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Reseña literaria

Viajes con un mapa en blanco

Viajes con un mapa en blanco

Juan Gabriel Vázquez

Juan Gabriel Vásquez

Diciembre 16 - 2018 

Por Laura Cruz

Cuando entró a estudiar derecho en la Universidad del Rosario, Juan Gabriel Vásquez caminaba por las calles de Bogotá tratando de encontrar el barrio que nunca tuvo en la infancia porque su casa estaba lejos de la ciudad y lejos de todo. En aquella casa por la década de los 80, con casi ocho años leía a Julio Verne, Alejandro Dumas y Emilio Salgari. Los libros eran de la editorial Oveja Negra a la que pertenecía Gabo, quien se convertiría en el primer Premio Nobel de Literatura de Colombia. Estos libros terminaban deshojados porque él, como mucho de los niños a esa edad, no le tenía respeto a casi nada, además no era impedimento para perderse en 20.000 leguas de viaje submarino e innumerables relatos.

En su juventud, a la mitad de la carrera comprendió que la literatura era lo más serio en su vida "...Yo me percataba poco a poco que las lecturas de las novelas, que había llenado mis ratos libres de estudiante de derecho, se estaba convirtiendo en una vocación feroz. Ya había entendido que nada me parecía tan digno de mi dedicación absoluta, de sacrificios sin cuentos y de los riesgos insondables del fracaso como el lento aprendizaje del arte de la novela".

Ha leído más de diez veces novelas como el Corazón de las Tinieblas de Josep Conrad, de quien escribió una biografía titulada El Hombre de Ninguna Parte (Alfaguara, 2004) porque no había otra forma de conocerlo, de quitarse la obsesión, porque Vásquez es tan obsesivo como Carballo, su personaje de La Forma de las Ruinas, obsesivo por un pasado que no pertenece a nadie, o quizás sí, no es de nadie pero nos pesa a todos.

De joven recorría el centro, en caminatas macabras que iban desde donde mataron a Gaitán, pasando por el lugar donde reposa una placa indigna que trata de rememorar el asesinato de Rafael Uribe Uribe, hasta la casa donde un poeta se pegó un tiro y dijo basta. En esos recorridos ya estaba escribiendo sus libros, sin que el escritor se diera cuenta. Juan Gabriel entraba en las librerías viejas, jugaba billar. En ese tiempo no hubiera sido difícil confundirlo con los personajes de sus libros, como el mismo Ricardo Laverde del Ruido de las Cosas al Caer.

Ha publicado siete novelas, dos libros de cuentos y dos libros de ensayo, entre los que se encuentra Viajes con un Mapa en Blanco, del que nos ocuparemos en esta reseña, libro para personas obsesivas, que no ven otra forma de vivir que no sea leyendo o escribiendo. Vásquez realizó un doctorado de estudios literarios latinoamericanos en la Sorbona, ha ganado reconocimientos como el Premio Alfaguara de Novela (2011), Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar (2012), Premio Real Academia Española (2014), entre otros. Sus obras han sido traducidas a más de 28 idiomas. Vivió 16 años en Europa, sin embargo, sus libros -que al final siempre han sido su hogar- se han situado siempre en Colombia, de una Colombia que es una sombra del país actual.

Su estilo recuerda a Marcel Proust por la melancolía de evocar el pasado. Por sus reflexiones literarias y por asumir el trabajo de la escritura como un oficio disciplinado es similar a Mario Vargas Llosa. Incluso, es tan buen lector me atrevería decir que se asemeja a Borges. Sus libros son la búsqueda del otro relato, del que nada tiene ver con lo colectivo, no de cómo la historia afecta al individuo, sino cómo el individuo afecta a la historia. Sus libros están permeados del relato privado, el relato del alma de las emociones. Sus libros tratan de bordear la otra verdad, la íntima. Sus libros son una búsqueda continua en las ruinas de la memoria.

Tomado de Centro Virtual Isaacs

El libro

Viajes con un mapa en blanco

Viajes con un mapa en blanco es un libro para los que ya iniciaron el camino más importante de la vida, el tránsito por el arte de la novela, que es un viaje a través de sí mismo, pero sobre todo hacía los otros. Los diferentes ensayos que componen esta obra son el resultado de una cátedra en la Universidad de Berna que dictó durante catorce semanas, así como de algunas conferencias y artículos que Vásquez había publicado con anterioridad, dejando a un lado el nombre de la prestigiosa universidad. Este libro es el resultado del estudio juicioso por más de 30 años de lecturas del autor, sobre todo de la obsesión de buscar en las cosas algo que no sabemos qué es, pero que necesitamos encontrar.

Hace más de un siglo, Tolstoi ya se había encargado de esta búsqueda, escribiendo algo parecido a una biografía. Otros que pavimentaron este camino fueron Rilke con Cartas a un Joven Novelista, Fuentes con sus diferentes ensayos sobre el oficio de escribir, Kundera con El Arte de la Novela, Cortázar con sus Clases de Literatura. Los ejemplos abundan.

En la primera parte del libro, Vásquez trata de responder una de las preguntas que ha atravesado a lectores y escritores: ¿por qué escribir novelas? ¿Para qué sirven? Al respecto nos dice que "La novela nos da la posibilidad de acceder a la vida completa, no parciales, de los otros: la posibilidad de penetrarlos, estudiarlos, comprenderlos en todas sus dimensiones. Y la posibilidad maravillosa y aterradora, de conjugar todos esos verbos en la primera persona del singular". Para esto pone como ejemplo al Quijote, que presenta como la novela fundacional de todo lo que vendrá después. Vásquez también plantea que Cervantes debió leer El Lazarillo de Tornes, ya que la novela platea a los personajes como a otros que hay que conocer y el héroe deja de ser un Dios mitológico o un hombre de poder y centra su mirada en un hombre común, de a pie, como nosotros.

También plantea que El Quijote delinea el mundo donde Velázquez puede pintar las Meninas, ya que el pintor nos incluye en la pintura no solo como espectadores, sino como modelos porque también nos observa. El Quijote nos muestra diferentes modos de narrar, ya que después del primer párrafo el narrador pasa de primera a tercera persona. Además nos propone un pacto ficcional, del cual todo el tiempo estamos dudando ya que el sexto capítulo Cervantes entra en el libro, creando una ficción dentro de la ficción de cómo se escribió el libro. Por otro lado, vemos la psicología, el alma de los personajes, que se contradicen todo el tiempo. Por ejemplo, en los diálogos pone en debate la opinión del otro, pero también la propia. Dice Juan Gabriel, quien además plantea que es uno de los mayores logros del Quijote es su ironía al igual que se centra en el hombre común que ya no es el héroe que se presenta en La Odisea.

En la segunda parte de este libro de ensayos se menciona a "los padres" del Boom latinoamericano, entre ellos Onetti, Rulfo, Borges, Fuentes y cómo estos autores tuvieron una influencia directa de otros como Albert Camus. En La Mala hora de Gabo tiene similitud con La Peste, o como en los libros de Mario Vargas Llosa se pueden encontrar reflexiones semejantes a la del Hombre Rebelde. Este capítulo también señala que novelas como Conversaciones en La Catedral de Vargas Llosa, que no hablan de la dictadura que vivió Perú, si la reflejan.

El libro entero está atravesado por Josep Conrad y Mario Vargas Llosa, autores que continúan influenciando al autor. Dostoievski y Tolstói, están en la obra. Vásquez nos recuerda cómo el autor de La Guerra y la Paz trató de llegar a una santidad que lo alejaba del arte, de una moral y una ética, donde no cabían las novelas y cómo el novelista supera la moral del hombre y lo obliga a escribir libros como Hadjí Murat, catalogado como uno de los mejores. También encontramos un ensayo sobre Marcel Proust y la poética de su escritura nostálgica, las verdades que nos muestra Proust, Vásquez las resalta y no las explica porque, quizás como el autor francés, Juan Gabriel también anda en busca de un tiempo perdido, porque quizás una magdalena remojada en un té, sea la literatura, le permita recordar algo que nunca pasó, pero que nos hubiera gustado que pasara.

Otras obras del autor

 

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