, más político y técnico en el sentido en el que aparecen las políticas públicas como herramientas útiles para transformar las difíciles realidades sociales y económicas que soportan más de 21 millones de colombianos pobres.

Veamos algunos puntos de la agenda. 1. Participación de la sociedad en la construcción de la paz. Este es quizás uno de los puntos más problemáticos. La dirigencia de ese grupo subversivo insiste en mediar en la negociación entre una espectral sociedad civil y el Estado colombiano. En el punto tres, vuelven sobre ese espinoso asunto.

El tono académico aparece justo cuando en estos términos tratan de dar cuenta del objetivo del primer punto. En el documento se lee: “1.1 Un camino para la construcción de una alianza política y social hacia un gran acuerdo nacional. 1.2 En función de identificar las causas de los problemas fundamentales del país, y de proponer iniciativas y procesos que conduzcan a las transformaciones para la paz. 1.3 Un ejercicio democrático de movilización de la sociedad en torno a la planeación, decisión e implementación eficaz de los acuerdos en las regiones y la nación. 1.4 Un ejercicio dinámico y activo, incluyente, pluralista y vinculante que permita construir una visión común de paz que propicie las transformaciones para la nación y las regiones”.

En el tratado de paz de La Habana, se habla de la necesidad de un Pacto político para sacar adelante la implementación de ese acuerdo de paz y lograr las transformaciones que el país demanda. Parecen olvidar los negociadores de ambas partes que Colombia está sobre diagnosticada. Ya hay mediana claridad en torno a cuáles son los problemas estructurales del país, incluido, por supuesto, el factor cultural (el ethos mafioso). ¿Movilizar a la sociedad? ¿Qué sectores y bajo qué premisas? Olvidan que el estallido social dejó ver las enormes fracturas sociales, fruto de un no declarado conflicto interétnico, entre una élite que se cree blanca y que desdice de su proceso de mestizaje y que lidera de tiempo atrás decisiones de política económica e incluso, acciones militares, conducentes a afectar los proyectos colectivos de indígenas, afros y campesinos.

En el punto 2, el tono academicista se mantiene y aparece el talante político. 2. Democracia para la paz. “2.1 Revisar y fomentar la participación y las decisiones de la sociedad en los problemas que la afectan, y que puedan materializarse en instrumentos de política pública eficaces en los territorios urbanos y rurales. 2.2 Examinar, desde una perspectiva democrática, el modelo económico, el régimen político y las doctrinas que impiden la unidad y la reconciliación nacional. 2.3 Evaluar el tratamiento que se le da a los conflictos políticos, sociales y ambientales en función de la construcción de la paz”.

Es en este punto en donde la pita de la paz muy seguramente se enredará. ¿Qué pasará cuando se termine la tarea planteada en el punto 2.2? Es decir, una vez examinados los asuntos del modelo económico, del régimen político y de las doctrinas que impiden la reconciliación nacional, la conclusión los llevará a decir que es urgente hacerle ajustes al modelo económico y al propio régimen político. Y ahí entonces, los voceros del ELN se levantarán de la mesa, para luego volverse a sentar en otra, después de otros “10 mil muertos”.

El punto problemático de la participación de la sociedad vuelve, como ya dije, a aparecer en el punto 3. Transformaciones para la paz. Y el tono político- técnico hace pensar en que es posible llegar a un acuerdo de paz con esa guerrilla, a pesar de que en repetidas ocasiones sus voceros dejaron entrever que los tiempos de la paz son distintos y que la guerrilla no tendría ningún afán de firmar un acuerdo de paz. A lo que se sumó su incredulidad frente a los proyectos productivos, a las curules entregadas a las Farc en el Congreso y la siempre problemática dejación de las armas.

El punto 3.1 Propuestas elaboradas por la sociedad y sustentadas en los resultados del punto 2 de esta agenda (Democracia para la Paz). 3.2 Políticas públicas tendientes a superar la pobreza, la exclusión social, la corrupción y la degradación ambiental, en búsqueda de la equidad. 3.3 Planes de desarrollo alternativos integrales en territorios urbanos y rurales, incluyendo los planes de vida y planes de etnodesarrollo, que constituyan opciones económicas, productivas y sustentables en beneficio de las comunidades. 3.4 Políticas, planes y programas que superen el conflicto agrario histórico, relativos al ordenamiento ambiental y territorial dirigidos a la recuperación sostenible y productiva de los territorios urbanos y rurales, la restauración y protección de la Madre Tierra. 3.5 Pactos sociales que consoliden los acuerdos y una pedagogía y comunicación hacia una cultura de paz. 3.6 El plan integral de transformaciones se articulará y armonizará con los planes nacionales de desarrollo.

Superar la pobreza estructural del país no depende exclusivamente del diseño de políticas públicas. Involucra, claro está, el fortalecimiento del aparato productivo que deviene no solo débil, sino que, en materia ambiental, cultural, ecológica y social, deviene insostenible, porque en buena parte depende de las rentas que producen actividades agro-extractivas (minería a gran escala, ganadería extensiva de baja producción y las grandes plantaciones dedicadas a producir agrocombustibles).

Si miran con cuidado el Plan Nacional de Desarrollo que el gobierno de Gustavo Petro presentó al Congreso para su aprobación, se plantea hacer un ordenamiento territorial fundado en el agua. Más bien se trataría de un reordenamiento territorial que implicaría negociar con terratenientes, ganaderos y empresas mineras, sus actividades, lo que debería abrir la puerta para salvar los proyectos de vida colectiva y de producción de alimentos, de indígenas, campesinos y afros.

Esta misma agenda ya la había sometido a una crítica similar. Lo realmente nuevo en esta versión es cuando se dice que se va a examinar el modelo económico, el régimen político y las doctrinas que impiden la reconciliación y la vida democrática en este país. Estamos de acuerdo en que el modelo económico debe sufrir ajustes. Si se mira el manejo macroeconómico del actual gobierno, nos damos cuenta de que Petro está siguiendo la ortodoxia económica en particular a los asuntos de la regla fiscal. Sobre el régimen político hay que decir que, si bien sufrió una derrota electoral, su vigencia y poder siguen intactos, tanto así que al mismo presidente de la República le tocó negociar su gobernabilidad con el más influyente y temido agente del Establecimiento colombiano: el súb judice ciudadano, Álvaro Uribe Vélez.

Ojalá se avance en la negociación con el ELN. Por las comunidades que afecta su operación militar, todo esfuerzo político por parar las hostilidades y el desplazamiento forzado, vale la pena hacerlo. Eso sí, tengo mis reservas frente al real convencimiento de la dirigencia de esa guerrilla. Su estructura confederada y su insistencia en ir haciendo los cambios al tiempo que se negocia, y su papel como mediadores, generan muchas dudas.

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