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Diciembre 15 - 2021

Por Manuel González y Anghello Tierra
Estudiantes de Comunicación Social de CUDES

Cali la recibió con los brazos abiertos y ella la recompensa recuperando parques, educando personas e impulsando la economía en 33 barrios, entre ellos el emblemático San Fernando viejo.

Catherine Dupriez recuerda con una carcajada su complicada llegada a Colombia, cuando arribó al puerto de Buenaventura en un barco, en 1971, sin conocer mucho el español. 

Dupriez es una mujer de 80 años y baja estatura a quien los años le han pintado de blanco su cabeza, aunque por cada cana tiene una historia que contar. Camina despacio, pero su mirada y su voz dicen que todavía está llena de vitalidad para ayudar a los caleños de la Comuna 19 de Cali y llevarles un mensaje que la caracteriza: “ser, antes que tener”. 

Catherine se casó con un colombiano en Bélgica y fruto de su unión, nacieron dos pequeños con los que cruzaron en barco más de 8 mil kilómetros entre el país del chocolate y la capital de la salsa. La familia Dupriez llegó al Valle del Cauca para el velorio de su suegro en Cali y el viaje, que en un momento parecía temporal, se convirtió en la nueva vida. Una vida marcada por el activismo social. 

La belga y caleña por adopción, decidió quedarse en Colombia porque para la década de los 50’ sus hijos no podían ser belgas de nacimiento por tener un padre colombiano. Así que la nacionalidad de sus hijos la adquirieron en Colombia, el país que desde ahora les pertenece. 

Dupriez estudió Ciencias Políticas en la Universidad de Lovaina en Bélgica donde conoció a varios colombianos. Ella dice que nació para ser líder y es lo que ha hecho desde que puso sus pies en Cali, Valle del Cauca. Actualmente Catherine reside en el tradicional barrio San Fernando y todos la conocen como Catherine, la belga. 

Sus ojos azules brillan y cuando le preguntan cuál fue su percepción de Colombia hace 50 años. Ella llegó a suelo vallecaucano en una época donde se decía que las mujeres no tenían derecho a pensar y para la rubia recién llegada, ese contexto machista fue muy complicado porque desde niña había hecho todo lo contrario; pensar, pensar y pensar. 

En el pasado, a Catherine, la belga le inquietaba abrirse camino en la capital del Valle del Cauca. Ahora se pregunta cómo en un país tan rico como Colombia “existe tanta hambre”. 

Catherine empezó a ejercer su liderazgo en Cali hace 12 años, cuando aceptó postularse a la presidencia de la Junta de Acción Comunal de la Comuna 19. Dupriez lleva una docena de años liderando 33 barrios, entre los que se encuentran El Lido, Nueva Granda, Pampalinda y otros barrios que prenden de la calle quinta donde se ubica la Plaza de Toros de Cañaveralejo. 

Entre las funciones de Catherine como presidenta de la Junta de Acción Comunal está la de representar a la Junta de la comuna ante la Asociación de Juntas, velar por el cumplimiento de las normas de convivencia, reconocer las necesidades de la comunidad, firmar contratos con entidades públicas y privadas y convocar reuniones con los afiliados de la junta.

1 Catherine Dupriez

Ser extranjero nunca es sencillo y Catherine lo sabe. Más difícil aún, es querer participar de actividades sociales de enriquecimiento colectivo siendo de otro país. Pero Catherine es una mujer que entiende a la condición humana y reconoce que, aunque en Cali hay todavía rasgos de xenofobia, la mayoría reconoce con cariño su trabajo social. 

Además de sus ojos profundos como el color del cielo, otro detalle que delata que Catherine no es caleña de nacimiento es su inocultable acento. Con las erres arrastradas, Dupriez cuenta sobre su liderazgo en la sucursal del cielo. “Hay de todo, cosas buenas, cosas malas y cosas feas, pero este tiempo en la junta ha sido una época bonita”. 

Aparte de dirigir la Junta de la Comuna 19, Catherine ha venido ejerciendo como presidenta de la Asociación de Juntas de Acción Comunal y tiene ahora 25 juntas a su cargo. En su gestión ha trabajado por recuperar los parques de los barrios, ha tratado de persuadir a las autoridades sobre la seguridad, apoyó en la celebración de los 80 y los 85 años de San Fernando y considera que su mayor logro, es apoyar en la educación de quienes la rodean. 

Bajo la filosofía de la responsabilidad individual y enseñar a pensar, Catherine se ha destacado en su labor de docente en la Universidad del Valle y en el Liceo Francés. Actualmente está trabajando de la mano del Departamento Administrativo de Gestión del Medio Ambiente (Dagma), en un proyecto de jornadas de limpieza para recuperar las zonas comunes del barrio San Fernando. 

En el 2009, la belga fue noticia cuando movilizó a todo el sector del barrio San Fernando, recogieron 800 firmas para exigir a la alcaldía el respeto del patrimonio artístico y ambiental que se veía amenazado por la contaminación del funcionamiento de sitios nocturnos, alterando la tranquilidad y la seguridad de los vecinos. 

Hace muy poco, en el marco del Paro Nacional, Catherine motivó a los emprendedores de la comuna a mostrar una Cali diferente a toda la violencia que se vivió por esos días. 

Empezaron un proyecto denominado Mercado Móvil, un espacio donde los comerciantes mostraron sus productos y servicios. Móvil, porque iban recorriendo uno a uno los parques de la comuna para reactivar la economía y generar ambientes de seguridad.

Catherine goza de respeto y renombre en los barrios de Cali. La admiran y la visualizan en el Consejo, en algún puesto público en la alcaldía o algo más. Sin embargo, ella se adelanta a la pregunta y responde muy segura que la política no le llama la atención porque “prefiero educar a la gente”.

La belga caleña asegura que no buscó llegar a donde está como líder de la Junta de la Comuna 19. Se encuentra ahí porque la gente la miraba, la paraba en la calle y le decía que iba a votar por ella como presidenta y ni si quiera se había postulado. Ella participaba de las reuniones en temas que beneficiaban a la comunidad y así fue como se dio a conocer, por su carisma, liderazgo y acciones educativas.

Como migrante, Catherine sabe del complicado momento por el que pasa Colombia con la recepción de millones de migrantes de distintas nacionalidades. Cuando se le pregunta por ese panorama, su respuesta es contundente “es jodido”. 

La belga ha vivido en carne propia la migración dos veces. Además de migrar a Colombia hace 50 años, tuvo que migrar antes por la Segunda Guerra mundial a Francia. Ella piensa que en la mayoría de los países, el concepto que la gente tiene de las personas de afuera no es muy bueno y eso genera un ambiente de rechazo que afecta muy negativamente a la población migrante y por eso “de cada crisis se deben buscar nuevas soluciones”. 

La conversación con Catherine continúa a través del teléfono. Esta vez se le pregunta si cree en que existe una migración de primera y de segunda en el trato.

Con los hombros hacia atrás, ella responde “claro que sí”.

“No es lo mismo que venga alguien de Francia, de Italia o de Suiza, que viene con un trabajo y tiene los recursos para irse organizando. En cambio, los haitianos y los venezolanos salen porque tienen hambre o porque los van a matar. En Afganistán, la gente viaja por encima de los aviones porque temen por su vida. Igual que la gente aquí, desplazada por la guerrilla o autodefensas, eso es una categoría horrible… ¡Eso es completamente inaceptable!”. 

Ahora la conversación gira en torno a Abathar. Un lugar en el barrio San Fernando donde se proyectaban películas de cine alternativo donde ella escogía las películas estratégicamente para dejar una enseñanza en sus espectadores. El proyecto nació después de dejar su trabajo como profesora en el Liceo Francés.

“Abathar fue una cosa muy bonita, yo me había quedado sin trabajo, regresé a Bélgica ese año y después volví a Cali con mis dos hijos adolescentes. Como siempre me ha gustado enseñarles a las personas, vi que la gente no leía mucho, entonces busqué la forma de enseñar a través de la imagen”. 

Para que Abathar fuera posible en el 2009, Catherine debía recorrer las embajadas de los países extranjeros en Colombia para conseguir las películas originales e independientes. Finalmente, el proyecto cerró porque lo mató la piratería, pero las ganas de Catherine por seguir educando en la Comuna 19, continúan hasta la fecha. 

Carlos y Juan Miguel, los dos niños con los que llegó Catherine al puerto de Buenaventura, hoy residen en Francia. Ellos todavía le preguntan a su mamá si algún día regresará con ellos. Para la belga que se enamoró de la sucursal del cielo, Colombia es su casa y reconoce que nunca será fácil instalarse en otro país. 

A sus 80 años la líder social dice que lo único que le hace falta por cumplir, es ver a sus hijos y a sus nietos juntos en unión familiar. Mientras el momento llega, ella y sus ojos azules se enfocan en seguir educando e inspirando a los vecinos de la Comuna 19.

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