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Ciudad Juárez: la apuesta por la paz, tercera parte

Cindy la mujer del rifleEsta es la tercera entrega de la serie en la que conocemos ¿cómo se puede salir de la lista de las ciudades más peligrosas del mundo? Más allá de los tecnicismos que hacen que se suba o se baje en el ranking, salir de ese grupo es un logro de admirar. En Colombia lo logró Medellín, pero Cali y Palmira siguen presentes. En México, Ciudad Juárez también logró borrarse de dicha lista. La periodista colombiana Margarita Solano nos trae una serie de crónicas sobre el lugar que hace cinco años era el más violento del mundo. Conozcamos su transformación.

Ciudad Juárez: la apuesta por la paz, tercera parte

Cindy la mujer del rifle

Marzo 04 - 2016

Por Margarita Solano 
Directora de información en  www.lopolitico.com 
Especial para Hechoencali.com 

Cindy: la mujer del rifle

En casa suele soltarse el cabello, pintarse los labios de rosa. Cuando sale a bailar con su esposo, prefiere los pantalones pegados, una falda, un vestido. Entonces usará tacones del cuatro y con suerte medirá 1.67 metros, entonces en una noche de copas, llegará la pregunta incómoda, esa que responde con una franca sonrisa, —Soy policía.  El arma larga que sostiene Cindy con la mano derecha le rebasa la cintura casi a la altura del ombligo. Camina con temple, espalda erguida, sin doblegarse al peso de cargar un chaleco antibalas de tres kilos que junto con el rifle, la hacen pesar 58 kilos, seis más de lo habitual.

Cindy llega exaltada, las palpitaciones encuentran reposo cuando narra que viene de interponerse en una riña callejera donde esposó a dos hombres tendidos en el pavimento, de espaldas a su rostro y entre forcejeos, escuchó el click del cerrojo para subirlos a la patrulla que maneja en la Policía Municipal de Ciudad Juárez, Chihuahua. Cuando el agresor escuchó la voz de mujer ordenándole pararse del suelo, el hombre pidió disculpas; antes había intentado escupirle sin atinarle.

La noche anterior había cocinado hamburguesas para sus dos hijos de cinco y doce años mientras veían una película. Vecinas imprudentes la han increpado sobre su profesión "poco femenina" -dicen. Que si le gustan los hombres aunque saben que está casada, que si sabe cocinar y del cuidado de la casa, que si es femenina o más bien machorra. Pero Cindy va más allá de un estereotipo milenario que comenzó al ser la única mujer entre tres hermanos varones y quince primos. 

Es una mujer de 35 años que ha dedicado once a la policía de un municipio como Juárez, que navegó entre la sangre y el dolor en vísperas del 2010, cuando más de 3 mil personas fueron asesinadas en la ciudad fronteriza con El Paso, Texas, Estados Unidos. La lucha a muerte por la plaza entre el Cartel de Sinaloa y La Línea, brazo opresor del Cártel de Juárez, dejaron a miles sin hijos, primos, hermanos, mamás, amigos. Cindy perdió a una.

Era mi amiga, una gran compañera, también policía. Conocía a su esposo, sus hijos, su barrio. Una mañana me tocaba patrullar y me avisaron de un tiroteo cerca, me acerqué a colaborar y allí estaba ella, en el suelo, muerta la mirada neutra, de frente. Entonces todas las mañanas pensaba en que quizás no iba a regresar, estaba embarazada de mi hijo menor pero sabía que por él y por mi ciudad, teníamos que seguir dando la batalla.

¿Qué fue lo más difícil de ese 2010?

Ver morir tanta gente y sentir el desprecio de la sociedad. La policía estaba desprestigiada, las miradas de los vecinos como reclamándote, los comentarios fuertes de la gente.

¿Qué te llegaron a decir?

Que no servía para nada, que defendiera mi ciudad...

Cuando Cindy se embarazó, estuvo allí. Cuando su amiga murió, estuvo allí. Cuando la sociedad la increpó, ella también estuvo allí. Cuando Juárez fue la ciudad más violenta del mundo, ella estuvo allí. Ocho años al compás de una policía municipal que en el 2010 tenía un diagnóstico desalentador: decenas de uniformados trabajando con la delincuencia. 

Cindy a punto de irse en sus recorridos en la patrulla 2

En ese entonces, la mujer patrullaba las zonas marginales con el mismo rifle que hoy la acompaña a recorrer la Secretaría de Seguridad Pública de Ciudad Juárez. Perseguía asesinatos, veía cuerpos destajados en bolsas plásticas, le hablaban microempresarios para reportar extorsiones o amenazas. Hoy, Cindy reporta robos a casa habitación y vehículo, como su principal dolor de cabeza.

Se ha enrollado el cabello ensortijado en un nudo a la altura de la nuca que descubre sus orejas puntiagudas. Su rutina arranca a las tres de la mañana cuando deja uniformes y loncheras listas porque una hora más tarde comienza a patrullar las calles de Juárez y antes de las tres, debe estar en la puerta de la escuela donde Joaquín cursa tercero de Kínder.

Cindy habla en clave con sus compañeros, los llama elementos; saluda con firmeza, las voces del radio que escucha a cada paso, dicen cosas como "C4", "confirmado", "en camino". Es una de las 523 policías mujeres que resguarda su ciudad, como quien cuida de un rebaño de ovejas que aveces se descarrían. Era la única de un salón de clases que formaría a cientos de policías varones, era la única. Ahora la acompañan cientos de jovencitas o mujeres maduras que no les tiembla nada cuando de combatir al crimen se trata. Está por concluir sus estudios en Criminología sin pagar un solo peso, la institución avala y modifica los turnos de policías que como ella, quieran obtener un título universitario.

—Ésa es la clave, capacitación y cercanía con la comunidad— explica el hombre al frente de la Secretaría de Seguridad Pública, César Omar Muñoz Morales. —Anteriormente todos los elementos tenían apenas la secundaria, hoy día el 90 por ciento tiene preparatoria y un 30 por ciento, como Cindy, está terminando sus estudios profesionales.

—¿Las mujeres policías tienen un rol diferente en la institución?

—La policía es una sola corporación, somos dos mil 500 policías municipales hombres y mujeres.

14:35 Cindy posa para una fotografía en una cuatrimoto, luego en medio de patrullas. Enseña en su teléfono celular una fotografía donde se ve caminando, uniformada, de rifle, chaleco antibalas, radio. Es la imagen de una campaña publicitaria que busca a los mejores policías para resguardar Juárez.

Hora de partir. El más pequeño de sus hijos está orgulloso de mamá. Cuando Cindy entra a una reunión de madres de familia, el niño corre a presumirle a sus amigos que quien entra en tacones es mamá y es policía. Todos esperan verla uniformada, seria, alta, fornida. Pero no. Su cuerpo menudo no trae el rifle, ni las esposas, ni carga los 3 kilos del chaleco antibalas. Cindy suelta una carcajada brusca porque en los eventos de la escuela siempre viste de civil.

 

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