Los dilemas de la posguerra en el foco de las regiones
Cómo lograr que en la posguerra los conflictos que continuarán conduzcan a soluciones políticas, a la instauración de una democracia verdadera con justicia social tangible. Esos fueron los ejes que motivaron la Quinta Cumbre Nacional por la Paz, respaldada por medio centenar de entidades de diversa índole, incluidos once centros de educación superior que acogieron la invitación formulada por la Universidad Libre de Cali, y que se realizó entre el jueves 17 y el domingo 20 de marzo en la capital del Valle del Cauca y otras 12 ciudades en toda Colombia.
Los dilemas de la posguerra en el foco de las regiones
Marzo 30 - 2016
Por Luis Alfonso Mena
Artículo publicado en www.parentesiscali.blogspot.com.co y amablemente cedido para su divulgación
Tejer espacios para pensar la paz, no como un ejercicio retórico, meramente académico, sino como un esfuerzo inmerso en la acción creadora, se volvió una tarea de todos los días para un colectivo de profesores, estudiantes y activistas sociales vinculados a universidades de Cali y de otras once ciudades colombianas que -con la terca certeza de que esta vez no puede ni debe haber marcha atrás, pero también con la convicción de que la paz se materializará con reformas estructurales, con el cambio del modelo socio-económico imperante- se la han jugado toda, en procura de que el país reflexione acerca de cómo hacer sostenibles los acuerdos que surjan de las conversaciones entre el Gobierno Nacional y las Farc-EP, sobre cómo lograr que en la posguerra los conflictos que continuarán conduzcan a soluciones políticas, a la instauración de una democracia verdadera con justicia social tangible.
Esos fueron los ejes que motivaron la Quinta Cumbre Nacional por la Paz, respaldada por medio centenar de entidades de diversa índole, incluidos once centros de educación superior que acogieron la invitación formulada por la Universidad Libre de Cali, y que se realizó entre el jueves 17 y el domingo 20 de marzo en la capital del Valle del Cauca, en Barranquilla, Cartagena, Cúcuta, Pereira, Pitalito, Tuluá, Yumbo, Florida, Silvia, Corinto y Sevilla, ciudades en las que se escucharon alrededor de 130 intervenciones, de las cuales 90 fueron conferencias, en actos que se realizaron en recintos universitarios, auditorios particulares, coliseos de colegios y plazas públicas, que involucraron a millares de asistentes y llegaron a más de 90 poblaciones del país mediante transmisiones directas por canales alternativos, comunitarios y virtuales.
La tónica global de los actos realizados fue la coincidencia en la renovación del respaldo a las conversaciones iniciadas hace tres años y que se cumplen actualmente en La Habana; el convencimiento de que lo acordado en materia de tierras, participación política, justicia, víctimas y reparación debe ser conocido e interiorizado por la mayoría de la población; la convicción de que los acuerdos entre el Estado y la insurgencia armada significan un escalón fundamental de un proceso de hechos meridionales referidos a la terminación de la guerra, pero que ellos en sí mismos no serán el fin de los conflictos sociales, ni de las desigualdades económicas, ni de las discriminaciones políticas, ni de las exclusiones culturales, y que, en consecuencia, las acciones de las clases subalternas frente al bloque hegemónico en el poder se tendrán que multiplicar para que, como lo señala la Proclama Pública aprobada en la Cumbre, propugnen por los cambios que urge la sociedad. "La Quinta Cumbre Nacional por la Paz advierte a los diversos sectores de la sociedad colombiana víctimas del marginamiento, la inequidad y la exclusión a rebasar el mero marco de la protesta y, de manera perentoria, a organizarse para así poder ordenar las luchas por venir y forjar un Estado decente y una sociedad justa", subraya la Proclama.
Hubo también alertas respecto de las intenciones del Establecimiento de descargar en los hombros de los trabajadores un mayor peso impositivo, así como acerca de la amenaza de más privatizaciones de bienes públicos y el mantenimiento del poderoso presupuesto de guerra, aún luego de la firma de la paz. Todo lo cual se convierte en motivo de resistencia de los de abajo para evitar que el Gobierno y sus representados de los sectores financiero e industrial, usen el argumento de la financiación de los posacuerdos a costa de los conglomerados más afectados por el elevado precio de los productos de consumo básico, la pauperización de los salarios y el desempleo creciente.
Pero una alarma mayor sonó a lo largo de los actos al denunciar, no pocos de los participantes, la ola de asesinatos cometidos en las últimas semanas contra activistas y líderes de movimientos sociales y partidos de la izquierda colombiana. Como si existiera un plan muy bien diseñado por extremistas de la derecha violenta, interesados en atravesarse a los esfuerzos de incorporación a la vida civil de un sector de colombianos alzados en armas, y en anegar en sangre los desarrollos del actual proceso de paz, como lo hicieron en 1984 y durante más de una década contra la militancia y la dirigencia de la Unión Patriótica (organización surgida de acuerdos de paz entre las Farc-EP y el Gobierno de Belisario Betacur); una alarma que hizo que en la Cumbre se reclamaran mecanismos rigurosos y sólidos que eviten un nuevo genocidio político. "Este es el país del mundo que más líderes políticos se ha dado el lujo de sacrificar", coincidieron en afirmar varios de los disertantes.
La Quinta Cumbre Nacional por la Paz tuvo dos prolegómenos en Cali: uno el sábado, 12 de marzo, cuando se cumplió una estimulante Precumbre en el Distrito de Aguablanca, en la que hubo más de 20 intervenciones de líderes sociales y comunitarios, se creó la Mesa Popular por la Paz en la Comuna 14 y se expidió una Declaración Política que llama a la unidad de los barrios del oriente de la ciudad, en un "espacio para el debate, la reflexión y formulación de propuestas que aporten al fortalecimiento de la paz, la democracia y la participación política incluyente". Y otro el martes, 15 de marzo, cuando se realizó un conversatorio sobre los retos de la posguerra que tuvo como escenario la Universidad Libre y se hizo entre el rector de esta alma máter, Libardo Orejuela Díaz, y el exalcalde de la ciudad, Carlos Holmes Trujillo.
Fuera de Cali, el certamen se llevó a cabo en Cúcuta, Norte de Santander, durante los días 17 y 18 de marzo, con destacada respuesta de la comunidad académica reunida en el Aula Máxima Felipe Ruan de la Universidad Libre de esa capital, que escuchó a once conferencistas; en el Auditorio Benjamín Herrera de la Universidad Libre de Cartagena, capital del departamento de Bolívar, donde participaron tres expertos el 17 de marzo; en el Auditorio César Gaviria de Pereira, Risaralda, en un encuentro convocado por la Universidad Libre de esa ciudad, con la presentación de cinco ponentes también el 17 de marzo. Durante el 18 de marzo se cumplieron actos de la Cumbre en el Teatro Sarmiento de Tuluá, con cinco intervenciones; en Pitalito, Huila, donde se congregaron numerosas personas en el auditorio Héctor Polanía Sánchez convocadas por la Universidad Nacional Abierta y a Distancia (Unad), para escuchar a seis disertantes; en la Misak Universidad, de Silvia, Cauca, también con gran respuesta de las comunidades indígenas y la realización de siete conferencias; en el Coliseo Los Fundadores de Florida, donde hubo cinco intervenciones; en la sede del Sindicato de Trabajadores, Sintramunicipio, de Yumbo, con la participación de tres conferencistas, y en el Auditorio Benjamín Herrera de la Universidad Libre de Barranquilla, donde se presentaron cuatro ponencias.
Luego de todo este arduo proceso de reflexión siguen los hechos conducentes a que pensar la paz no quede en la exposición verbal y documental, sino que lo trascienda, fundamentalmente la acción y aporte a los esfuerzos que en tantos conglomerados rurales y urbanos de Colombia tienen lugar en procura de que la paz sea una realidad, no solo para las partes involucradas en las conversaciones, sino también para las víctimas y para todo el conjunto de la sociedad, que aspira a que más de cien años de violencia, nacida en los albores de la República, con las guerras civiles del Siglo XIX y prolongada en sucesivos períodos de ella en los siglos XX y XXI, den paso a cambios sociales profundos que hagan perdurable los acuerdos de La Habana y sus desarrollos, mediante los mecanismos que la población misma elija.
Si quiere conocer detalles de la Cumbre en cada ciudad, vaya a Balance V Cumbre por la Paz
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