Las violencias en contra de las defensoras del territorio no sólo las sufren las mujeres colombianas. Es un problema de toda latinoamérica. Se estima que en 2023, el 85% de los asesinatos de lideresas ambientales sucedieron en este continente, convirtiéndolo en el más peligroso para esta labor.
Casos y denuncias hay muchos. Fuera de Colombia recordamos el asesinato de la ambientalista Bertha Cáceres, sucedido en 2016 en Honduras o el desastre de Minas Gerais en Brasil o la lucha de una campesina peruana que, por años, se ha enfrentado a una minera que ha intentado sacarla de su vivienda para explotar la tierra. Y justamente para conocer de dichas tragedias y las mujeres detrás de la lucha por justicia, se exhibe, en marco de la COP16, la película la Ilusión de la Abundancia, dirigida por Érika González y Matthieu Lietaert.
En Hechoencali.com conversamos con Máxima Acuña y Carolina De Moura Campos, dos de las protagonistas de la cinta. Máxima, que visitó a Cali desde el Perú, es una mujer campesina que vive en un pequeño pueblo de la zona de Cajamarca. Habla de su experiencia de resistencia de años contra las mineras Newmont y Buenaventura que pretenden la explotación de su territorio. Ella se ha negado a irse, lo que le ha generado amenazas, acosos y un proceso judicial que ya cumple 14 años. La acusan de ser invasora, aunque ella dice tener todos los documentos que la acreditan como dueña de la tierra.
Pese a todo ello, se ha mantenido firme. No se ha ido del lugar, no sólo por defender su casa, sino al medioambiente, a la tierra que tanto ama. “Mi vida está en riesgo. Todos estamos amenazados por la contaminación que puede traer la minera” dice con convicción. Su determinación no ha pasado desapercibida, tanto ha resonado su lucha que en 2016 fue reconocida con el Goldman Environmental Prize, el más importante premio medioambiental del mundo.
Por su parte, Carolina pelea contra otra minera en Brasil. Una que, si bien no la quiere sacar de su casa, sí parece querer destruir la Casa Común, la naturaleza. Eso dice ella con vehemencia “Es una explotación irracional” y que ya generó una tragedia inmensa. En 2019, un dique de la empresa Vale (así se llama la minera) se rompió y mató a 270 personas y más de 250 mil resultaron damnificadas.
Lo peor del caso es que la construcción de dicho dique había recibido el certificado de una cualificadora alemana. Carolina y el grupo de personas con el que trabaja, lucha por justicia, porque la empresa responda por los daños ocasionados y, además, se abra un proceso en contra de dicha cualificadora por otorgar el aval a una construcción que, dice ella, a todas luces era inviable.
Esas luchas enfrentan a mujeres comunes y corrientes (Carolina enfatiza en ello) a grandes poderes económicos y delincuenciales y combinan la exigencia de justicia y la protección del territorio.